Nicaragua: una revolución frustrada y traicionada
June 24, 2018 - por Marcos Roitman Rosenmann /I/La Jornada.
Daniel Ortega y el general Augusto C. Sandino, principal símbolo del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
El Frente Sandinista, en esos años, fue la suma de todos los valores democráticos, las ansias de libertad, independencia económica y soberanía política del pueblo nicaragüense, de ahí su fuerza. Poetas, intelectuales, escritores, académicos, hombres y mujeres dieron vida al proyecto. Entre 1974, asalto a la casa de Chema Castillo, el 27 de diciembre de 1974, en plena fiesta con la asistencia de autoridades del régimen y el embajador de Estados Unidos, y el 19 de julio de 1979, fecha del triunfo de la revolución, la dictadura sufrió derrota tras derrota.
Tras dos décadas entraron en Managua los guerrilleros. Los pueblos de América Latina celebraron el triunfo. Nombres como Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez y Gioconda Belli se asociaron al proyecto. Cantantes, como Carlos Mejía Godoy; guerrilleras, como Mónica Baltodano y Dora María Téllez, engrosaron las filas del FSLN. Los hermanos Daniel y Humberto Ortega, Tomas Borge, Víctor Tirado, Jaime Wheelock, Luis Carrión, Bayardo Arce, Carlos Núñez y Henry Ruiz, la comandancia del FSLN, tomó cuerpo. No todos llegan a la victoria. El fundador del FSLN, Carlos Fonseca Amador, cayó en combate. Otros murieron en las sesiones de tortura. La esperanza renació. La lucha antimperialista, nacional, democrática, popular, asentada en los principios de la economía mixta, fueron las banderas del FSLN. El proyecto sumó. Cupieron todos los luchadores contra la tiranía. La propuesta levantada por el Movimiento del Pueblo Unido y el Frente Patriótico Nacional triunfó a los intentos de imponer un gobierno títere, somocismo sin Somoza, y su vocero, el cardenal Ovando y Bravo. Se formó la Junta Gobierno de Reconstrucción Nacional y el Consejo de Estado.
Sergio Ramírez, Violeta Chamorro, Daniel Ortega, Alfonso Robledo y Moisés Hassan integraron la junta. La felicidad duró poco. A los primeros logros y avances en todos los terrenos se desataron las hostilidades. Los acuerdos se rompieron. En las primeras elecciones libres y democráticas celebradas en Nicaragua, después de décadas, 1984, el FSLN ganó con 64 por ciento de votos. Pero el escenario no fue el mismo. El triunfo de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989), el desarrollo de la guerra en El Salvador y Guatemala y la invasión de la isla de Granada trasformó a Nicaragua en campo de batalla. Asediada, bombardeada, la revolución se enrocó. La desestabilización, la crisis económica y una derecha recompuesta, con un ejército mercenario financiado desde Estados Unidos, provocó miles de muertos. Las guerras de baja intensidad se generalizaron en la región. Años de agresiones y desgaste culminaron estrangulando la revolución. Estados Unidos invadió Panamá el 20 de diciembre de 1989. El 26 de febrero de 1990, en Nicaragua, se celebraron elecciones. Violeta Chamorro ganó la presidencia. Los sandinistas, en medio de la guerra, fueron derrotados. La derecha recuperó el poder. El FSLN nunca fue el mismo. La piñata, el enriquecimiento de la familia Ortega, la corrupción, dieron al traste con el proyecto. Se inició la descomposición sandinista.