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El 14 de enero del 2019 estalló la huelga de maestros bajo el grito: “Es la lucha por la educación pública”. La lluvia y el frío no ahuyentaron a la multitud, más bien parecieron convocarla

January 14, 2020 - por

El 14 de enero del 2019 estalló la huelga de maestros bajo el grito: “Es la lucha por la educación pública”. La lluvia y el frío no ahuyentaron a la multitud, más bien parecieron convocarla

El líder de los maestros, Alex Caputo-Pearl, pronuncia un mensaje en la preparatoria Marshall. 

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El director general de La Educación, Francisco Mendoza, escribió el siguiente reportaje sobre el paro calificado de “histórico” por el liderazgo del Sindicato de Maestros de Los Angeles (UTLA, siglas en en inglés), titulado: “ En el lluvioso primer día de huelga, los maestros irradían aplomo, muestran unidad y miles que marchan en el centro angelino destacan que su lucha es por la educación pública”.

El sumario apuntaba:

“Acompañados de padres, alumnos, comunidad y sindicalistas, fustigan la codicia del superintendente del distrito escolar, Austin Beutner, por su intento por privatizar las escuelas. No quieren la huelga, pero la prolongarán mientras no haya una respuesta efectiva a sus demandas. Sigue el silencio de las autoridades. Reciben el apoyo de millones de docentes del país, de politicos, legisladores y del Condado de Los Angeles”.

Este es el texto íntegro de ese trabajo periodístico:

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A las 6:15 de la mañana parecía que el tiempo se estacionaba con todo y la negrura de la noche. Aquella quietud sólo la perturbaba la lluvia intensa, pertinaz, y la voz de trueno de un maestro: “¡Huelga!”. Y de los pocos vehículos que empezaban a entrar en movimiento surgían bocinazos en solidaridad con la causa magisterial.

La escena tempranera, correspondiente a la preparatoria John Marshall, en el área de Los Feliz, era preludio de una jornada histórica en el calendario magisterial angelino. Una página en blanco empezaba a escribirse con fuerte contenido social teniendo como marco la justicia educativa. Pareciera que la tempestad en lugar de ahuyentar, convocaba. Pareciera que llovían infusiones de ánimo inflamado, de coraje, de determinación. Un aguacero que energizó a los docentes.

Diez minutos después ya estaban afuera del plantel todos sus maestros, con vestimenta roja, vehementes, unidos, animados, gritando, portando pancartas de su lucha. Lo mismo ocurrió en los casi mil planteles de Los Angeles.

Fue la mañana de la marea roja. En planteles, en las calles, en el metro se hicieron presentes. A su lado, estudiantes, madres, padres, miembros de la comunidad y sindicalistas.

A medida que arreciaban los chubascos y el frío que a veces quemaba por lo congelante, también subía el nivel de adrenalina de los docentes y los decibeles de sus gritos estentóreos.

El sentimiento y ardor por el primer día de huelga los impulsó a desafiar al tiempo, pésimo para unos, inmejorable para otros. Cada mentor imprimió su sello para ponerle a la fecha el sello de la trascendencia.

Esta mañana, la actividad de los educadores cesó en las escuelas del segundo distrito más importante del país. Pero en el paro, en las calles, dan la lucha por su regeneración.

O como rezaba una pancarta: “El maestro luchando también esta enseñando”.

Los docentes también mostraron su músculo a las corporaciones, a los multimillonarios que ven a la educación como botín. Freno a su codicia, fue el mensaje.

Una madre de familia con su hija.

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En la preparatoria Marshall los dirigentes de UTLA ofrecieron una conferencia de prensa. Estuvieron, además, las lideresas de las organizaciones nacionales de maestros: Randi Weingarten, de la Federación Americana de Maestros, que tiene 1.5 millones de afiliados, y Lily Eskelson- García, de la Asociación Nacional de Educadores, con 3.5 millones de miembros.

El presidente del Sindicato de Maestros de Los Angeles, Alex Caputo-Pearl, enfatizó:

“Aquí estamos en un día lluvioso en el país más rico del mundo, en el estado más rico del país, en un estado tan azul (demócrata) como puede ser, y en una ciudad llena de millonarios, donde los maestros tienen que ir a la huelga para obtener lo básico para nuestros estudiantes “.

“Aquí estamos en una lucha por el alma de la educación pública”, resaltó para luego decir:  “La pregunta es: ¿matamos de hambre a nuestras escuelas públicas vecinales para que se privaticen o reinviertamos en nuestras escuelas públicas vecinales para nuestros estudiantes y para una ciudad próspera?”.

Caputo-Pearl aseguró que los maestros no quieren la huelga, porque “no queremos perder el tiempo con nuestros estudiantes”, pero tampoco “queremos tener menos dinero para el pago del automóvil o menos dinero para los útiles escolares que siempre terminamos comprando nosotros mismos”.

El dirigente se centra en las propuestas fundamentales que el superintendente del distrito escolar, Austin Beutner, sigue sin responder:

*Menos alumnos en las aulas.

*Más consejeros, trabajadoras sociales, enfermeros, consejeros y psic’ologos en las escuelas

*Impuso a la educación bilingüe, de adultos, especial.

*Frenar la expansión de las chárter.

*Regular y hacer transparentes a las chárter.

*Evitar la fuga anual de 600 millones de dólares del distrito escolar para destinarlas a las chárter.

El líder magisterial también cuestionó la agenda privatizadora de Beutner y el involucramiento de multimillonarios como Eli Broad en el movimiento de las escuelas charter, que a toda costa quieren mayores espacios en la Junta Educativa para seguir menoscabando a la educación pública y al propio sindicato de docentes.

Y por eso declaró que esta es una huelga en favor de la educación pública.

“ Las escuelas corresponden a gente de Los Angeles no a multimillonarios”, enfatizó.

Dijo que el  Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles debe gastar parte de su reserva, cercana a los dos mil millones de dólares, en atender  las necesidades de las escuelas.

Randi Weingarten, de la Federación Americana de Maestros, dijo que los ojos de la nación miran al movimiento de maestros de Los Angeles y le expresan su solidaridad.

“Necesitamos las condiciones para garantizar que todos los niños … tengan la oportunidad que se merecen”, expresó.

La dirigente de la Asociación Nacional de Educadores, Lily Eskelson- García, fue entrevistada brevemente por La Educación:

Juan Ramírez, vicepresidente del sindicato de maestros angelino, aseguró que el distrito escolar no hace caso a las demandas del sindicato de maestros, pese a que se ha ido deteriorando la educación.

“El distrito solo da atole con el dedo diciendo que no hay dinero”, indicó.

Recordó que el distrito tiene una reserva de casi dos mil millones de dólares más 140 millones adicionales del presupuesto del gobernadora Newsom.

Y, puntualizó, que por ahora no está planeda una reunión de avenimiento entre ambas partes, lo que pone de relieve la falta de interés por la educación de parte del superintendente Beutner y de la presidenta de la Junta Educativa, Mónica García.

De nueva cuenta el centro de Los Angeles se volvió en el corazón del pensamientio y acción de los maestros. El año pasado en el Grand Park se reunieron por primera vez unos doce mil educadores y el 15 de diciembre unos 50 mil. Y ahora, una cifra parecida. El incensante agucero fue reto superado.

Paraguas, impermeables, gruesas chamarras, algunas que cedieron al vendaval y permitieron que sus cuerpos usuarios terminaran empapados. Pero nadie dio un paso atrás.

La marea roja avanzó lentamente hacia la sede del distrito escolar con cánticos: “Si no hay contrato, no hay paz”,  “¡Sí se puede!” y sugestivas leyendas.

Miles de maestros viajaron al centro angelino en el metro.

Jóvenes expresan apoyo a sus maestros.

En la preparatoria Marshall, estudiantes se manifiestan contra las chárter.

Allí estaba el maestro añoso, el que vivió la huelga de 1989, la novata, la madre de familia con rostro moreno, con facciones indígenas, cargando a su hijo de seis años, temblando de frío, pero emocionados.

¿Por qué estás aquí?, se le inquirió. “Por que quiero que mi hijo tenga buena educación”, respondió.

Allí, igualmente, jóvenes bulliciosos, de origen latino, bilingüe, bailando, brincando y coreando consigas en favor de sus maestros.

Alli estaban caras mestizas de hispanohablantes, el afroamericano, el asiático, el anglosajón. El reflejo del crisol étnico de esta ciudad, de las más cosmpolitas del mundo, donde en un salón de clase se hablan hasta 20 lenguas diferentes.

La marcha fue una fiesta. Abarcó buen aparte de las calles del centro. Parecía  interminable, como interminable era el buen humor, el gozo por el paso dado, el orgullo de luchar contra los adversarios de la educación pública en la que se formaron todos ellos.

Iban mojados, pero empapados de buen humor, de unidad.

Como lo dijo el vicepresidente de UTLA, Juan Ramírez:

Los maestros están definiendo en más de un sentido el derrotero de la educación pública en la ciudad y en el resto de Estados Unidos.

Los Angeles es el centro neurálgio de esa batalla.

“Nuestra lucha sienta un precedente. No más mala educación por falta de recursos. Vamos a poner nuevas reglas para darle a estudiantes lo que merecen”, dijo.

“Ganaremos”, exclamó Ramírez.

Eso creen todos.