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La crítica y la sátira políticas, sus personajes

April 15, 2023 - por

La crítica y la sátira políticas, sus personajes

Roberto “Panzón” Soto, pionero en los 20s

“Palillo”, El Rey de Las Carpas, se amparaba

En los años 60s, “Juan Derecho” y su látigo

Héctor Suárez y familia, amenazados de muerte



LUTO PERIODÍSTICO, DIERON MUERTE ALEVOSA A NOTIMEX

Ciudad de México

Al recordar el pasado jueves 13 a Jesús Martínez Rentería, “Palillo”, en el 110 aniversario de su nacimiento en el Barrio del Santuario, en Guadalajara, Jalisco, mi mente me llevó a reportear la historia de los carperos, de los comediantes que hicieron crítica y sátira política, a pesar de las limitaciones impuestas por funcionarios de gobierno y hasta presidentes.

Primero fue en los escenarios que antecedieron a los teatros de revista y a las salas teatrales, el sitio elegido para que el público se riera y se carcajeara de los diálogos y monólogos de los comediantes.  Era como un desfogue del pueblo ante determinadas situaciones que se daban en la vida capitalina. En la Capital de la República, en el entonces Distrito Federal, en los últimos años de la década del Siglo XX se prodigaron las carpas y “con un peso, dos tandas”.

Las grandes figuras del espectáculo, las estrellas del cine, más tarde del teatro y en la época moderna en la televisión, desfilaron en los jacalones cubiertos de gruesas lonas sujetas a postes de madera y gruesas cuerdas. Los concurrentes ocupaban, de acuerdo con la paga, un palco, unas sillas o las gradas. Inicialmente solo había sillas plegables, de madera. El escenario con su correspondiente telón y en la parte posterior lo que se llamaba “camerinos” ¿, especialmente para las mujeres.

Por esos lugares, indistintamente ubicados en las barriadas de la Ciudad de México, comenzaron su carrera artística: Mario Moreno, al que empezaron a llamar Cantinflas; Manuel Medel, Antonio Espino, después conocido como Clavillazo; del Norte llegó Germán Valdés, El Pachuco Tin Tán, para hacer pareja con Marcelo Chávez. En las crónicas encontré solo los nombres de Delia Magaña y de Amelia Wilhelmy, ambas en 1928 trabajaron al lado de “El Panzón Soto (pareja sentimental de dicha comediante).

¿Saben cuáles fueron sus personajes más aplaudidos? Amelia y Delia fueron “La Guayaba” y “La Tostada” en Nosotros Los Pobres y Ustedes Los Ricos. Amelia fue “la viejecita” que manejaba un automóvil descubierto en la película ATM y que se enfrentó “al motociclista” Pedro Infante. Delia con Cantinflas, en El 7 Machos, hizo famosa la frase: “Quiero a Mi Chole”.  Amalia nació en Mazatlán en 1900. Delia llegó, vía la cigüeña, al D.F en 1903 y vivió 93 años. Fue esposa del actor cómico apodado “El Chupamirto”.

“EL PANZÓN”, PIONERO DE PIONEROS

Suena extraño el subtítulo. Obedece a que Roberto Soto Martínez, zacatecano nacido en 1888, debutó a los quince años de edad en la actuación. Sus padres, Leonardo y Emilia, a los seis años lo inscribieron en la escuela. Pronto aprendió a leer y a escribir. Su maestro fue un sacerdote católico, fanático del teatro, por lo que a sus alumnos los invitaba para que participaran en las pastorelas navideñas. Las representaciones se hacían en una iglesia de la capital zacatecana.

El matrimonio Soro Martínez quería que su hijo Roberto cursara los estudios para ser sacerdote. El chiquillo empezó a entusiasmarse con la actuación, pero no desobedecía a sus padres. En los principios del Siglo XX, decidió no continuar como seminarista. Formó su propia compañía infantil. Con el permiso de sus papás, el muchacho asistía a todas las funciones de teatro en su capital natal.

Durante una de las funciones, conoció a la actriz protagonista de la obra. Le gustó. La siguió y formalizaron su noviazgo. Ella era, la atractiva y famosa actriz y cantante de zarzuela, Sara Astol, de origen chileno. Tuvieron dos hijos, Fernando y Roberto.

Al primero lo recordamos por sus múltiples actuaciones en el medio artístico de las diferentes épocas del cine y del teatro: “Mantequilla”, cuyo apodo se lo puso su propio padre. El motivo es que Fernando perseguía a las actrices de buen ver, quería conquistarlas y su progenitor “lo bautizó” con ese sobrenombre, “por resbaloso

Fernando nació en Puebla, el 15 de abril de 1911. Murió hace 43 años, su mal diabético le provocó ceguera total y la pérdida del movimiento de su brazo izquierdo.

Toluca fue el lugar donde Socorro dio a luz a Roberto, en 1912, y el también actor falleció en 1982. Los dos hermanos  están sepultados en el Panteón Jardín, Lote de Actores.

TAPATÍO, EL REY DE LAS CARPAS

De uno de los siete barrios tradicionales de Guadalajara, el del Santuario, salió un jovencito hacia el escenario del Teatro Principal, para debutar como cómico. Empezaba la década de los famosos años veinte y Jesús Martínez Rentería emprendía un trayecto que lo convirtió en un ídolo popular y al que por su cuerpo flaco, le  “bautizaron” con el apodo de Palillo.

A Jesús le gustaba contar chistes. “Tenía mucha gracia para contarlos”. En la actuación además de lo señalado antes, improvisaba con “sorna” frases dirigidas a políticos que eran blanco de sus “bromas”. Ahí empezó su carrera de comediante adicto a la sátira política, a la crítica contra los malos funcionarios de gobierno.

Debo de comentar que Jesús desde pequeño estuvo activo. Fue acólito en la Iglesia de la Virgen de Guadalupe, en su barrio natal. Trabajó como agente de tránsito y fotógrafo. Por sus dotes de cantante formó parte del coro católico e inclusive  lo coordinó y dirigió. Siempre alegre, sonriente y emprendedor.

Por sus “sketches”, rutinas cómicas y de crítica, tuvo mucho  trabajo en las carpas tapatías. Su fama trascendió hasta la Ciudad de México y los empresarios de espectáculos se fijaron en él.

Hacia 1937 debutó en el Teatro Colonial, donde ininterrumpidamente trabajó siete años. El país era gobernado por el general Lázaro Cárdenas y en el Departamento del D.F., era don Cosme Hinojosa, uno de los cinco titulares en esa dependencia en el sexenio cardenista. Palillo tuvo ninguna represalia por sus críticas satíricas.

Subió de categoría. Cobró mejores sueldos. Pasó al Teatro Follies Berger. En el mismo tablado donde había una vedette triunfadora, la curvilínea, de bello rostro, exhuberante cabellera y hermosos ojos, Tongolele. Fue la época de oro, los días más esplendorosos para un cómico-comediante que ingresó al cine. Filmó pocas películas. En el Follies los aplausos los recibió en consecutivos ¡once años! Todo un récord que no tiene otro actor.

Recuerdo, la  película que tuvo mayor éxito: “¡Ay, Palillo!, No Te Rajes!, filmada en 1948 y en la que participó la recién llegada de Buenos Aires, Argentina, Rosita Quintana.

En carpas y teatros de la Capital Mexicana hizo reír a miles de espectadores con sus rutinas tituladas: Agárrenlo Por Pillo, referido a López Portillo; Adiós Guayabera Mía, criticando a Luis Echeverría. De las telenovelas parodió, mezclando nombres de políticos, los títulos: El Maleficio es el PRI, Cuna de Robos y tuvo mucho éxito con El Retrato de Dorian Buey, solo encontré el nombre pero no a quién estaba dirigida la sátira.

CLIENTE DE URUCHURTU

Palillo, es el único cómico-comediante que fue multado económicamente, perseguido, acosado, golpeado y encarcelado al terminar sus actuaciones. ¿No había libertad de expresión? Sí, pero ese derecho constitucional no regía para un sonorense que 14 años fue Jefe del Departamento del Distrito Federal, conocido por la voz popular como Ernesto P. Uruchurtu, El Regente de Hierro.

¿Había respeto a los Derechos Humanos? Sí, pero de eso todavía no se hablaba en la administración pública. El caso es que don Jesús Martínez Rentería después de sus “violentos ataques verbales” era detenido por elementos de la Policía Preventiva y trasladado a una delegación (Agencia del Ministerio Público) y presentado ante el Juez Calificador. Unas veces bastó con el pago de una multa. Otras veces quedaba arrestado y esto ocurrió hasta en diez ocasiones.

Debo precisar que Uruchurtu era muy poderoso política y administrativamente. Nunca supe que lo frenarán sus jefes, los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos. Ordenó clausura la carpa o el teatro. En no pocas ocasiones solamente impidió que actuará Palillo, quien, por cierto, también “extraños sujetos” llegaron a propinarle fuertes golpizas. Claro, no prosperaban las denuncias.

Por todo eso, Palillo acostumbró a traer en la bolsa del pantalón un amparo federal.

Esa protección lo libra de las detenciones que desde la oficina de Uruchurtu emanaron día con día contra El Rey de la Carpa, mismo que impulsó la idea de construir la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, en Iztacalco, D.F.; el nombre de Jesús Martínez Rentería, Palillo, fue impuesto al estadio de futbol.

De su relación con la actriz nicaragüense Hilda Solórzano, nació la estrella de nuestro cine nacional, Ana Martín, que el próximo mes llegará a sus primeros 77 años.

JUAN DERECHO Y SU LÁTIGO

Chucho Salinas y Héctor Lechuga.

En la época moderna, en las programaciones de televisión, se ha hecho crítica y sátira política. Así como antaño hubo represión, en los demás gobiernos del satanizado PRI, no hubo cortapisas y prueba de ello deben estar en los archivos de videos de Televisa, donde se produjo la relajante serie Chucherías, en una de sus secciones el gran zacatecano Chucho Salinas, junto con el orizabeño Héctor Lechuga, lanzaba sus críticas, principalmente, a políticos.

En 1964, en horario estelar del Canal 2, aparecía Juan Derecho. Era el personaje del comediante chaparrito que vestía de rojo, se cubría con una capa negra y en la diestra llevaba un látigo que hacía zumbar, simulando que daba golpes a los malos gobernantes. Sostenía un diálogo con Lechuga y otras veces simplemente eran monólogos. En el cine satirizó a un político nombrado Silverio Roja, en una parte de la película Conserje en Condominio, con Cantinflas, Fanny Cano y Raquel Olmedo.

EL NO HAY Y OTROS

Héctor Suárez.

En su etapa como comediante en la televisión, destacó el inolvidable Héctor Suárez, además de su vis cómica y su calidad como versátil actor de cine, fue creador de varios personajes y fueron varios los programas en que se presentó como un implacable crítico y sus guionistas le hicieron elevar su fama con El No Hay, un hombre que calaba una gorra con la visera levantada y que para todo expresaba la frase antes mencionada.

También estuvo con Cantinflas en una cinta donde Héctor es uno de los burócratas que jamás dan buen trato a un ciudadano y desatiende su trabajo por dedicarse a comer tortas y tomar refresco sentado frente al escritorio. Recuérdelo en la película fue El Señor Ministro.

Otros personajes que interpretó: El Flanagan, El Picudo, Doña Zoila y El Licenciado Buitrón. Héctor denunció en la Procuraduría General de la República que abandonaba la Ciudad de México, porque él y su familia estaban amenazados de muerte por el presidente Enrique Peña Nieto.

jherrerav@live.com.mx