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Los electores deciden este martes si es derrotada o se afirma la agenda populista de derecha de Trump

November 5, 2018 - por

Los electores deciden este martes si es derrotada o se afirma la agenda populista de derecha de Trump

Revisión de material electoral en la víspera de los comicios. Foto Ap

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Nueva York. 

Al fin del día este martes se espera saber si Donald Trump y su partido fueron derrotados por una amplia participación de mujeres, jóvenes, latinos y afroestadunidenses que han surgido como una resistencia diversa a la agenda populista de derecha del presidente, o si la estrategia antimigrante, de odio racial y de nostalgia por un país que nunca existió logró consolidar el monopolio del poder político por la derecha y sus aliados.

Es en esencia una batalla entre el pasado y el futuro de Estados Unidos. Las nuevas generaciones son progresistas -algunas se proclaman hasta “socialistas”- y las más diversas en la historia del país, y están participando en esta eleccion a niveles sin precedente, junto con un amplio abanico de sectores unidos en resistencia al régimen de Trump. Se enfrentan con las fuerzas que prometen un regreso al mito de un país blanco y que nutren el temor y el odio al invitarlos a que “America sea grande otra vez”.

Las encuestadores y analistas pronostican un resultado mixto en estas elecciones intermedias en las cuales están en juego toda la cámara baja, poco más un tercio del Senado y 36 gubernaturas estatales.

El consenso de último momento es que los demócratas lograrán superar la actual mayoría por 23 curules de los republicanos y reconquistar la cámara baja, mientras que los republicanos mantendrán el control del Senado (donde hasta hoy tienen una ventaja de dos curules, 51-49).

Una derrota para los republicanos, aun si es sólo en la cámara baja, conlleva serias preocupaciones para Trump y sus estrategas, ya que no es secreto que los demócratas de inmediato lanzarán nuevas investigaciones sobre la Casa Blanca incluyendo la posibilidad de iniciar un proceso de impeachment.

Mujeres y jóvenes, la clave

En esta elección, un número sin precedente de mujeres están participando como candidatas. Unas 183 mujeres demócratas y 52 republicanas están en contiendas para la cámara baja, y 15 demócratas y siete republicanas para el Senado y cientos más para puestos estatales y locales. Un 42 por ciento de las candidaturas demócratas al congreso o gobernador son mujeres comparado con sólo un 14 por ciento republicanas. Hay 10 millones más mujeres que hombres empadronados en esta elección, y suelen votar más que los hombres. Todo indica que si hay un triunfo demócrata será gracias a las mujeres.

Por su parte, el nivel de entusiasmo entre los jóvenes también podría registrar niveles de participación sin precedente en una elección intermedia. Una encuesta de Harvard indicó que un 40 por ciento de los millennials tiene la intención de votar, casi el doble de la tasa en elecciones intermedias anteriores. Ese voto favorece a los demócratas, y una parte notable de los jóvenes y los candidatos millennials apoyan una agenda “socialista democrática”.

Alexandra Ocasio es la cara más conocida de esta generación de nuevos políticos, una auto-declarada “socialista democrática” quien será la mujer representante más joven jamás en llegar al Congreso federal.

Tal vez la contienda por el Senado federal que ha recibido la mayor atención nacional es la de Texas, estado que ha sido sólidamente republicano, y donde ningún demócrata ha ganado una elección estatal en más de 25 años. Un cambio ahí tiene inmensas implicaciones para el mapa electoral nacional.

El demócrata Beto O’Rourke, un representante de El Paso, está amenazando la curul del poderoso senador y ex candidato presidencial conservador Ted Cruz al adoptar posiciones abiertamente progresistas con las cuales ha generado entusiasmo entre los que suelen no votar, sobre todo los jóvenes.

Inspirado en parte por el veterano líder progresista popular texano Jim Hightower, O’Rourke suele citarlo en respuesta a quienes argumentan que uno tiene que ser “centrista” para ganar: “la única cosa que encontrarás al centro de un camino en Texas son líneas amarillas y armadillos atropellados”.

El futuro, hoy

Pero hay mucho más. En Georgia, la demócrata Stacey Abrams está en una contienda feroz para lograr ser la primera mujer afroestadunidense gobernadora en el país. Trump recientemente declaró en apoyo al aspirante republicano que “si ponen a Stacey ahí (en la gubernatura), van a volver Georgia en Venezuela”.

En Florida, el demócrata Andrew Gillum podría ser el primer afroestadunidense en ser gobernador de ese estado clave en el mapa electoral nacional. En Colorado Jared Polis podría ser el primer gay abierto en ocupar la gubernatura.

Deb Halaand está por ser elegida representante federal en Nuevo Mexico y volverse la primera mujer indígena en el Congreso. Ilan Omar de Minnesota, una ex refugiada somalí podría, junto con la palestina-estadunidense Rashida Tlaib de Michigan, ser las primeras mujeres musulmanas en la cámara baja.

Jesús “Chuy” García será electo el primer representante federal por Chicago de origen mexicano, y se sumará a otros colegas como el representante Raúl Grijalva en lo que será una muy ampliada corriente progresista dentro del Congreso. Deb Halaand está por ser elegida representante federal en Nuevo México y ser la primera mujer indígena en el Congreso.

El dinamismo progresista en esta elección tiene mucho que ver con una resistencia que nació con Trump en 2016, con el movimiento detonado contra el abuso sexual de hombres poderosos (incluyendo el presidente), como por el extraordinario movimiento impulsado por estudiantes después del tiroteo masivo en una preparatoria en Florida (March for our Lives), como también por la diáspora de las campañas electorales de Bernie Sanders y Hillary Clinton. Esto junto con otros movimientos anteriores, desde Black Lives Matter al movimiento ambientalista y de otras iniciativas políticas progresista han nutrido este momento.

¿Batalla decisiva?

A pesar de todas estas expresiones, Trump y sus aliados no esperan una derrota política fatal, y el presidente sigue usando su retórica oscura, racista, antimigrante y repleta de falsedades, alertando de un Apocalipsis si los republicanos no mantienen por lo menos el Senado. Está apostando a que esto funcionará, y eso está por verse en las próximas horas.

Para lograrlo, varios republicanos y sus operadores han llevado a cabo múltiples intentos para suprimir el voto de ciertos sectores, campañas de intimidación de otros, junto con toda la gama de viejos trucos sucios que manchan estos procesos electorales supuestamente sagrados.

Ante todo ello, el veterano representante federal John Lewis de Georgia, quien marchó con Martin Luther King, y que fue golpeado y arrestado múltiples veces al exigir el respeto al voto de los afroestadunidenses entre otras demandas del movimiento de derechos civiles, suplicó hace unos días: “dí un poco de sangre en ese puente en Selma. Casi fallecí. Algunos de los amigos y colegas fueron asesinados. No les estoy pidiendo a ninguno de ustedes que den sangre. Sólo les estoy pidiendo que salgan a votar como nunca antes”.

El pasado y el futuro están presentes en esta batalla, parte de una guerra mucho más larga.

Es posible que no se podrán conocer los resultados de toda esta batalla de inmediato la noche de este martes en el caso de que varios sean demasiado cerrados para declarar triunfador, o si hay irregularidades que pongan en duda algunos resultados.