Hamás es una organización terrorista corrupta que comenzó esta guerra masacrando a 1.200 hombres, mujeres y niños israelíes inocentes y tomando más de 200 rehenes. Hamás ha dejado claro, antes y después del 7 de octubre, que su objetivo es destruir a Israel. En esas circunstancias, Israel tiene absolutamente el derecho de defenderse.

Si bien Israel tiene derecho a perseguir a Hamás, el gobierno de extrema derecha de Netanyahu no tiene derecho a librar una guerra casi total contra el pueblo palestino. Esto es moralmente inaceptable y viola el derecho internacional. Desplazar a 1,6 millones de personas de sus hogares, cortarles alimentos, agua, suministros médicos y combustible, y matar a unos 12.000 palestinos (casi la mitad de los cuales son niños) es una violación de todos los códigos de decencia humana. Debe parar.

Estados Unidos proporciona 3.800 millones de dólares al año en ayuda a Israel y la administración Biden quiere 14.000 millones de dólares más. El gobierno de Netanyahu, o con suerte un nuevo gobierno israelí, debe comprender que ni un centavo llegará a Israel desde Estados Unidos a menos que haya un cambio fundamental en sus posiciones militares y políticas. Entre otras condiciones que deben imponerse a cualquier ayuda a Israel se encuentran:

* El fin de los bombardeos indiscriminados que se han cobrado miles de vidas civiles y una pausa significativa en las operaciones militares para que pueda llegar ayuda humanitaria masiva a la región;

* El derecho de los desplazados de Gaza a regresar a sus hogares;

* Ninguna reocupación o bloqueo israelí a largo plazo de Gaza;

* El fin de la violencia de los colonos en Cisjordania y la congelación de la expansión de los asentamientos;

* Un compromiso con amplias conversaciones de paz para una solución de dos Estados tras la guerra.

*Bernie Sanderes, senador, y una de las figuras más relevantes de la izquierda en EU.