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Desde el Cerro de la Silla

September 20, 2022 - por

Desde el Cerro de la Silla

Cerro de la Silla.

Monterrey, NL.

Hoy se festeja otro aniversario de nuestra Ciudad Metropolitana de Monterrey.
Para nadie es un secreto que se fundó 3 veces, y que los 3 fundadores fueron juzgados por la “Santa” Inquisición por ser “conversos” falsos, y seguir celebrando sus ritos judíos; ya que eran judíos sefarditas de nacimiento, que tuvieron que salir de España debido al decreto de los Reyes Católicos que los condenaron al exilio tanto a ellos como a los españoles islámicos.
Muchos se sorprenden de la “visión” de Don Diego de Montemayor, el último fundador, ya que nombró a un simple villorrio como una “ciudad metropolitana”. Si alcanzó o no a ver el futuro, nunca lo sabremos. Pero sus palabras fueron proféticas.
Y Monterrey se convirtió en un pueblo pujante, donde predominó la esclavitud (tanto de población de origen africano como amerindios). Aún con la esclavitud abolida en 1814, aquí se siguió practicando.
Tal vez por eso sufrimos una venganza del destino durante la invasión estadounidense en nuestro país. Porque en la “Batalla de Monterrey”, estuvimos a punto de vencer y echar para atrás al ejercito invasor. Pero mensajes de la entonces capital, la todavía ciudad de México, dieron la orden tajante de dejar de pelear y abandonar la plaza. Hay quienes comentan que dichas órdenes eran porque había el temor de que el general mexicano a cargo de la batalla regresará a la ciudad de México victorioso y, por lo tanto, se hiciera con el poder político; por lo cual prefirieron dejar la plaza. Pero el caso es que se dio la orden de no seguir peleando.
El general norteamericano, al saber lo anterior, permitió que el ejercito mexicano saliera con todas sus armas y hasta con banderas desplegadas, porque sabía que no era una rendición militar, sino una rendición política. El presidente estadounidense, cuando se enteró que su general había permitido salir prácticamente sin hacerle daño al ejército mexicano, entró en cólera. Pero se conservó algo de honor entre militares con esa medida.

Claro, ya estando ocupada la ciudad, el honor se olvidó. Los invasores se dedicaron a saquear, a violar y a asesinar a mexicanos (regiomontanos) a mansalva. Muchos neoleoneses de ojos claros y pelo rubio solo son el resultado de violaciones por parte de soldados estadounidenses durante la ocupación, pero, sobre todo, de los famosos “Texas Rangers”, que fueron los más sádicos en la ocupación de nuestra ciudad.
Así que, por eso, nuestra ciudad no se mostró muy a favor del centro durante la siguiente ocupación de nuestro país, ahora por parte de Francia. De hecho, el gobernador en turno se alió con los invasores, y estuvo a punto de linchar al presidente de la República en ese momento, cuando acudió a cobrar el dinero de los impuestos de la aduana.
Pero dicho gobernador todavía perseguía y esclavizaba a indígenas en la localidad ¿Cómo iba a aceptar a un presidente también de un pueblo original como su “presidente”? Su traición fue cobrada con un fusilamiento reservada solo a los traidores: de rodillas, de espalda y haciendo que el cuerpo cayera en una fosa séptica. Hasta el momento, no he puesto nombres de los protagonistas, a excepción de Don Diego de Montemayor. Pero el encargado del pelotón de fusilamiento de ese gobernador fue Porfirio Díaz. Y escribo esto porque muchos añoran la época de ese gobernador, Vidaurri. Pero también añoran la presidencia de Porfirio Díaz, y quiero dejarlos con ese dilema mental de que uno de sus “héroes” eliminó a otro de sus “héroes”. ¿De qué sirve el conocimiento, si no provocamos dolor de vez en cuando con dicho conocimiento?
Por cierto, hay quien culpa al presidente de un pueblo original de habernos “quitado” buena parte del territorio estatal, pero nadie menciona que ese territorio era originalmente de Tamaulipas, y que el emperador europeo invasor se lo quitó a dicho estado, para “cederlo” a Nuevo León. El presidente republicano, al vencer en la guerra y expulsar a los franceses (y fusilar en el inter al emperador invasor), regresó los territorios y los estados a sus fronteras originales. De hecho, para poder tener frontera con Texas, Tamaulipas nos tuvo que ceder (vía un pago), parte de su territorio, porque Nuevo León en forma original, desde el origen del país, no tenía contacto con el Río Bravo. Pueden revisar los mapas de la época.
Pero, en fin: Monterrey siguió son su animadversión hacia todo lo que fuera del centro, porque siempre nos “perjudicaba” (empezando por la Inquisición), y hacia todo lo que no fuera europeo. Ya en su momento, perdimos la animadversión hacia lo estadounidense (al final de cuentas, los estadounidenses solo aplicaron esa regla romana que dice que a un ejército no se le gana en el campo de batalla, sino en la cama estando con sus mujeres). Pero seguimos odiando también, por lo mismo, a todo lo que no fuera católico (a punta de Inquisición), o “blanco” (a punta de…violaciones de nuestras mujeres).
Así que miembros de los pueblos originarios, cualquiera que fuera de otra religión, o alguien que tuviera su piel muy oscura, no sería bien recibido por la ya proto burguesía que se estaba formando en nuestra entidad.
Burguesía que se cohesionó y “mejoró” (racialmente) con la llegada de maestros europeos y estadounidenses para inaugurar la cervecería de Monterrey. Obvio, ya “aburguesados”, no hicimos nada por destacar en la última gesta de nuestra nación en términos bélicos: la Revolución. Sí, tropas revolucionarias tomaron a dicha cervecería. Y sí, la “nacionalizaron” brevemente. Pero esa nacionalización, así como el hecho de que en Monterrey se prohibió terminantemente la fabricación de pulque para que la cerveza no tuviera competencia, son parte de la historia “olvidada” de nuestra ciudad.
Como también se quiso “olvidar” la balacera donde empresarios regiomontanos, desde el Casino Monterrey, acabaron con la vida de 4 obreros y dejaron heridos a decenas más, en julio de 1936, debido a que éstos últimos (los obreros) se estaban manifestando a favor de la reforma a la educación pública del presidente Cárdenas (los empresarios adujeron que era porque apoyaban a los comunistas españoles en la Guerra civil de dicho país).
El general que protegió a dichos empresarios, con el tiempo se enfrentó a Ávila Camacho por la presidencia de la república en 1940. Al aducir que había sufrido un “fraude”, y mandar a sus votantes a manifestarse, fueron a su vez baleados (esto, ya en la ciudad de México), por lo cual quedó Ávila Camacho de presidente, y se dice que ahí se saldó la deuda de los regiomontanos de “izquierda” muertos, con los capitalinos conservadores muertos poco después.
La sangre siempre pide su cuota.
Más adelante, el asesinato de un empresario de nuestra ciudad, adelantado a su época para brindar prestaciones sociales y laborales a sus trabajadores, provocó también otro baño de sangre en los grupos de jóvenes señalados como los autores de dicho crimen. Pero los principios que había dejado ese empresario se perdieron, y sus sucesores implementaron políticas que dejaron en la nulidad el brindar prestaciones sociales y laborales.
Lo cual permitió que llegará al poder un movimiento que buscó recuperar esas prestaciones, y que ha sido muy aborrecido por nuestra ciudad, que siguió siendo discriminadora y prejuiciosa, al punto de perseguir en este momento, como en su momento lo hicieron (con los que no eran católicos, y después con los que no eran de origen europeo), a cualquiera que buscará un reparto más equitativo de las ganancias que produce nuestro estado. Y con éstos últimos lo hicieron con el estigma de llamarlos de “izquierda”, y que tenían las manos manchadas con la sangre de ese empresario, olvidando que los empresarios también se mancharon las manos en su momento, y los regiomontanos en gran parte de su historia, permitiendo el esclavismo.
Tuvimos momentos donde se hizo “justicia poética”, pero no quisimos aprender. Y seguimos con nuestras divisiones, y criticando al inmigrante, legal o ilegal, nacional o extranjero, a menos que sea de tez muy blanca y piense en forma muy conservadora, ya que en ese momento se le acepta como alguien más del terruño.
Y un servidor, neolonés de 10ª generación, cuyos antecesores ayudaron a forjar (nunca mejor empleado este verbo) y a que creciera mi ciudad y mi estado, es criticado por ser uno de los que buscan la equidad y la tolerancia.
Porque seguimos sin aprender que, de haber habido equidad y tolerancia desde hace siglos, los fundadores de Monterrey no hubiesen muerto por sus creencias.