Ciudad de México

Acción Nacional ha utilizado sobre todo, a tres de sus senadoras, Lilly Téllez, Xóchitl Gálvez, y Kenia López, como arietes para reventar debates parlamentarios. Que sean mujeres les da una ventaja si se les cuestiona: acusar a otros de “violencia política de género”. La ley sobre ese tipo de violencia fue aprobada el 13 de abril de 2020 y tiene como objetivo que no se discrimine electoral y políticamente a las mujeres por su condición de mujeres. Sin embargo, en el senado de la república se ha utilizado como mordaza para impedir que alguien les responda a estas tres senadoras. En lugar de proteger a las mujeres, acabó siendo un cheque en blanco para que estas tres senadoras llenen el diario de debates parlamentarios con improperios, calumnias, y desatinos. Pero su discurso ya no puede seguir considerándose malsonante o vil, sino que se ha degradado hacia la pura violencia verbal.

Dentro del debate para alargar la presencia de militares en labores de seguridad pública hasta 2028, la senadora Lilly Téllez saltó una frontera que muchos hemos considerado el paso del discurso político de derecha a uno de ultraderecha: “animalizó” y cosificó a sus pares, que son representantes de la República. Basta escuchar cómo empezó su discurso: “Buenas tardes, bola de corruptos. Buenas tardes, ceros a la izquierda”. Llamar “bola” a la mayoría del Senado es nombrar a sus representantes como algo que se auto-reproduce, sin contenido, pura forma, como una bola de nieve que, por rodar, se hace grande. La derecha siempre nombró “bola” a la Revolución mexicana, como si no tuviera demandas y objetivos que resultaron en la Constitución de 1917. Ahora, decir que la mayoría parlamentaria es una “bola” le da esa carácter de causa de todos los males y no de su efecto.

Siguió la senadora Téllez: “Me acuerdo cómo juraron y perjuraron que la Guardia Nacional iba a ser civil (…) Siempre fue un engaño, desde el primer minuto, en realidad, la Guardia era militar. A los secretarios de seguridad los traían como mascotas, ahí andaban, Durazo y Rosa Icela, fingiendo y ni de decoración servían”. Decir que los secretarios de seguridad son animales domésticos no le es suficiente a la senadora Téllez. Además, los convierte en una cosa, un adorno, un ornamento. Continúa la senadora y dice: “Son ustedes unos farsantes. La Guardia Nacional fue un fracaso personal del Presidente López Obrador, él convocó al pueblo a unirse a la Guardia y creyó que iba a tener una enorme convocatoria, pero el pueblo no le creyó a López Obrador, el pueblo desconfió de López Obrador y el pueblo no se unió a la Guardia Nacional”. Aquí la senadora Téllez confunde interesadamente el reclutamiento de policías, marinos, y soldados en la Guardia Nacional con una oferta de trabajo abierta a cualquier profesión. Hay que recordar que la mayoría de los policías federales de la extinta PFP no pasaron los requisitos de peso y adicciones que se requieren para ser parte de la Guardia Nacional. Valga agregar simplemente que la aprobación ciudadana a la Guardia Nacional es de más del 70 por ciento.

A continuación, la senadora enuncia la contradicción del fallido bloque opositor en el Congreso: decir que no quieren que las fuerzas armadas construyan infraestructura y que, en cambio, se dediquen justo a combatir el crimen organizado que es, también, lo que no quieren. Es decir, la senadora se posiciona contra las labores de seguridad pública de la Secretaría de Defensa pero, al mismo tiempo, pide que se dedique a disparar en las calles. Veamos como lo dijo: “Al Ejército le han encargado todo, menos combatir al crimen organizado. El Presidente ha llenado de dinero a la élite militar, de cash, de lana, de efectivo, y les ha afectado tanto poder. (Aplausos). Les ha asignado negocios a la élite militar: bancos, aduanas, aeropuertos, ferrocarriles, medicinas, y la élite militar se enriquece a manos llenas con negocios, con cash. Y el soldado raso anda maltratado por toda la República Mexicana, lo traen como albañil al soldado raso, lo traen en retenes abriendo cajuelas de los carros de las familias mexicanas, lo traen persiguiendo migrantes. A tal grado desprecia López Obrador a los soldados de México que permite que los insulten, que les digan groserías, que los apedreen, que los correteen y los hace salir corriendo de los criminales, a nuestros soldados que son nuestros, no de la 4T”. Hago una pausa en este delirio argumentativo sólo para señalar lo obvio: los soldados en las aduanas entregan los impuestos a Hacienda y de ningún modo los bancos del Bienestar son de los generales. De igual forma, cuando asegura que apedrean y humillan a los soldados, se refiere a un video filmado el pasado mayo en Nueva Italia, Michoacán, donde unos delincuentes del Cartel de Jalisco persiguen a un convoy de militares. Aquí, de nuevo, Lilly Téllez es ciega a su propia paradoja: o el ejército es violador de derechos humanos o es ese que evade la confrontación a balazos. De hecho, tres días antes de la supuesta “humillación” al ejército, se les habían destruído a esos msimos delincuentes 5 labortarios de metanfetamina y 7 hectáreas de plantíos de droga. Y esa acción no fue de soldados solamente sino de guardias nacionales, policías, y ministerios públicos. Pero esa información no le sirve a la senadora para pintar un retrato donde, además, desprecia las labores de construcción de aeropuertos y ferrocarriles como “albañilería”.

Continúa la senadora Téllez: “No puede Morena luchar contra el crimen organizado porque Morena es parte del crimen organizado. Han empoderado a las organizaciones criminales. México no tiene soberanía sobre gran parte el territorio nacional. Ciudades, sierras, mares, selvas, rancherías, poblados, están arrasados por los narcos”. Esa idea fue la que han tratado, sin éxito, de filtrar en medios de comunicación y hasta en el poder judicial los abogados de Cabeza de Vaca con documentos falsos supuestamente de la embajada norteamericana. Sigue la senadora, ciega a sus propias contradicciones cuando dice: “El fondo de este asunto es que AMLO no quiere asumir a sus muertos y se los va a endosar al Ejército, lo que quiero AMLO es zafarse de sus muertos y decir: “son los muertos del Ejército”. No, señor Presidente, son los muertos de usted, el Presidente que más muertos lleva en la historia contemporánea de México y lo que quiere, es decir: “mañana, la semana que entra, en un año y después son los muertos del Ejército”. (Aplausos). A ver: no es que la senadora no quiera muertos sino que no se le achaquen al ejército. Ella pertenece a Acción Nacional que, durante el gobierno de Felipe Calderón, fue parte del crimen organizado y los muertos, en efecto, no son del ejército sino de quien les dio la orden de disparar a diestra y siniestra en “los pueblos, ciudades, rancherías” para fortalecer al Cartel de Sinaloa, bajo cuya sombra no se puede explicar a Genaro Gacía Luna, el secretario de seguridad. Aquí el discurso en tribuna de la senadora Téllez usa algo que le ha fallado a la oposición creada por Claudio X. González: el señalar lo que puede pasar en el futuro. Es el miedo lo que utiliza la derecha y lo han usado hasta la saciedad: que si el Presidente se va a eternizar en el poder, que si el peso mexicano se va a desplomar, que si vamos a tener más muertos que nadie por el COVID, que si no se iban a realizar las elecciones de 2021, según aseguraba Amparo Casar de la organización política “Mexicanos contra la Corrupción”, en fin. Y es con esta profecía como la senadora continúa: “¡Qué perverso Presidente! La verdadera intención de la militarización es política; no es de seguridad, no vengan con esos cuentos, ustedes bola de corruptos. Va a usar al Ejército para intimidar, para operar, para encubrir y contener a la población en las próximas elecciones presidenciales. El Presidente pisa a la élite militar de hojalata para beneficiar a su corcholata. (Aplausos) De hecho, ya el secretario habla como chairo, habla como AMLO… Hace política, aunque viole la ley el general secretario de la Defensa; no es institucional y a ustedes, bola de corruptos, los ve para abajo”.

Es en este contexto de exaltación y furia que aparece la frase que se publicitó en las redes sociales. Es el senador Napoleón Gómez Urrutia, lider del sindicato minero, y que fue perseguido por el secretario del Trabajo de Calderón, Javier Lozano, para demembrarlo en pequeños sindicatos blancos. Ella le dice al senador Gómez Urrutia que no acepta una pregunta pero lo hace desde la violencia verbal más grotesca: “No le acepto nada al líder sindical. ¡Siéntese y cállese! Usted, don Napoleón Gómez Urrutia, sentadito y calladito. Que se siente y que se calle, que es mi turno, líder sindical. Bastante se ha beneficiado de los trabajadores de México. Sentado y callado, Napoleón. Después hablará usted. Sentado y callado y espere sus croquetas”. Es, de nuevo, la comparación de un legislador con un animal domado. A continuación, pinta el paisaje de la desolación que ha presentado desde que se coaligó la oposición parlamentaria, electoral, y mediática. Dice la senadora Lilly: “Ustedes mañana van a andar llorando porque los militares les dispararon a estudiantes en una plaza pública. Ustedes van a andar llorando porque los militares reprimieron una manifestación en las calles. Ustedes, tu hijo, tu hija, Dios guarde la hora, va a andar llorando cuando los militares abusen sexualmente y violen a las mujeres indígenas, a sus madres, hermanas y esposas. Tú vas a andar llorando cuando a tu hija la golpeen los militares. Van a andar llorando. Ustedes, de Morena, ustedes de Morena, no van a votar, y que se escuche, ustedes de Morena no van a votar como perros por huesos y croquetas. Ustedes, de Morena, van a votar como hienas a la espera de las sobras apestosas que les avienta el Presidente que pudre todo lo que toca. Asegúrense de que AMLO tome sus medicinas para sus achaques, porque lo quiero vivo para cuando la nación mexicana le demande haber creado un Estado narcomilitar. ¡Viva México! ¡No a la militarización!”

He salvaguardado las referencias a los aplausos que recibió Lilly Téllez por su alocución que, como podrán atestiguar, no trató el tema de la seguridad pública -que era el tema- sino una visión llena de confusiones sobre el nuevo marco jurídico para que las fuerzas armadas y la Guardia Nacional. Recobro las principales: lo “militar” es, en sí mismo, violatorio de derechos humanos y, por contraste, lo “policiaco” no; el ejército no puede contruir aeropuertos porque debería estar disparando contra el crimen organizado pero, al mismo tiempo, tampoco se quiere eso; los soldados son humillados cuando no se confrontan a balazos pero, si lo hicieran, serían violadores de derechos humanos; y ella no cree estar discutiendo sobre seguridad pública, sino sobre elecciones y muertos en plazas públicas. Sólo ella sabe lo que va a pasar en el futuro y es terrible. En muchos sentidos me recordó a aquella profesora universitaria que anunció que un “acuerdo” del Presidente sobre agilización de trámites para obra pública constituía un “golpe de Estado” y que se vendría abajo la democracia. Llevamos ya casi un año viviendo dentro de ese golpe y, salvo la moratoria legislativa, no veo otra cosa que se haya venido abajo.

*Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.