CIUDAD DE MEXICO

Las elecciones de hoy nos ofrecen un panorama político inédito. Existen dos núcleos, uno encabezado por el Presidente y otro por sus opositores. Las alianzas de la oposición –hace algunos años– hubieran sido imposibles, intolerables. El partido del Presidente intentará ganar el control de la Cámara de Diputados para continuar sus reformas.

¿Podrá el partido del Presidente mantener el control de la Cámara de Diputados y alcanzar la mayoría calificada gracias a las alianzas que su partido ha hecho con otros más pequeños? No lo sabemos, y lo sabremos hasta mañana. También se prevé que no habrá carro completo en los 15 estados donde se disputan las gubernaturas ni a nivel de los municipios, donde habrá un resultado variopinto.

Una característica novedosa de estas elecciones ha sido la instrumentalización de la procuración de justicia electoral. Se han recibido unas 50 mil llamadas durante el proceso, de las cuales sólo 600 pueden considerarse denuncias más o menos estructuradas. Las denuncias, en su abrumadora mayoría, no responden a hechos reales ni permiten a los investigadores ejercer la acción penal. En alguna forma en el futuro, tendrán que sancionarse estos abusos.

Otra característica importante es que en el pasado no tan remoto el Estado estimulaba o encubría los fraudes electorales; ahora, en sus tres órdenes, ha contribuido en alguna forma a la defensa de las elecciones. No podemos saber su eficacia, sino hasta después de que se cuenten los votos. El cambio es muy notable.

Esta vez, como nunca, hay incertidumbre, lo que es una buena señal al ser algo característico de los procesos democráticos genuinos. Las elecciones son inéditas por su complejidad y por el número de eventos que concurren, también porque por primera vez puede esperarse que la gente salga a votar con la certeza de que se tomarán en cuenta los votos y que los resultados no son enteramente previsibles ni determinados por la voluntad del Presidente y sus aliados.

Sería muy bueno que quienes pierdan en estas elecciones reconozcan sus derrotas y no utilicen los medios que la ley otorga para enredar las cosas y prolongar las agonías políticas semanas o meses enteros, en una lucha que generalmente es infructuosa en los tribunales.

Colaboró Mario A. Domínguez.

*José Agustín Ortiz Pinchetti es titular de la Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales (FEDE),