Monterrey, N.L.

Como sucede a los hijos de padres divorciados, en mi vida he tenido que dividir mi afecto entre la tierra coahuilense que me vio nacer, y la ciudad cuya mística de trabajo suele forjar de manera integral a las personas.

Y es que el ritmo laborista casi frenético que se vive en Monterrey, suele repercutir en la formación de buenos hábitos asociados con el servicio al cliente y la eficiencia profesional, incluyendo responsabilidad, puntualidad y honestidad entre otros valores.

A poco menos de cien kilómetros de distancia, en Saltillo Coahuila la vida se lleva en forma más bien introvertida, pues a través de sus pequeñas y antiguas tradiciones, esta sociedad rígida e inflexible dificulta la movilidad social y, por ende, no hospeda a los fuereños porque no hay manera de conocerlos “de toda la vida”.

En ambas regiones, el gobierno de la Cuarta Transformación y su posible continuidad no habrían podido expresarse más opuestamente, aunque desde luego interesante de analizar, sirviendo como ejemplo el compromiso de unidad que el 11 de noviembre Scheinbaum firmó con militantes de Morena y sectores de la sociedad regiomontana.

Resulta que en la tierra del salinato, cuna de la industria privada más poderosa de México y, por ende, de la prensa neoliberal enemiga por antonomasia del presidente Andrés Manuel López Obrador, el surgimiento de Morena parecía fallido hace apenas unos cuantos años.

Claudia Scheinbaum en su discurso posterior a la firma de unidad con militantes de Morena y sectores de la sociedad regiomontana.

Hoy, ante el éxito rotundo del evento presidido por la coordinadora nacional de los comités de defensa de la Cuarta Transformación, que reunió a más de cinco mil militantes de todos los municipios del estado, así como representantes de la sociedad civil y dirigentes de los partidos aliados (PT, PVEM), no queda mas que asombrarse.

Si bien en las redes sociales anexas a las notas que destacaron la presencia de Scheimbaum en Monterrey, los comentarios escépticos, quizá más bien sardónicos, regionalistas y antiobradoristas del típico regiomontano, no tardaron en aparecer.

En Coahuila, por otra parte, la propuesta de unidad de Scheimbaum ha estado enmarcada por su ausencia física y por la gestión de un suplente, que no ha podido remendar la irreconciliable separación entre quienes fueran precandidatos de Morena al gobierno local: Ricardo Mejía Berdeja y Armando Guadiana Tijerina.

Allí, el renovado nacionalismo de López Obrador parecía desde inicios del movimiento, un salto en el tiempo entre la época de los caudillos de la Revolución y los herederos de los constitucionalistas que construyeron la mexicanidad.

Sin embargo, la base magisterial de Coahuila, acostumbrada al discurso nacionalista y  didactismo patriótico, quedó inerme cuando los maestros tuvieron la oportunidad de deshacerse de los Moreira, auténticos depredadores de sus fondos de ahorro y servicios médicos, entre otros derechos laborales violados desde el gobierno.

De igual forma, los “dirigentes” de Morena Coahuila tampoco opusieron resistencia a la negociación cupular que, se dice, Guadiana entretejió desde el Senado con Mario Delgado, y en Coahuila con el propio gobernador Riquelme, en aras de ganarle a quien se impuso como líder nato del pueblo coahuilense.

Otra gran diferencia entre el entusiasmo mostrado a Scheimbaum en el Gimnasio Nuevo León Unido, y lo sucedido en Piedras Negras Coahuila hace apenas una semana con ausencia de la coordinadora nacional, fue que el respectivo evento de “unidad” estuvo marcado por la violencia política y de género contra Layla Yamillé Mitanus.

A la ex presidente del Consejo de Morena Coahuila, la violentó verbalmente el diputado plurinominal morenista, Antonio Attolini Murra, quien en compañía de otros hombres del partido la obligaron a bajarse del presídium, pese a que los asistentes apoyaban a la síndica, por cierto ganadora con mayoría en su distrito.

Attolini, diputado plurinominal sin demasiado arraigo en el estado, se justificó señalando que Mitanus fue expulsada del partido por apoyar a Mejía, y del evento por la misma razón pese a ser candidata para su distrito por el PT, hoy dirigido por el propio ex candidato.

En Monterrey en cambio, la presencia de los dirigentes de los partidos aliados, PT y PVEM alrededor de la coordinadora nacional, además de la de líderes empresariales, educativos, culturales, deportivos y hasta sindicales del estado, proyectan una congruencia envidiable y mandan un gran mensaje nacional, junto a la firma militante y ciudadana de unidad.

El hecho validó que una de las porras más escuchadas del sexenio: “Es un honor estar con Obrador” se actualizara genuinamente con: “Es un honor estar con Claudia hoy”, dejando claro que “la construcción del segundo piso de la 4T” será factible en Nuevo León, mientras que por desgracia se hunde en tenebrosa incertidumbre en el cercano pero lejano y olvidado Coahuila.