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Campeones

May 29, 2023 - por

Campeones

Monterrey, N.L.

Es raro que escriba de futbol. No me gusta escribir sobre el tema, porque sé que no conozco suficiente sobre el mismo, y porque hay información de sobra sobre el particular. Pero hoy, tengo que hacer una excepción.
Me volví aficionado a los Tigres en 1978. Tenía 10, a lo mucho 11 años. Tigres jugaba la final, y había que apoyar al equipo de casa. Hasta entonces, no me había gustado el futbol soccer, a diferencia del futbol americano. Pero viendo jugar a Tigres, fue amor a primera vista. Quede prendido del equipo desde ese instante.
Y, como muchos otros aficionados al equipo, he tenido que soportar de todo. El descenso en los 90, el hecho de no tener un estadio “moderno”. Que hayamos sido “ninguneados” un día sí y otro también. Un equipo que está considerado como el sexto mejor de América latina, uno de los únicos tres equipos mexicanos que ha llegado a la final en la Copa Libertadores, el único equipo mexicano que llegó a la final en la Copa de Clubs del Mundo.
Un equipo que ha tenido el tricampeonato del “Campeón de campeones” …pero seguimos siendo un equipo “chico”, según el parámetro de muchos. Y sí, acabo de escuchar algo que es muy cierto: ser aficionado al equipo de los Tigres, es sinónimo de sufrir. Pero es un sufrimiento que vale la pena.
Porque las competencias deportivas se iniciaron no tanto para mostrar soberbia, al vencer al rival. Se hicieron para que los contendientes pudieran encontrar su fuerza interior, y exteriorizarla. Se hicieron para poder trabajar en equipo, en forma disciplinada, en forma inteligente. Valores que, una vez aprendidos, se pueden aplicar al resto de la vida de las personas, tanto en su esfera académica, laboral, y hasta familiar. El enseñar deportes es con el fin de poder aprender lo anterior, y a no darse por vencido, sino empeñarse en luchar contra las adversidades. Dentro del campo, pero también, fuera del campo.
Y eso es lo que vimos, lo que vivimos los seguidores de los Tigres en esta temporada. Alguien lo definió como que vivimos una “película”. Yo agregaría que también, un cuento de hadas, y hasta una fábula con moraleja al final. Porque los Tigres fueron “la Cenicienta”, el “Patito feo” y hasta “los Tres cochinitos”, todo al mismo tiempo. Con los dos primeros cuentos, no tengo que dar explicaciones. Con el último, porque tuvieron tres directores técnicos: uno que les hizo una estructura deportiva sostenida por paja. Otro, sostenida por madera. Pero el último, lo hizo en base a ladrillos y concreto. Por lo cual, no importó que tanto soplaron los rivales. No pudieron vencer a dicha estructura.
Porque si algo nos dejó de enseñanza, fue a no dejarse vencer. El equipo estaba a punto de “implosionar”, como bien lo mencionó un comentarista deportivo. Pero a la llegada de un director técnico que realmente ama la camiseta, eso cambió. Y metió orden, disciplina, pero, sobre todo, inteligencia; en un plantel por el cual nadie nada ni dos centavos hace todavía algunos meses.
Y es que Tigres tiene una peculiaridad. Tanto su afición, como el mismo equipo, son “difíciles”. Vamos, haciendo honor a su nombre, pueden ser unas “fieras” con alguien que no sepa como lidiar con ambos. Por eso, el corazón tanto del equipo como de su afición no ha sido ganado por muchos directores técnicos. En este momento, solo puedo pensar en tres. Los tres que, precisamente, han llevado a los Tigres a su éxito: Carlos Miloc, el “Tuca” Ferreti, y, por supuesto, en este momento, Robert Dante Siboldi.
Y sí: hemos tenido altas y bajas, momentos sublimes, y momentos vergonzosos. Alguien recordaba 2017, donde los Tigres no se quedaron a ver cómo era premiado el equipo de Las Chivas, y que se quitaron la medalla de segundo lugar; por lo cual eso provocó que desde entonces ya no se premié al segundo lugar. Pero ayer, la foto que dio la vuelta al mundo fue la de la aficionada Tigre que consolaba a su hijo, aficionado a las Chivas del Guadalajara. En última instancia, el objetivo principal del deporte: unirnos, sobre todo a las familias.
Sí, fue el mejor corolario, a la “película”, a la “narración”, de un equipo que se levantó de lo más hondo, supo buscar en su interior ese deseo de ganar, y luchó a brazo partido por su objetivo, contra viento y marea. En un momento en el cual todos lo daban por “muerto”, que señalaban que era imposible que siguiera avanzando, demostró que esos argumentos eran erróneos. Y lo hizo a base de trabajo, de tenacidad, de constancia.
Lo acepto: los Tigres no son un equipo que dé “espectáculo”. Son un equipo “mecánico”, pero eficiente. Son un equipo cerebral, no pasional. Eso, es anatema para muchos hinchas de este deporte. No para mí. Y el resultado, está a la vista. Igual, si hubieran perdido, tendría que haber reconocido que cayeron entregando todo en la cancha, luchando sin rendirse. Insisto: la enseñanza que cualquiera que practique algún deporte debe siempre de aprender.
No sé si alguna plataforma de “streaming”, en unos 10 o 20 años, tomé la situación que vivieron los Tigres en esta temporada, y la lleven a una película, o hasta a una miniserie. Todo puede ocurrir. Pero, a diferencia de otros campeonatos de los Tigres en el pasado, que llegarán a ganar no era algo que no fuera esperado. En esta temporada, fue algo completamente inesperado. Todavía ayer, al ver que estaban perdiendo por una diferencia de dos anotaciones, muchos pensamos que hasta ahí habíamos llegado. Pero no dejaron de luchar, y eso, brindó esperanza.
Tal vez esa sea toda la “magia”, la “mística” que rodea a un equipo que realmente es “grande”: cuando brinda a sus seguidores, una esperanza. Porque la política, la religión, la vida en sí; no tiene el monopolio de brindar “esperanza”. Eso es algo que se comparte en muchas áreas de la actividad humana.
Sí, lo logrado puede llegar a ser “legendario”, como también alguien comento en los medios de comunicación. Precisamente, porque cumplieron con una máxima que aplica para las narraciones heroicas: estaban en el lugar equivocado, en el momento inoportuno. Naturalmente, fueron héroes.
Y, pésele a quien le pese, venir de atrás hacia adelante, al punto de coronarse campeones, fue un acto heroico por parte de los Tigres. No importa si no era un conflicto que implicará peligro para la soberanía de nuestro país, y solo era una justa deportiva. Porque en tiempos de paz, esas justas deportivas son las que permiten apreciar esos actos heroicos, que, como comenté, son los que brindan esperanza a la gente.
No sé que suceda en el futuro, pero hoy, celebramos lo que vimos y lo que vivimos.
Que así, sea.