El inevitable ataque de Trump a México
August 2, 2019 - por Jorge Santibáñez*/La Jornada.
Probablemente aborde otros temas como la economía, las relaciones con otros países (Corea del Norte, Irán), sus cada vez más graves problemas personales y legales, y los pleitos con el congreso, pero siempre regresará a atacar a los migrantes mexicanos como causantes de todo lo que no funciona en Estados Unidos.
El presidente Trump es antimigrante. Basta revisar sus más recientes declaraciones en contra de cuatro legisladoras a las que exigió regresar a sus países. Poco importa que tres de esas legisladoras hayan nacido en Estados Unidos y una sea ciudadana naturalizada. Las cuatro, ante sus ojos, parecen migrantes. Su piel es más oscura y en su lógica no podrían ser estadunidenses. Increíble pero cierto, así pasó. Eso no es lo más grave, lo delicado es que en el mitin que siguió a esa expresión, la audiencia, sus bases, vociferaban a coro que esas legisladoras deberían regresar a sus países y él, a sonrisa plena, los escuchaba.
El color de la piel del migrante mexicano encaja perfectamente en la descripción de lo que él, y sus bases, consideran no debe de estar en Estados Unidos. A ello hay que agregar la percepción que esos migrantes quitan empleo a los estadunidenses y hacen las ciudades inseguras.
Más allá de que alguno de los funcionarios de Trump se tomen fotos sonrientes con sus contrapartes mexicanas, o que él diga que México está haciendo muy buen trabajo deteniendo migrantes centroamericanos, el ataque a México y a los mexicanos en Estados Unidos llegará, regresará. Ante esta situación, ¿qué hará el gobierno mexicano?
Hasta ahora México ha escogido tres estrategias con respecto a Estados Unidos. La primera es la de no engancharse, es decir, no responder, diga lo que diga; recurrir al cada vez menos aplicable y creíble argumento de que se trata de asuntos internos de Estados Unidos y nosotros no nos metemos. La segunda es hacer lo que nos pidan para detener a los centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos, pretendiendo su beneplácito. La tercera es buscar a toda costa la aprobación del T-MEC. Las primeras dos están al alcance de México, la tercera no tanto.
No parece que esas tres estrategias sean la base de una relación bilateral de esta importancia y menos aun que aguanten un sexenio. ¿Cuánto tiempo vamos a tener en México a 21 mil agentes de la Guardia Nacional deteniendo migrantes mientras los problemas de seguridad pública, atribución de ese cuerpo policiaco, nos devoran? ¿cuánto tiempo vamos a creer que somos muy eficientes porque detenemos al flujo de migrantes centroamericanos, cuando en realidad lo único que estamos haciendo es aventarlos a que sigan rutas más riesgosas y se entreguen al crimen organizado?, ¿cuántos insultos vamos a aguantar sin decir nada? ¿hasta cuándo tendremos votaciones a mano alzada para no engancharnos, en auditorios en donde a nadie le importa los mexicanos en Estados Unidos?
Lo peor es que si gana Trump en 2020 perdemos, porque ya nos tomó la medida y sabrá, él sí, cómo negociar con nosotros. Si pierde Trump, también perdemos porque llegaríamos devaluados con los demócratas, como un país que acepta todo y cede a todo. Ojalá y me equivoque, pero este gobierno está hipotecando por mucho tiempo la relación con Estados Unidos, y todo por unas palmaditas en la espalda acompañadas de un good job.
* Presidente de Mexa Institute
Twitter: @mexainstitute