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¡Es la hora cero de la nueva República!, clama Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, al inicio de sesiones de la 64 Legislatura, dominada por Morena

September 2, 2018 - por

¡Es la hora cero de la nueva República!, clama Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, al inicio de sesiones de la 64 Legislatura, dominada por Morena

Apertura del primer periodo ordinario de sesiones de la 64 Legislatura, ayer en San Lázaro.Foto Yazmín Ortega Cortés

Con el sexto y último Informe del presidente Enrique Peña Nieto en manos de los legisladores, el Congreso de la Unión inició, además, una inédita etapa de su historia que, desde la perspectiva de Porfirio Muñoz Ledo (Morena), se enfilará por la ruta de la austeridad, honestidad, transparencia, rendición de cuentas y la integridad política.

La reconciliación es un método para construir juntos, pero no un subterfugio para olvidar. Nadie puede abolir la historia, ejercemos tanto el derecho a la memoria como el don de la tolerancia, y acatamos el imperativo de la justicia. ¡Es la hora cero de la nueva República!, definió el presidente de la Cámara de Diputados.

Ayer, pasadas las 17 horas se cumplió el requisito constitucional de entrega del Informe presidencial. Muñoz Ledo –acompañado por Dolores Padierna, Martí Batres, Jorge Carlos Ramírez Marín, Dulce María Sauri, Miguel Ángel Osorio Chong y Rafael Moreno Valle, entre otros– recibió de Alfonso Navarrete Prida el Informe, su resumen ejecutivo y los anexos estadísticos, en el salón de protocolo de la Cámara.

Por primera vez desde 2007, cuando el presidente dejó de acudir al Palacio Legislativo, el secretario de Gobernación en turno no emitió un mensaje político.

Mensaje al Presidente

Este sábado, al inicio de la 64 Legislatura y del periodo de sesiones ordinarias, con una nueva composición de fuerzas donde Morena y sus aliados dominan, Muñoz Ledo pidió al funcionario darle un mensaje al Presidente, pero también recriminó la decisión del Congreso de modificar la Constitución para evitar la presencia del Ejecutivo ante el Legislativo.

Dígale, por favor, si así lo tiene a bien, que nosotros sí pensamos acudir a las celebraciones patrias y a su Informe de gobierno. Que no queremos interrumpir, ni por un instante, la secuencia histórica y constitucional de la República, planteó.

Navarrete Prida refirió que los funcionarios estarán pendientes de la glosa del Informe y de las comparecencias que solicite el Congreso.

En cuestión de cinco minutos se finiquitó la entrega-recepción del texto presidencial. Muñoz Ledo regresó al salón de sesiones y ahí, instalado en la presidencia cameral, enfrentó su primera sesión y las interrupciones de Emilio Álvarez y Óscar González Yáñez, quienes no le permitían presentar su discurso inaugural.

El primero solicitó intervenir en la sesión de apertura, en representación de dos legisladores que se declararon independientes. Muñoz Ledo le dejó en claro que su petición era improcedente y que carecía de fondo jurídico.

Cual defensor de la libertad de los diputados, Óscar González Yáñez (PT) abogó por Álvarez y, en tono socarrón, quiso corregir al ­diputado de Morena, quien le re­viró: Quiere convertir en una sesión de debate, una sesión ceremonial de ambas cámaras.

Aun así, Muñoz Ledo le volvió a conceder el micrófono al petista y éste, con una sonrisa, le dijo: Yo soy más moderno que usted. No le voy a plagiar ni a secuestrar la asamblea. Mi intención es ayudarle.

El ex embajador ante Naciones Unidas le replicó: No, gracias. Deveras se lo agradezco, no creo que lo necesito tanto… Perdóneme, con todo respeto, la conducción de esta sesión es constitucionalmente función exclusiva del presidente del Congreso. Le agradezco la ayuda, pero le ruego que respete el curso de la sesión.

Como a Óscar González Yáñez no le quedó clara la explicación, insistió en levantar la mano. Y de plano, Muñoz Ledo le soltó: Subrayo en esta ocasión la palabra honorable. Porque pretendemos que el Legislativo sea motivo de honor y no de vergüenza.

Devino una tanda de aplausos de Morena a Muñoz Ledo. Y éste, sin preámbulo, recordó 30 años después de que en 1988 surgió el primer reclamo legislativo a un Presidente, en aquella ocasión por el fraude electoral, perpetrado y cometido por el gobierno.

Ese reclamo histórico fue del propio Muñoz Ledo, quien interpeló a Miguel de la Madrid Hurtado. Y tiempo después, recordó ayer, la quema de paquetes electorales, en connivencia del PRI con el PAN y su prohombre, Diego Fernández de Cevallos.

“Hoy vivimos la refundación de la República. La cuarta transformación del país, desde el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, hasta el más modesto de los servidores públicos… iniciamos un régimen distinto, basado en la búsqueda incansable del consenso, con el pleno ejercicio de la soberanía popular”, afirmó.

Óscar González obligó a su coordinador, Reginaldo Sandoval, a cederle tres de sus 15 minutos en tribuna a Emilio Álvarez, quien usó las siglas del PAN para convertirse en senador, pero ahora se declaró independiente, pues es indispensable mantener nuestra autonomía.

En un desatino, el perredista Antonio Ortega –hermano del chucho Jesús Ortega– también trató de enmendar la plana a Muñoz Ledo. Lo acusó de perder el respeto del pleno con su conducción. Viejo parlamentario también, Muñoz Ledo lo ubicó: Creo que el respeto que usted me tenía era demasiado frágil.

La actitud de Ortega fue reprobada incluso por sus compañeros de bancada. Mauricio Toledo se deslindó: No compartimos la postura de Ortega; falta al respeto a la soberanía del Congreso.

Y fue Claudia Ruiz Massieu, la presidenta del PRI, quien en tribuna se descompuso. La emprendió contra quienes abandonaron las filas de su partido y los que se divorciaron de éste: Los priístas no somos mercenarios de la política, que cambian de lealtades, de proyecto e incluso de ideología tan pronto como el poder cambia de manos.

La frase encendió los ánimos del pleno. Desde Morena retumbó en el salón el pase de lista a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. La sobrina de Carlos Salinas de Gortari hizo una mueca, hasta que concluyó el grito con el número 43.