Tras ordenar el envío de hasta 15 mil efectivos a la frontera, para enfrentar la amenaza de “la invasión” de migrantes que huyen de la violencia y la pobreza en Centroamérica, el gobierno de Estados Unidos decidió hoy dar marcha atrás con el retorno de sus efectivos a partir de esta misma semana.

El fin de nuestra misión “está previsto para el 15 de diciembre, y no tenemos indicaciones de que se vaya a postergar”, aseguró hoy el responsable de esta misión, el teniente general Jeffrey Buchanan, en declaraciones a la revista POLITICO.

Sin aceptar de forma explícita que la decisión del presidente Trump estaba en relación directa con la necesidad de agitar a sus bases con fines meramente electorales, con la supuesta amenaza de una invasión de “criminales, terroristas y pandilleros”, el militar reconoció que algunas de las tropas regresarán a partir de esta misma semana “ya que no son necesarias”.

“Ahora que las cosas están aseguradas aquí, no necesitamos tantas tropas para construir un campamento base y cosas así, porque los campamentos ya están construidos”, aseguró en alusión a la labor de reforzamiento de bloques y barreras con alambres de púas.

La decisión se produce en medio de las criticas y protestas de quienes aseguraron, desde el lugar del emplazamiento de las fronteras, que la mayoría de los efectivos se la pasaban con los brazos cruzados y molestos por haber sido alejados de sus familias con el pretexto de una supuesta amenaza a la seguridad nacional.

En declaraciones a Politico, el militar informó del cierre parcial de la mitad de las líneas de acceso a los puertos de entrada desde Tijuana y aseguró que, en el futuro, no serán necesarios más cierres o adoptar medidas más drásticas.

La decisión del Pentágono sólo ha atizado las críticas hacia el presidente Trump por la utilización de la seguridad fronteriza para apuntalar una victoria de los candidatos republicanos en el Congreso. Con la victoria de los demócratas en la Cámara de Representantes y la difícil batalla de los republicanos para conservar la mayoría en el Senado, la estrategia urdida por Trump parece no haber surtido el efecto esperado.

Particularmente en el Estado de California donde el partido republicano ha experimentado un auténtico naufragio en las urnas.