EU: eterna ambición territorial
August 22, 2019 - por La Jornada.
Interrogada al respecto, la gobernante europea recordó que Groenlandia no es danesa, sino groenlandesa
, calificó la oferta como absurda
y dudó que se hubiera dicho en serio
. Trump, a su vez, se dio por ofendido, tildó a Frederiksen de desagradable y sarcástica
y recurrió a la ironía agradeciéndole que hubiera sido tan directa
y que le ahorrara, con ello, una buena cantidad de gasto y esfuerzo a Estados Unidos y a Dinamarca
.
Sin duda, el episodio agrega una señal al distanciamiento entre el gobierno del magnate neoyorquino y los aliados europeos de su país y añade una página al abultado recuento de ridículos, impertinencias y rudezas del propio Trump. Pero más allá de eso, obliga a recordar que, con o sin Trump, la superpotencia vecina es el Estado más expansionista del mundo y que en sus sucesivas ampliaciones territoriales no sólo ha recurrido a las transacciones monetarias, sino también a la guerra y al despojo, como ocurrió con los millones de kilómetros cuadrados que le fueron robados a nuestro país en el siglo antepasado y en los que hoy se asientan California, Arizona, Nuevo México, Texas, Nevada, y partes de Colorado, Utah, Kansas y Wyoming.
Previamente, en 1803, Washington le había comprado a Napoleón Bonaparte, en 15 millones de dólares, el inmenso territorio de la Luisiana original, que comprende los actuales estados de Arkansas, Misuri, Kansas, Iowa, Nebraska, Dakota del Norte y Dakota del Sur, la mayor parte de Wyoming y Oklahoma, además de la Luisiana contemporánea. Unos años más tarde el naciente país le arrebató la Florida a España y luego consolidó esa posesión con una bárbara guerra de exterminio en contra de los habitantes originarios, los indígenas seminolas. En 1867, Estados Unidos le compró Alaska a Rusia a cambio de 7 millones de dólares y en 1898, tras una breve guerra contra España, se hizo con la posesión de Cuba, Filipinas y Puerto Rico; en ese mismo año se anexó Hawai y en la primera mitad del siglo XX ocupó diversos territorios y los convirtió en protectorados, enclaves y colonias. En todos esos casos, pero particularmente en los actuales estados continentales de la superpotencia, la población originaria fue con frecuencia masacrada, deportada y sometida a los peores abusos.
Por lo que hace a las ambiciones coloniales de Washington sobre Groenlandia, datan cuando menos de 1867, cuando un informe del Departamento de Estado documentó el interés estadunidense sobre esa isla y sobre Islandia, y tuvieron una primera expresión formal en 1946, cuando el entonces presidente Harry S. Truman ofreció a Dinamarca 100 millones de dólares a cambio de ese territorio. Así pues, por grotesco que haya sido el tono de Trump al proponerle a Copenhague lo que podía ser, en sus propias palabras, un negocio inmobiliario
, su postura es consistente con una vieja pretensión colonialista sobre la isla ártica y con la histórica voracidad geográfica de Estados Unidos.
Este inopinado resurgimiento de los afanes expansionistas estadunidenses, finalmente, debe ser tomado en México como un signo preocupante y motivar una alerta en torno al norte del mapa mexicano, porque las ambiciones territoriales del país vecino siguen vigentes.