El agregado de Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta a su resbalón de días previos, cuando dijo que a Rafael Moreno Valle y a Martha Érika Alonso “los castigó Dios” y por eso se mataron, es, por decir lo menos, una patanería. Pedir que lo “esperen sentados” porque no se va a disculpar tiene una fuerte dosis de insolencia e insensibilidad. Hay también un “lero-lero”, un afán de venganza que denota inmadurez y no refleja, por supuesto, una actitud de Gobernador.

Pero a pesar de haberse superado a sí mismo, no me sorprende. Lamento decir que me recuerda mucho a otro (ahora ex) Gobernador “de izquierda”, al perredista Graco Ramírez, quien se gastó seis años echando kilos de piedras sobre su propia imagen, hasta que la sepultó.

A finales de 2016, Barbosa me dijo que Miguel Ángel Mancera era su gallo para la Presidencia en 2018. Habló maravillas del entonces Jefe de Gobierno de la capital en una larga entrevista para el libro Los Suspirantes 2018 (Planeta), que allí mismo consigné. “Yo veo al Jefe de Gobierno como el político más sobresaliente después del Presidente [Enrique Peña Nieto]”, me dijo. En ese tiempo pertenecía al PRD. También negó de manera contundente que pensara unirse a Morena.

Pero luego, poco tiempo después –apenas en febrero de 2017–, le dio la espalda a Mancera y reacomodó su discurso. El Jefe de Gobierno ya no era el Supermán que veía poco tiempo antes: se acercó o lo acercaron a Morena, y zas: ya estaba con Andrés Manuel López Obrador. El mismo Mancera me dijo entonces que no se sorprendía. “Así es Barbosa”, se limitó.

Morena de Puebla lleva el mismo camino de Barbosa, para su desgracia y la desgracia de los electores que votaron por ellos. Contra todo lo que ofreció, ya instalado como partido mayoritario en el Congreso local rechazó la opción de la interrupción del embarazo y los matrimonios igualitarios; bajó la pena pero mantuvo el castigo a las mujeres que abortan.

Morena, con el PT y el PES como aliados, le dio la espalda a los compromisos que hizo y actuó en contra de las ideas de la izquierda moderna del mundo. Por supuesto hay patanería en esta decisión, insensibilidad.

Barbosa y Morena de Puebla claramente avergonzarían a cualquiera que se llame “progresista” o que se defina de izquierdas.

Y algo similar está pasando en Baja California con Morena. El republicano (sí, en Estados Unidos se registró republicano, como Donald Trump) Jaime Bonilla Valdez intenta quedarse cinco años con una consulta patito que le acomodaron sus amigos morenistas en el Congreso. La gente lo eligió para dos años. No se aguantó: acomodó las cosas para quedarse los cinco. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación calificó una elección de DOS años; el INE ya lo exhortó a no brincarse las trancas. Nada: quiere cinco y va por cinco años, cueste lo que cueste.

En ambos casos me preocupan muchas cosas. Primero, que cuando se cuestionó a Barbosa por sus dichos se sacó lo de culpar a Vicente Fox y a Felipe Calderón de “corruptos” para decir que eran ellos quienes ellos deberían disculparse por robar. Ni al caso con la respuesta. Barbosa no comprueba que robaron: se saca la acusación para simplemente zafarse de la responsabilidad de gobernar con prudencia y para apuntalar su patanería. Es una manera cómoda de quitarse la responsabilidad por sus palabras. “Es que los neoliberales…”, suele decirse en estos tiempos. Barbosa usa una muletilla de López Obrador.

Y Bonilla no se diga: una consulta patito para validar su ambición. El recurso, como sabemos, lo ha usado López Obrador en otras ocasiones. El empresario que ahora será Gobernador de Baja California recurre al método del Presidente para cometer básicamente una fechoría.

No digo que López Obrador tenga la culpa de ambos excesos. Lo que digo es que los dos personajes lo usan, a él que tiene una amplia aceptación, para justificarse.

Morena es muchas morenas. No todos son iguales, por supuesto. Pero estos dos personajes, Barbosa y Bonilla, son lo suficientemente importantes como para dibujar un Morena que, en los hechos, se está imponiendo: un Morena tramposo, un Morena marrullero. Y cuidado porque el elector mexicanos, dicho por el mismo López Obrador, tiene hoy más conciencia que antes. Cuidado, porque en 18 años cambió tres veces de partido y seguramente lo hará otra vez si se siente decepcionado. Me canso ganso.