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México y Cuba: Hermanados por la historia

August 12, 2021 - por

México y Cuba: Hermanados por la historia

En noviembre de 1998, en medio de lo que pudiéramos llamar una artificial crisis diplomática entre Cuba y México generada por un mal entendido y alimentada por enemigos de nuestros pueblos, durante un acto celebrado en Tuxpan, Veracruz, con motivo de un aniversario de la salida del yate Granma hacia la Isla, hube de explicar a la multitud allí congregada que los lazos históricos entre los pueblos de Cuba y México son sólidos, profundos, indestructibles y que estaban sellados con sangre. La historia –dije entonces–, era demasiado elocuente.

México ha sido un referente en la historia de Cuba, desde todos los puntos de vista, y desde larga data. De la Isla les llegó Cortés, la colonización y el exterminio de una sólida y deslumbrante cultura. Con ella se establecieron lazos económicos, políticos y culturales, haciendo prácticamente inseparables el análisis de los respectivos procesos históricos. La línea estratégica La Habana, Progreso, Veracruz, fue mucho más que una vía para enlazar el comercio de Filipinas y México con España, teniendo a nuestros países como puentes.

Esa relación, se acrecentó con los años, y afianzó sus raíces en las guerras mexicanas por la consolidación de su independencia. México inspiró a numerosos revolucionarios criollos, que vieron en esta tierra hospitalaria, de nobles hijos, la posibilidad del apoyo a la independencia de la Isla y a ella vinieron.

La convulsa e intensa historia de las seis primeras décadas del siglo XIX mexicano, influyó determinantemente en la vida de aquellos cubanos, muy especialmente, en quienes se incorporaron al ejército mexicano en busca de preparación y auxilio para la guerra que pretendían hacerle a España en la Isla. De estos temas, queda aún mucho que investigar, aclarar y escribir.

México vivió, entre los años que median entre 1821 y 1867, una vida intensa y convulsa. En un teatro de operaciones militares sumamente complejo por el clima, la falta de caminos, la insalubridad y lo despoblado de la mayor parte del territorio, la naciente república mexicana tuvo 50 gobiernos en 46 años, incluido un Imperio –el de Iturbide–, y once de aquellos liderados por “Su Alteza Serenísima”, el general Antonio López de Santa Anna.

De 1821 a 1854, el país vivió una situación de total anarquía, donde golpes de estados, conflictos armados y sublevaciones, se daban la mano. Entre el Plan de Casamata el 18 de mayo de 1822 y la suspensión de pagos de la deuda decretada por Juárez el 17 de julio de 1861, se registraron en México 75 levantamientos armados o guerras intestinas.

A ellas se unió el rechazo a las incursiones de indios comanches, yaquis y apaches, comenzadas prácticamente desde el propio 1821. La lucha por el dominio del reducto de San Juan de Ulúa, último Bastión de España en México, fue consumada el 18 de noviembre de 1825, cuatro años después de declarada la independencia con el Plan de Iguala. El 24 de julio de 1829, el brigadier español Isidro Barradas desembarcaba con más de tres mil hombres en Cabo Rojo, estado de Veracruz.

Entre 1836 y 1838, los colonos texanos, estimulados por el gobierno de los Estados Unidos, se sublevaron y arrebataron a México el rico estado, anexado poco después al naciente y voraz imperio. Fue la época de las famosas batallas de El Álamo, 6 de marzo de 1836 y San Jacinto, el 21 de abril del propio año. En ambas, combatieron y murieron, patriotas cubanos.

Entre 1838 y 1839, México sufre la llamada Guerra de los Pasteles: Francia le reclamó una indemnización de 60.000 pesos, por el saqueo de una pastelería en Tacubaya. Fue el pretexto para emprender la guerra. En 1842, nuevamente los rebeldes texanos invaden México, y en Mier, Tamaulipas, fueron derrotados el 26 de diciembre de ese año por el general cubano Pedro Ampudia Grimarest. Un año después, el propio Ampudia tiene la misión de sofocar la sublevación del Estado de Tabasco.

Entre 1846 y 1848 Estados Unidos invadió México. Para ello movilizó 90 mil hombres. Tuvo 12 500 bajas, 1500 en combates y el resto por enfermedades. En medio de la agresión, se produjo en Yucatán la Guerra de Castas.

Después vendría la Guerra de Reforma o de los tres años, y apenas concluida esta, en diciembre de 1861, se produciría la intervención multinacional que derivó en el establecimiento entre 1862 y 1867, del imperio francés de Maximiliano.

Nada retrata la situación de aquellos años como las palabras del general José María Tornel el 16 de septiembre de 1840, en plena Alameda Central de Ciudad de México, cuando en el discurso por el aniversario de la Independencia, manifestó:

“Mexicanos: reflexionar cual es la suerte de la patria que comenzó a existir el 16 de septiembre de 1810, y os faltará pecho para sentir y capacidad para comprender la suma de nuestras desventuras. La nación mexicana, mutilada y enfermiza, vive todavía; pero su vida, es un suplicio, porque se le esconde hasta la esperanza de felicidad… !Ay! ¿Por qué se dio luz al desdichado y vida al pueblo que sólo siente aflicciones, angustias y desesperación?

A ese México lleno de amenazas, desventuras y agresores, llegaron desde la isla cientos de cubanos. La mayoría, tomaría parte activa en la carrera de las armas. Varios de aquellos hombres se convirtieron en protagonistas excepcionales de la historia mexicana, marcando pautas por su participación en hechos trascendentales de la vida político militar de la hermana nación y en la consolidación de su independencia y soberanía.

Aquellos cubanos, mayoritariamente buscaron con su integración al Ejército Mexicano, experiencias militares para posteriores proyectos independentistas en Cuba, así como el apoyo solidario para esos fines, de los militares mexicanos con quienes compartieron las vicisitudes, privaciones, éxitos y fracasos de las diferentes campañas.

Prácticamente no hubo un acontecimiento importante de aquel período, en el que no estuviese presente un militar cubano. En fecha tan temprana como el 24 de febrero de 1821, los cubanos Pedro Ampudia Grimarest, Juan Valentín Amador, José Joaquín Calvo, Jerónimo Cardona, Manuel de Céspedes Torréntegui, Antonio Elosua, y Antonio Gaona, todos, años después generales del Ejército Mexicano, aceptaban el Plan de Iguala.

En las grandes batallas de su historia, México vio combatir como bravos a hijos de Cuba. De especial manera se aprecia el protagonismo cubano en las luchas contra las invasiones texanas en 1835 y 1836 y la invasión norteamericana de 1846 a 1848. Los nombres de los generales Pedro Ampudia, Juan Valentín Amador quien fungió como Cuartelmaestre del Ejército Méxicano en Texas en 1836, Jerónimo Cardona, Manuel Fernández Castrillón, muerto en la Batalla de San Jacinto, Texas, el 21 de abril de 1836 cuando fungía como Jefe del Estado Mayor del general Antonio López de Santa Anna, Antonio Gaona, Pedro Lemus, Anastasio Parrodi y Florencio Villareal, así como el de otros oficiales y clases, se mezclan a los de mexicanos que escribieron con sudor y sangre, páginas heroicas en aquellos instantes dolorosos para México.

Años después, el 1 de marzo de 1854, el coronel cubano Florencio Villareal, apoyado por el general habanero José María Pérez Hernández, lanzaba el histórico Plan de Ayutla, rompimiento del Ejército y la sociedad mexicana con el gobierno dictatorial del general Antonio López de Santa Anna.

Muchos de aquellos hombres ocuparon puestos claves en la vida político militar mexicana y fueron gobernadores o Comandantes Militares de las principales plazas del país. Dos de ellos, los generales de División Anastasio Parrodi y Pedro Ampudia Grimarest, fueron ministros de Guerra y Marina del gobierno de Benito Juárez durante la Guerra de Reforma.

Cubanos en el entorno de Benito Juárez

La múltiple presencia cubana en México necesariamente tuvo que trascender y llamar la atención de Benito Juárez, quien, en el decurso de su vida política, coincidió con ellos y los tuvo de compañeros en la tribuna, en el Congreso, en el Gobierno, en el exilio y en las Guerras. Sus actos respectos a Cuba, denotan inclinación y simpatía hacia nuestro pueblo y país.

Tal vez por ello los cubanos lo alabaron tanto, principalmente el general Domingo Goicuría y los poetas Juan Clemente Zenea y Pedro Santacilia, sus amigos íntimos y este último, su yerno. Quizás por ello también, a él acudieron en busca de reconocimiento y apoyo varios de los militares cubanos cuando necesitaron su espaldarazo.

Cuando Benito Juárez ocupó la Presidencia de la República el 19 de enero de 1858 y estableció su gobierno en Guadalajara, hizo responsable de la conducción de los asuntos militares del país al cubano Anastasio Parrodi, a quién nombró el 15 de marzo y hasta el 3 de abril de ese mismo año, ministro de Guerra y Marina.

Tuvo Parrodi la misión de garantizar con operaciones militares, el trasladado del gobierno al estado de Veracruz, concentrando sobre sí la presión de las fuerzas conservadoras. Ya en Veracruz, el 28 de abril de 1859 Juárez designó al también cubano general Pedro Ampudia Grimarest, como ministro de Guerra y Marina, responsabilidad que desempeñó hasta el 20 de septiembre de 1860.

Ambos militares liberales, de extraordinarias hojas de servicios en el Ejército Mexicano combatiendo la reacción y las invasiones norteamericanas, muy enfermos, permanecieron en la capital mexicana durante el imperio francés de Maximiliano. Durante este período, fueron vigilados y marginados por los servidores leales al Emperador.

Parrodi, padeciendo de pulmonía desde 1865, falleció el 9 de enero de 1867 en la ciudad de México. Ampudia, encamado desde 1864 por grave dolencia que le acompañó desde las campañas de Texas, murió el 7 de agosto de 1868. El 12 de mayo de ese año, tal vez reprochándose su actitud pasiva ante el imperio francés, había escrito al presidente Juárez: “…más que las dolencias físicas las morales atormentan mi espíritu…” Murió pobre dejando a su familia en total miseria. Juárez, de su peculio, cubrió los gastos del funeral.

Otros militares cubanos vinculados a Juárez fueron los generales José Maria Pérez Hernández y Florencio Villareal, ambos subordinados del general de división Juan Álvarez y compañeros de Juárez durante la Revolución de Ayutla en 1854. El 24 de agosto de 1868, fallecía Villareal en el hospital de San Pablo de la ciudad de México. En honor a tan distinguido militar y patriota, el 2 de noviembre de 1899 el XIV Congreso Constitucional del Estado de Guerrero, dio su nombre a uno de sus municipios.

El tratamiento ofrecido por Juárez a los generales Ampudia y Villareal, aún después de sus polémicas actitudes ante el Segundo Imperio, exonera a ambos ante cualquier duda histórica. Y como si esta quisiera ser más benévola con aquellos esforzados patriotas cubanos, los restos de sus ministros cubanos de Guerra y Marina le acompañan en el Panteón de San Fernando de la ciudad de México: los de Ampudia a apenas cinco metros frente a los de Juárez, y unos quince metros después, en el mismo campo santo, los de Parrodi.

En el entorno de Juárez se encontraba el general cubano Benito Zenea, Gobernador del Estado de Querétaro hasta julio de 1870 en que decidió pasar a la vida privada.

A Juárez también sirvieron en la guerra contra los franceses los hermanos Manuel y Rafael de Quesada, general y coronel respectivamente del Ejército Mexicano, de prestigiosa actuación en aquella contienda. Manuel, prestó excelentes servicios en la protección del presidente durante su traslado a San Luís Potosí y a Saltillo, al norte del país, perseguido por las fuerzas imperiales. Ambos tomaron parte en la batalla de Puebla, y fueron referencia frecuente de Juárez en su correspondencia con Pedro Santacilia.

Contra los franceses combatieron también los coroneles Luís Eduardo del Cristo, Rafael Bobadilla y Francisco León Tamayo Viedman, el médico comandante Rafael Argílagos Guimferrer, y el capitán Félix Aguirre. Todos marcharon a Cuba a pelear por su independencia al comenzar la Guerra de los Diez Años (1868-1878). Del Cristo, Bobadilla y Argilagos murieron en combate. Tamayo fue fusilado por los españoles.

Otras decenas de combatientes cubanos fueron leales a Juárez y a la causa de la independencia de México.

Benito Juárez y Domingo Goicuría

Tras su paso por La Habana a finales de 1853 después de haber sido deportado por el general Santa Anna, Juárez se radicó en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans, donde ganara el pan como sencillo y modesto tabaquero. Allí coincidió con destacados revolucionarios mexicanos con los que trabajó por el regreso a la Patria y la conquista del poder político, y a dos cubanos que marcarían su vida personal y familiar: el general Domingo Goicuría y el poeta Pedro Santacilia.

El primero se convertiría en importante financiero y agente logístico de Juárez durante la campaña de la Reforma y la lucha contra Maximiliano y el segundo, en el yerno querido a quien quiso como un hijo y entregó la custodia de su familia mientras él dedicaba sus mayores esfuerzos a la lucha por el porvenir de México.

Goicuría y Santacilia eran copropietarios en aquella ciudad norteamericana de una casa comercial cuyos fondos y recursos pusieron a disposición de Juárez.

El 29 de enero de 1869, momentos antes de partir hacia Cuba a pelear por la independencia, Domingo Goicuría escribía a Juárez solicitándole ayuda para la causa de Cuba. En aquella carta le decía:

“…yo me atrevo en nombre de Cuba, pedir a usted un socorro inmediato para salvarla de la destrucción que se prometen hacer allí esos bárbaros que la han dominado, según han dado ya pruebas, en el hecho de llevar en triunfo las orejas de los patriotas, que en un encuentro de armas tuvieron cerca de Santiago de Cuba y cuyo bruto alarde presenció aquel pueblo. Si esto es el principio ¿qué será cuando empiece la lucha a ser más reñida? Los españoles serán españoles y nada más que españoles. Usted los conoce. Pues bien, México no tiene tratados de ninguna consideración para con España, así sus puertos deben ser el lugar de nuestro punto de partida y organización. ¿Podemos contar con esto? (…) Podrá México ser la primera Nación que nos declare beligerantes. Esté usted seguro que triunfaremos…”

En esa misma carta le recordaba el momento en que “…estuvimos en San Juan de Ulúa cuando triunfamos de la reacción…” lamentando no poder acompañarlo ahora “…en persona como entonces.”

Se refería el ilustre cubano a la época en que el Gobierno Constitucional, instalado en la portuaria ciudad de Veracruz, fue atacado en 1859 por las fuerzas conservadoras. De manera combinada, una escuadra naval procedente de La Habana y comandada por el general Tomás Marín, bombardearía el puerto, mientras que la ciudad sería atacada por tierra por el reaccionario general Miramón. Goicuría, a bordo del vapor Indianota, y con ayuda de su amigo norteamericano comandante Turner y la fragata Saratoga, atacaron la flota reaccionaria, capturando sus buques. El propio Goicuría, acompañó al general en jefe mexicano, en el abordaje a los buques enemigos en Antón Lizardo, poniendo en peligro su vida. En tierra, dirigía las acciones del ejército juarista el general habanero Pedro Ampudia.

Ya antes, en 1854 Goicuría, de común acuerdo con Juárez, había facilitado desde Nueva Orleáns recursos de guerra al general Juan Álvarez para consolidar la Revolución de Ayutla en el estado de Guerrero.

Al morir Goicuría el 7 de mayo de 1869 agarrotado en la explanada del castillo de El Príncipe en la ciudad de La Habana, el poeta mexicano Ignacio M. Altamirano, recogiendo el sentir y el agradecimiento de los mexicanos hacia el ilustre habanero, escribió:

“Una noticia dolorosa ha venido, en los últimos días de la semana pasada, a afligir profundamente al gran partido liberal de México.

“Esta noticia que ha trasmitido primero el telégrafo de Veracruz y que luego ha sido confirmada por los periódicos de La Habana y de los Estados Unidos, ha sido la ejecución que ha sufrido en la Capital de la Isla de Cuba, el grande y generoso patriota cubano don Domingo Goicuría.

“Todos los buenos mexicanos han sentido hervir en su pecho la más noble indignación al conocer los repugnantes detalles que dieron a la muerte del valiente general…”

Tras relatar detallada y extensamente lo que significó Goicuría para la historia de México, concluía Altamirano:

“…nos atrevemos a pedir al Gobierno que, en consideración a que el Gral. Goicuria prestó a la República Mexicana distinguidos servicios, se digne acordar que la familia del mártir cubano, que según sabemos, ha quedado en la miseria, reciba hospitalidad en México y se le señale una pensión suficiente para que viva con algún descanso….”

Juárez cumplió fielmente la solicitud de ayuda de Goicuría. En abril de 1869 el Congreso Mexicano aprobó y Juárez sentenció, el reconocimiento de la beligerancia de las armas cubanas y que los puertos de México quedaran abiertos a todo buque portador de la bandera de la estrella solitaria. El presidente de la República de Cuba en Armas Carlos Manuel de Céspedes, agradeció aquel gesto, resaltando en carta al presidente mexicano que le era “…altamente satisfactorio que México haya sido la primera Nación de América, que hubiese manifestado así sus generosas simpatías a la causa de la independencia y la libertad de Cuba…”

Pedro Santacilia y la presencia militar mexicana en la independencia de Cuba

 Comenzada la Guerra en Cuba el 10 de octubre de 1868, el patriota y poeta santiaguero Pedro Santacilia, casado desde 1863 con Manuela Juárez Maza, la hija mayor del ilustre oaxaqueño, se convirtió en el principal punto de contacto con la isla. Oficialmente recibió la misión del Gobierno Cubano de representarlo ante el mexicano.

Una de las principales tareas asumida por Santacilia, con el consentimiento y total aprobación del presidente Benito Juárez, fue la de enviar a Cuba a un selecto grupo de militares mexicanos para contribuir a la formación y entrenamiento del naciente Ejército Libertador. Aquellos combatientes mexicanos arribaron a la isla en diferentes expediciones, apenas comenzada la contienda. El coronel poblano José Inclán Risco y el capitán Gabriel González Galbán, tuvieron la osadía de llegar a la isla como simples viajeros y desembarcar en el puerto de La Habana, para pasar después a la manigua.

En Cuba se confundirían los mambises mexicanos con los cubanos que habían combatido en México. Para el pueblo, todos eran mexicanos: no los diferenciaban fácilmente. Quizás por ello la historia en algunos casos asumiría como válidas la inexacta identidad mexicana o cubana.

La llegada a Cuba de aquellos hombres respondía a un plan integral. De ello da fe la carta que el coronel mexicano Ramón Cantú, expedicionario del Perrit, escribiera a Santacilia con fecha 28 de mayo de 1869, en la que rendía cuentas de la situación del núcleo principal de mambises mexicanos, arribados a la isla por disímiles vías:

“…debo manifestarle que Medina, Bobadilla, Estévez, González, Pérez y Nambo, todos estamos buenos: Pepe Inclán se encuentra por Villa Clara, está bueno según me han informado…”

Como lo hicieran los cubanos en México, los hijos de la patria de Juárez, brillaron en los campos del honor, y sus proezas fueron fuentes de inspiración en el combate y en las narraciones de la épica mambisa. Céspedes así lo reconoció a Juárez:

“…Algunos caballeros mexicanos han venido aquí y han derramado su generosa sangre en nuestro suelo y por nuestra causa, y todo el país ha mostrado su gratitud por su heroica acción…”

De aquellos militares mexicanos, veteranos de la Guerra de la Reforma y la contienda contra el imperio francés, dos llegaron a ostentar el grado de general de brigada del Ejército Libertador Cubano, encontrándose en el cuadro de los principales jefes cubanos: José Inclán Risco y Gabriel González Galbán. Otros como Cantú, Felipe Herreros y Nemesio Nambo, alimentaron la leyenda del altruismo mexicano.

Combatientes mexicanos en las Guerras de Independencia de Cuba

GENERAL DE BRIGADA

González Galbán, Gabriel. Nació en la Ciudad de México en 1846. Combatió al imperio de Maximiliano. A principios de 1869 arribó a La Habana, y se dirigió a Jagüey Grande, provincia de Matanzas, tomando parte en el levantamiento armado del 10 de febrero de 1869, donde fue hecho prisionero. Amnistiado por el Capitán General Domingo Dulce y Garay, viajó a New York y regresó a la isla el 11 de mayo de 1869 como expedicionario del Perrit. Ascendido a coronel en 1873. Brigadier en octubre de 1877. Combatió en Palo Seco, La Sacra, y Loma del Jíbaro, entre otros.  Héroe de la carga del carril de las Guásimas, la más grande batalla de la independencia de Cuba. Murió en la Ciudad de México el 16 de abril de 1928.

Inclán Risco, José. Nació en Puebla de los Ángeles en 1830. Peleó en México contra el imperio de Maximiliano donde alcanzó el grado de coronel. A principios de 1869 viajó a La Habana y se dirigió a Jagüey Grande, Matanzas, donde tomó parte en el fracasado levantamiento del 10 de febrero de 1869. Importante jefe de la Revolución en las regiones de Matanzas, Las Villas, y Holguín. A comienzos de 1870 fue ascendido a brigadier. Prisionero de los españoles, fue fusilado en Puerto Príncipe, el 15 de junio de 1872.

CORONEL

Cantú, Ramón. Capitán del Ejército de México había combatido al imperio francés. Expedicionario de El Salvador, desembarcó en Nuevas Grandes el 13 de mayo de 1869, a las órdenes del brigadier cubano Rafael de Quesada (coronel del Ejército de México). Combatió inicialmente en la caballería camagüeyana junto al Mayor General Ignacio Agramonte y al Brigadier Bernabé Varona “Bembeta”. Se le calculaba entonces unos cuarenta años de edad.  Para enero de 1870 fungía como teniente coronel, jefe de la columna de operaciones de Sancti Spíritus. El 15 de enero de ese año, quemó con sus fuerzas el ingenio “Bacuino”, del traidor Agustín Esponda. El 27 del mismo mes, emboscó en Vega del Paso, cerca de Jatibonico, a una columna española a la que causó cinco muertos y diez heridos, ocupándole caballos, armas y provisiones. En julio de 1870 acompañó a los generales Federico Fernández Cavada y Bernabé Varona en el ataque al campamento español de Lázaro López, cerca de la ciudad de Morón, de paso a la provincia de Las Villas, territorio que invadieron en ese mes. Reseñando aquella acción, el diario “El Demócrata” publicado en Nueva York, en su número de fecha 15 de julio de 1870, resaltaba que en aquella acción, se distinguió “… por su valor y sangre fría … el Comandante Cantú…” Coinciden varios contemporáneos en señalar que Cantú se hizo notar “…por sus brillantes servicios…”

Fernández Coca, José Lino. Para abril de 1861 era Coronel de la Guardia Nacional de México. En marzo de 1863 se le admitió como Coronel en el Batallón Unión, y en diciembre de 1863 peleaba contra los franceses como Coronel del Escuadrón Lanceros de Puebla. En diciembre de 1868 se encontraba en New York reclutando combatientes para la Revolución. Expedicionario del Perrit, arribó a Cuba el 11 de mayo de 1869 al frente del pelotón de mexicanos. Nombrado jefe del segundo batallón de línea de la primera división de Camagüey, a las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte. Auxilió a los expedicionarios del yate Anna, desembarcados el 19 de enero de 1870. El 25 de mayo de ese año, salió del país rumbo a Estados Unidos. El “Diario Cubano” de Nueva York, con fecha 4 de junio de 1870, citaba su arribo a los Estados Unidos y lo mencionaba como brigadier. En New York primero, y en México más tarde, continuó reclutando combatientes y adquiriendo armas para la revolución. En 1874 circulaba en New York la partitura de un vals titulado “La estrella solitaria”, de su autoría, cuya venta se empleaba en la recaudación de fondos para la guerra. El general Manuel de Quesada resaltaba la labor de Coca en México manifestando lo hacía “…con inteligencia y celo…”

Herrero, Felipe. Capitán del Ejército Mexicano, donde se destacó combatiendo al imperio de Maximiliano. En diciembre de 1869, junto al francés Gustavo Ravelle, se encontraba en Nueva York tratando encontrar una expedición para marchar a los campos de Cuba. Arribó a la isla el 23 de mayo de 1870, en la primera expedición del vapor George B. Upton que desembarcó en Punta Brava, entre Manatí y Nuevas Grandes. A decir del historiador cubano Ramiro Guerra, era un “…joven oficial mexicano, culto y valeroso como pocos…” Su carrera de militar cubano la comenzó en la jurisdicción de Holguín como ayudante del general mexicano José Inclán. Fue también ayudante del general venezolano José María Aurrecoechea. Para mediados de 1871 el coronel del Ejército Libertador cubano Fernando Figueredo Socarrás, lo describía como “…joven, de unos veinte y cuatro años, valiente y de una figura simpática y distinguida…” Por entonces, el Gobierno de la República de Cuba en Armas le encomendó personalmente la captura del comandante cubano José Caridad Vargas, quien, de acuerdo con las autoridades españolas, planificaba asesinar al vicepresidente cubano general Francisco Vicente Aguilera. Esta misión fue cumplida de forma brillante, capturando al traidor y a su ayudante que fueron pasados por las armas. En abril de 1873 fungía como jefe del 2do Batallón de Holguín. Poco después, ese mismo año, fue nombrado jefe del Estado Mayor del Mayor General Calixto García Íñiguez. Como tal, el 27 de octubre de 1873 leyó a las tropas acantonadas en Bijagual, el acuerdo de la Cámara de Representantes deponiendo a Carlos Manuel de Céspedes como Presidente de la República de Cuba en Armas. El 10 de diciembre de ese año fue ascendido al grado de coronel. Herido en el ataque a Bueicito, jurisdicción de Bayamo, el 25 de noviembre de 1873, una bala le destrozó la rótula de la pierna izquierda. El 15 de abril de 1874, durante un ataque al ingenio Venecia en la región de Holguín, recibió un disparo en el pecho que le causó la muerte.

Medina, José. Expedicionario de El Salvador, desembarcó en Nuevas Grandes el 13 de mayo de 1869, a las órdenes del brigadier Rafael de Quesada. Prisionero de la guerrilla de José Pascual Montaner, fue fusilado en Sierra de Najasa, Camagüey, el 3 de abril de 1870.

COMANDANTE

 Espinosa, Nicolás. Implicado en el alzamiento de Las Clavellinas, en Camagüey, el 4 de noviembre de 1868, dirigido por el después mayor general del Ejército Libertador Ignacio Agramonte y Loynaz. Combatió en la región de Camagüey.

Estévez, Rafael. Comandante de Batallón de la Guardia Nacional. En 1863, como subteniente, tomó parte en el sitio de Puebla, perteneciendo entonces al Batallón 32 de Línea. Combatió en México bajo las órdenes de los generales Negrete y Julio M. Cervantes. Expedicionario del Grapeshot, desembarcó en Baitiquirí, Guantánamo, el 30 de mayo de 1869. En la expedición viajaba acreditado como Comandante de Batallón. Prisionero de los españoles el 8 de mayo junto con nueve compañeros de expedición, fue fusilado el 21 de junio de 1869.

Ramírez y Olivera, Juan. Mecánico. Hijo de José y Dolores. Ingresó en el Ejército Libertador el 12 de junio de 1895, al frente de una fuerza por él organizada. Pertenecía al 4to Cuerpo/ 2da División/ 2da Brigada/ Regimiento de Caballería Cienfuegos. Murió en el combate de El Guaibaro, La Isabela, Cienfuegos, el 22 de enero de 1896, según el Índice de Defunciones del Mayor general Carlos Roloff. (Según el acta testamental, falleció de un balazo, a las diez de la mañana del 24 de enero de ese año, siendo enterrado en el lugar denominado La Aguada de la Botella) Casado legalmente en el poblado de Güinía de Miranda con la cubana Caridad Moreno y Placeres, con quien tuvo cuatro hijos: Juan Andrés, Avelino, Carlos Manuel y José de los Santos. Al morir tenía 42 años de edad (el acta testamental dice que al morir tenía 54 años de edad). Era Capitán de la Guerra de los Díez Años.

CAPITÁN

Cossio Marín, Alberto. Jalapa, Estado de Veracruz. Agricultor. Hijo de Agustín y Margarita. Ingresó en el Ejército Libertador el 7 de junio de 1895, como escolta. Pertenecía al 3er Cuerpo/ 2da División/ 1ra Brigada/ Regimiento de Caballería Agramonte/ 4to Escuadrón. Ascendido a cabo el 7de julio de 1895, a sargento 2do el 17 de noviembre de 1895, a alférez el 4 de junio de 1896, a teniente el 8 de noviembre de 1896, y a capitán el 17 de mayo de 1898. Fue herido en combate en La Reforma, el 4 de septiembre de 1896. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 29 años de edad, era soltero y sabía leer y escribir.

Guzmán, Domingo. Formaba parte de la colonia cubana de Nicoya en Costa Rica. Expedicionario de la goleta Honor junto al general Antonio Maceo, desembarcó en Duaba, provincia de Oriente, el 1 de abril de 1895. Muerto en campaña.

Molina Adán, Luis. Hacendado. Hijo de Mariano y Malvina. Ingresó en el Ejército Libertador el 6 de junio de 1895. Pertenecía al 3er Cuerpo/ 2da División/ Regimiento de Caballería Agramonte No. 8/ 4to Escuadrón. Ascendido a cabo el 24 de junio de 1895, a sargento 1ro el 17 de agosto de 1895, a alférez el 2 de diciembre de 1895, a teniente el 16 de octubre de 1896, y a capitán el 24 de abril de 1898. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 28 años, era soltero y sabía leer y escribir.

Nambo, Nemesio. Expedicionario del Perrit, desembarcó en la península de El Ramón, Nipes, el 11 de mayo de 1869.

Pérez, Felipe. Expedicionario del Perrit, desembarcó en la península de El Ramón, Nípe, el 11 de mayo de 1869. Tenía una pierna artificial.

San Cristóbal Palacio, Maclovio. Oaxaca. Químico y maestro de azúcar. Hijo de Juan y Brígida. Ingresó en el Ejército Libertador el 24 de febrero de 1895, como uno de los responsables del levantamiento en Colón, Matanzas, enviado desde Estados Unidos por José Martí. Fabricaba dinamitas en la casa del general Pedro Betancourt en Colón, cuando fue hecho prisionero el 6 de marzo de ese año. El 7 de abril fue repatriado por gestiones del Cónsul de EE.UU. en La Habana, desembarcando posteriormente como expedicionario del Horsa, el 16 de noviembre de 1895, comandada por los generales Francisco Carrillo y José María Aguirre. Concluyó la guerra en el 2do Cuerpo/ 2da División/ 1ra Brigada/ Regimiento de Infantería Santa Rita/ Columna volante/ 1er Batallón/ 1ra compañía. Peleó a las órdenes directas del general Jesús Sablón Moreno “Rabí”. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 40 años de edad, era casado y sabía leer y escribir. Murió en Santiago de Cuba el 27 de noviembre de 1915. Le fueron tributados honores militares.

TENIENTE

Chávez Álvarez, Manuel. Orizaba, Estado de Veracruz. Conocido como “México”. Tabaquero. Hijo de Leandro y Eusebia. Ingresó en el Ejército Libertador el 24 de febrero de 1895. Pertenecía al Cuartel General del Ejército Libertador, en la escolta del General en Jefe Máximo Gómez, en el arma de (Caballería). Ascendido a sargento el 3 de junio de 1895, a alférez el 10 de febrero de 1896 y a teniente el 23 de junio de 1897. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 35 años de edad, era soltero y analfabeto.

Pérez Arcia, José. Campesino. Hijo de Juan y Dolores. Combatiente de la Guerra de los Diez Años. Ingresó en el Ejército Libertador el 12 de febrero de 1897. Pertenecía al 2do Cuerpo/ 1ra División/ 2da Brigada/ Regimiento de Infantería Vicana No. 25/ 1er Batallón/ 1ra compañía. Teniente el 12 de noviembre de 1897. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 43 años de edad, era analfabeto y estaba casado.

…, Santiago. Combatiente de ese nombre que en septiembre de 1895 combatía en la provincia de Camagüey.

SUB TENIENTE

Mola Lavastida, Esteban L. Hijo de Esteban y Fausta. Ingresó en el Ejército Libertador el 25 de junio de 1895 como soldado. Combatió en el arma de caballería. Sub teniente el 3 de julio de 1895. Muerto durante la guerra. Era soltero y tenía 26 años de edad.

Ruiz, Ramín. Practicante. Perteneció al 6to Cuerpo del Ejército Libertador, en el Instituto Especial de Sanidad Militar. Muerto en campaña por enfermedad, ignorándose la fecha de su deceso.

SARGENTO

 Boza y Masvidal, Miguel Ángel. Comercio. Hijo de Agustín y Concepción. Ingresó en el Ejército Libertador el 31 de diciembre de 1897 como soldado. Ascendido a cabo el 6 de abril de 1898 y a sargento de primera el 14 de agosto de 1898. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 24 años de edad, era casado y sabía leer y escribir.

Cano Hernández, Domiciano. Agricultor. Hijo de Domiciano y Angela. Ingresó en el Ejército Libertador el 24 de junio de 1895 como soldado. Pertenecía al 4to Cuerpo/ 1ra División/ 2da Brigada/ Regimiento de Infantería Remedios. Ascendido a cabo el 3 de febrero de 1896 y a sargento segundo el 13 de mayo de 1896. Combatió también en el arma de caballería. Sabía leer y escribir.

Pedroso Rodríguez, Laureano. Veracruz. Cocinero. Hijo de José y Francisca. Ingresó en el Ejército Libertador como soldado el 4 de abril de 1895, en el Regimiento de Caballería Matanzas/ 4to Escuadrón. Concluyó la guerra en el 4to Cuerpo/ 1ra División/ 3ra Brigada/ Regimiento de Infantería Trinidad/ 1er Batallón/ 3ra compañía. Ascendido a cabo el 1 de junio de 1895, a sargento 2do el 20 de enero de 1896 y a sargento 1ro el 7 de junio de 1896. En el momento de su licenciamiento en 1898 tenía 31 años de edad, era soltero y analfabeto.

Rizo Cantero, José. Veracruz. Panadero. Hijo de Manuel y María. Ingresó en el Ejército Libertador el 10 de diciembre de 1895. Pertenecía al 2do Cuerpo/ 2da División/ 2da Brigada/ Regimiento de Infantería Bayamo/ 1er Batallón/ 2da compañía. Ascendido a cabo el 21 de noviembre de 1896 y a sargento segundo el 24 de febrero de 1898. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 43 años de edad, y sabía leer y escribir. Después de la guerra, reclamó a la Comisión Liquidadora del Ejército Libertador el grado de teniente, pero dicha reclamación no prosperó.

SOLDADO

Cano Hernández, Pedro. Silao de la Victoria, Guanajuato. Agricultor. Hijo de Domiciano y Martina. Ingresó en el Ejército Libertador el 22 de noviembre de 1895. Pertenecía al 4to Cuerpo/ 1ra División/ 2da Brigada/ Regimiento de Infantería Remedios. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 25 años de edad, era soltero y sabía leer y escribir.

Capetillo, Francisco. Propietario. Ingreso en el Ejército Libertador el 1 de mayo de 1898. Salió del país y desembarcó en Cuba el 3 de julio de 1898 como miembro del Regimiento de Infantería Expedicionario Maine. Falleció en Las Veguitas, Calvario, rancho de Miguel Jiménez, en septiembre de 1898.

Castillo Silva, Manuel. Cocinero. Hijo de Juan y María. Ingresó en el Ejército Libertador el 1 de mayo de 1898. Pertenecía al 3er Cuerpo/ 2da División/ 1ra Brigada/ Batallón Tiradores Oscar Primelles.

Coz Coz, José. Agricultor. Hijo de José y María. Ingresó en el Ejército Libertador el 29 de octubre de 1895. Pertenecía al 4to Cuerpo/ 2da División/ 2da Brigada/ Regimiento de Infantería Yaguaramas/ 1er Batallón/ 1ra compañía. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 36 años de edad, era soltero y analfabeto. Había combatido también en el arma de caballería.

Chávez Álvarez, Manuel. Tabaquero. Conocido como “México”. Hijo de Leandro y Eusebia. Ingresó en el Ejército Libertador el 24 de noviembre de 1895. Pertenecía a la escolta del General en Jefe Máximo Gómez. En el momento de su licenciamiento del Ejército Libertador en 1898, tenía 35 años de edad y era soltero.

Eva Fernández, Vicente. Guadalajara. Labrador. Hijo de Tomás y María. Ingresó en el Ejército Libertador el 1 de abril de 1896. Concluyó la guerra en el Cuartel General del Ejército Libertador como escolta del General en Jefe Máximo Gómez. En el momento de su licenciamiento del Ejército Libertador en 1898, tenía 27 años de edad y era soltero.

Martínez Jarque, Raimundo. Guadalajara. Campesino. Hijo de Timoteo y Daniela. Ingresó en el Ejército Libertador el 10 de junio de 1898. Concluyó la guerra en el 3er Cuerpo/ 1ra División/ Regimiento de Caballería Camagüey No. 6. En el momento de su licenciamiento del Ejército Libertador en 1898, tenía 26 años de edad y era casado.

Molina Serrati, Adriano. Labrador. Hijo de Matías y Josefa. Ingresó al Ejército Libertador el 15 de junio de 1896. Del arma de caballería. Pertenecía al Cuartel General del Ejército Libertador en la escolta del General en Jefe Máximo Gómez. En el momento de su licenciamiento en 1898, tenía 40 años de edad, era soltero y analfabeto. Herido durante la guerra.

 OTROS

Agüero, Adriano. Veracruz. Tabaquero. Su nombre aparece en uno de los listados de expedicionarios de la guerra del 95.

Argüelles, Francisco. Capitán del Ejército Mexicano. Prestó valiosos servicios a la revolución en la guerra del 95 en la isla desde la clandestinidad, aunque no llegó a incorporarse definitivamente a las filas mambisas.

Carranza, … Combatiente mencionado por varias fuentes como mexicano de ese apellido, que peleó en la guerra de los Diez Años en la provincia de Las Villas.

Díaz, Federico. Tabaquero. Residía en Key West. Su nombre aparece en uno de los listados del Departamento de Expediciones como listo para embarcar hacia Cuba en una de las del 95.

Embil e Izaguirre, Miguel. Hacendado veracruzano, nació el 7 de marzo de 1819. Distinguida personalidad de negocios en Cuba, hijo de don Martín Embil y Zuloaga Lizardi y Batosolo, natural de Vizcaya y de doña Josefa Juana de lzaguirre y Zabala. Casado el 20 de agosto de 1835 con Ángela Josefa de Quesada y del Castillo, de Puerto Príncipe. Residía en La Habana, cuando fue detenido el 11 de febrero de 1869 a los 50 años de edad, acusado de publicar varios folletos de contenido revolucionario. Fue deportado a la isla presidio de Fernando Poo, en África, el 21 de marzo de 1869, por orden del capitán general Domingo Dulce. Falleció en París el 22 de junio de 1881.

Fernández, Felipe. Prisionero en marzo de 1871 del batallón Ligeros de Color de la Comandancia General del Centro, fue fusilado ese mes.

González, Felipe. Combatió en la Guerra de los Diez Años. Murió fusilado por España en la región de Camagüey.

Guerra, … Combatiente citado por el coronel español Francisco Camps y Feliu como oficial mexicano que, durante la guerra de los Diez Años, combatió en la región oriental.

Gutiérrez Zamora, José Manuel. Combatió en la guerra del 95.

Havá y Bejarano, Francisco. Veracruz, 1802. Hijo de Pedro y María Vicenta. Se graduó de Bachiller en Medicina en la Universidad de Santo Tomás de Aquino de México el 27 de agosto de 1820. Licenciado en cirugía en la Real Junta Superior de Medicina y Cirugía de La Habana, el 3 de diciembre de 1836. A pesar de la estrecha vigilancia a que fue sometido por las autoridades españolas en La Habana, conspiró activamente a favor de la Revolución en la Guerra de los Diez Años como combatiente clandestino. Murió en Güines, el 9 de agosto de 1884.

Morejón, Félix. Acompañó al mayor general Calixto García Iñiguez en la expedición a Cuba de la goleta Hattie Haskel, durante la Guerra Chiquita. Hecho prisionero, fue fusilado en Bayamo el 7 de julio de 1880, junto al brigadier cubano Pío Rosado y el combatiente italiano Natalio Argenta.

Moncayo, Francisco. Combatiente de la Guerra Chiquita. Amigo de José Martí en 1892.

Palacios, Luìs. Coronel del ejército mexicano, casado y residente en Guanabacoa, La Habana. Detenido el 23 de febrero de 1869 por sus ideas políticas y encerrado en la fortaleza de La Cabaña, fue deportado a la isla presidio de Fernando Poo, en África, el 21 de marzo de 1869 a los 37 años de edad, por orden del capitán general Domingo Dulce y Garay.

Ramírez, José N. Combatió a las órdenes del Mayor General Vicente García. Herido durante el ataque español al campamento insurrecto de San Joaquín, el 8 de noviembre de 1871.

Rivera, Francisco (Pancho, el Tuerto). Tío del muralista mexicano Diego Rivera. Capitán del ejército mexicano partió a pelear en Cuba y no regresó, según confesó su sobrino.

Zimmerman, Carlos. Capitán mexicano emigrado, residente en Guanabacoa, La Habana. Detenido el 23 de febrero de 1869 por sus simpatías con la Revolución y encerrado en la fortaleza de La Cabaña. Deportado a la isla presidio de Fernando Poo, en África, el 21 de marzo de 1869 a los 25 años de edad, por orden del capitán general Domingo Dulce y Garay.