Hace treinta años, el movimiento de elección de escuela se jactaba de que los chárter y los vales “salvarían a los niños pobres de las escuelas públicas que fracasaban”. Afirmaron que las escuelas privadas superan a las escuelas públicas. Ahora sabemos que la elección de escuela no produce mejoras académicas para los estudiantes; que muchos eligen a sus estudiantes y discriminan a los niños que no quieren.

La semana pasada, la revista Forbes publicó un artículo sobre cómo“School Choice Sigue Ganando”. Curiosamente, “ganar” no se define como ayudar a los niños a aprender. De hecho, el artículo evita ese problema porque la evidencia indica que la elección de escuela en realidad está fallando en ese frente. En cambio, Forbes usa el término para celebrar la expansión de los programas de elección en muchos estados liderados por el Partido Republicano.

El lenguaje utilizado en el artículo de Forbes refleja una estrategia retórica que los defensores de la elección de escuela han adoptado en los últimos años. Nosotros analizamos cómo el lenguaje que favorece la elección educativa está dando forma cada vez más a la política educativa de Estados Unidos para un nuevo artículo publicado en la revista Kappa Delta Pi Record. Las características clave de algunas narrativas dominantes incluyen cambiar el enfoque de los resultados académicos (donde los defensores de la elección, durante años, habían insistido en que había grandes ganancias). En cambio, en vista de una serie de estudios recientes que muestran que los estudiantes en programas de elección experimentan una disminución relativa en las ganancias de aprendizaje, los defensores de la elección como Betsy DeVos y Donald Trump han estado moviendo las reglas del juego para centrarse en las narrativas personales y las afirmaciones de la elección de escuela como “libertad”, “libertad” o un “derecho civil”. La educación pública a menudo se enmarca como una empresa “fracasada” y, por lo tanto, una carga para el contribuyente y las familias pobres. Este lenguaje a menudo implica que la educación debe organizarse como un “negocio”, con las familias como “consumidoras” de los beneficios privatizados de la educación.

Pero también observamos contra-narrativas emergentes que apoyan y conciben un sistema de educación pública fuerte y ampliamente apoyado. Por ejemplo, en 2019 en Kentucky, los superintendentes se unieron para oponerse a un proyecto de ley que crearía un programa de crédito fiscal de becas para escuelas privadas. Participaron en reuniones urgentes de prensa y a través de las redes sociales para destacar la importancia de una financiación adecuada para las escuelas públicas del estado. Un superintendente dijo:

Todos estamos en este negocio para ayudar a los estudiantes, estamos en la educación pública. Y es un hecho muy simple que en los últimos diez años el porcentaje de financiamiento del estado ha seguido disminuyendo. La carga sobre los distritos escolares locales ha seguido aumentando. Los profesores lo sentimos igual que nosotros. Cada uno de nuestros empleados lo siente. Entonces, nos sentimos muy apasionados y todos estamos muy unidos por esta idea de que no podemos seguir permitiendo que el Estado desvía fondos de la educación pública.

Otro superintendente, ilustrando las preocupaciones de financiamiento en tiempo real que tienen, dijo:

Usted necesita preparar y proveer para todos nuestros estudiantes, todos nuestros estudiantes, y el aprendizaje del siglo 21 es mucho más diverso de lo que era hace 20 años. Por lo tanto, proporcionarles necesidades específicas a expensas de otro mecanismo de financiación o mientras perdemos flujos de financiación específicos lo ha hecho difícil. Nos enfrentamos a una elección: ¿mantenemos Read to Achieve o compramos libros de texto? ¿Compramos libros de texto o ofrecemos desarrollo profesional interno? Esas son decisiones difíciles, decisiones que se han tomado, que seguiremos tomando yo y mis colegas, para beneficiar a nuestros hijos. Pero está empezando a ser muy difícil, porque se está llegando a la carne de los servicios a los niños, y cuando eso se convierte en un problema inhibe su aprendizaje, inhibe sus oportunidades, nos impide crear vías adicionales que estarían interesados en seguir, ya sean opciones de carrera o lo que sea. Por lo tanto, se convierte en un esquema muy problemático cuando se mira de esa manera.

Y todo esto antes de la pandemia. Por lo tanto, ahora en 2021, creemos que estas preocupaciones con respecto a la financiación de las escuelas públicas siguen siendo claramente relevantes.

El análisis termina hablando de lo que está por venir y por qué las palabras son importantes en la política y la práctica en medio de los esfuerzos continuos y evolutivos de algunos para privatizar aún más los recursos públicos.

El artículo recientemente publicado está disponible aquí. 

*Malin, J. R., Potterton, A. U., & Lubienski, C. (2021). El lenguaje importa: K-12 que favorecen las historias que favorecen la elección y las que favorecen al público. Kappa Delta Pi Record, 57(3), 104-109. https://doi.org/10.1080/00228958.2021.1935175

Tomado del blog de Diane Ravitch.