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La dignidad en la difícil tarea de la presidencia

October 2, 2019 - por

La dignidad en la difícil tarea de la presidencia

CIUDAD DE MEXICO

Entre las muchas tareas difíciles que funcionario político alguno pueda tener en México, está la Presidencia de la República. Eso es y ha sido siempre. Aunque algunos opositores, los más, han decidido ser laxos y “pragmáticos” respecto de los tres más grandes obstáculos que a todos y a cada uno de los gobernantes se les enfrentan, la menor parte de los practicantes de la política nacional se han ido por el camino difícil, infestado de abrojos, de la soberanía y el decoro nacionales.

La triple dificultad ha estado siempre allí: Estados Unidos y sus agresivas pretensiones imperiales; los barones insolentes de la iniciativa privada, a quienes muy frecuentemente se han unido los capitostes de la iglesia católica, así como las necesidades insolutas de la economía junto con las debilidades acogotantes de la sociedad de México.

Naturalmente, como se ha visto, para Andrés Manuel López Obrador la encomienda presidencial no ha sido fácil ni un paseo dominical o simplemente una hazaña llevadera, sino por lo contrario, aciaga y dura. Pero ha asumido el reto con una gran reserva de poderío personal que muy pocos presidentes han tenido desde el siglo 19. Se cuentan con los dedos de una mano los gobernantes que frente a esas tres dificultades máximas han tenido que echar adelante sus mejores capacidades y virtudes como políticos reales, y por lo tanto como hombres de estado.

En el orden histórico, para el palenquero han sido: Juárez, Madero, Carranza, Cárdenas y López Mateos. Ellos han logrado hacer valer su personalidad como los representantes más genuinos del pueblo mexicano. En capítulo aparte, pero al mismo nivel que los señalados, están los numerosísimos caudillos anónimos de la Independencia (encabezados por Hidalgo y Morelos), así como de la Reforma y de la Revolución que no llegaron a la máxima investidura, sin los cuales los antes mencionados no hubieran podido hacer lo que hicieron.

Ante las arrogancias exageradas y fatídicas de Donald Trump, magnate norteamericano metido a presidente por efecto de los quiebres de la política estadunidense y del muy bajo nivel político de las masas norteamericanas, López Obrador respondió:

“Gobierno con dignidad… nosotros, sin balandronadas, sin exageraciones representamos con dignidad a nuestro país y no tenemos nada de qué avergonzarnos, se defiende la soberanía de México”.

Lo dijo tal como se debe ante las insolencias de un farsante poderoso y payaso, como suponer que México está siendo “usado” por Trump para proteger la frontera norteamericana, dentro de la política del anaranjado para reprimir la migración hacia Estados Unidos.

No es la primera vez que ha acusado a México de ser instrumento propio, y no será la última que AMLO lo tenga que desmentir. Pero por lo pronto, ahí está la postura del gobernante mexicano, valiente y digna. La dignidad es algo que evidentemente Trump no sabe qué cosa es, ya que si no la reconoce en los demás, significa que él mismo no la tiene, por lo tanto que no la practica y no la entiende.

Esta postura de dignidad de AMLO no es algo que se tenga que estar machacando a diario ni a cada momento. Pero conviene dejar sentado que ella es algo consustancial a una política también digna, la de un país digno al que no abaten las presiones ni las acechanzas externas del gran imperio que por el momento encabeza el señor de la melena color zanahoria.

Junto con ello –lo cual confirma la dignidad de AMLO– el Presidente Mexicano, así con mayúsculas, volvió a expresar que tendemos la mano amiga a todos los gobiernos y los gobernantes del mundo. AMLO y México no son entes de querella, sino de entendimiento, de negociación y de arreglo. Están muy por encima de los alcances de un negociante de bienes raíces lograr que México rebaje sus horizontes a los niveles de este Shylock que nada tiene de clásico, sino todo lo pedestre y vulgar de un personaje tan de quinta categoría.

Defendemos nuestra soberanía, agregó López Obrador, sin bravatas, ni hay nada que nos avergüence. Cosa que debe incomodar muchísimo a los conservadores de aquí que están anhelando que AMLO se lance “con todo” contra el norteamericano, para abrir un flanco en la puja versus el imperio, con el propósito de que crezca y se generalice una diferencia a los niveles de una reyerta entre ambos países, de lo cual los conservadores autóctonos están pidiendo hace un rato su limosna.

Qué más quisieran ellos, que Trump les viniera a sacar las castañas del fuego, ya que por ellos mismos están impedidos en virtud de su escasa fuerza, demostrada en las sucesivas encuestas de opinión.

Nada de ello vale, dice López Obrador. Aquí es México. Y punto.