Por ¡un voto!
September 6, 2024 - por Francisco Sepúlveda Cañamar.
No voy a mencionar que tener el “circo” del Senado cayó en un momento crucial, donde, en lugar de que muchos estén “fiscalizando” los 6 años de gobierno de AMLO (y poniendo datos “apocalípticos”, donde, supuestamente, México quedó “al borde del despeñadero, si no es que ya francamente caímos al precipicio”, sic); la atención del respetable está en una votación que se va a decidir… ¡por un voto! ¡UN VOTO!
Ahora, no voy a comentar tampoco cómo es que, si estamos en un “apocalipsis” (la oposición dixit), la votación de junio, donde se eligió también al poder legislativo, quedó de tal manera que al oficialismo solo requiere de ¡un voto! ¡UN VOTO!, para poder pasar su programa de gobierno (o reformas, que, para el caso, es lo mismo). Porque, si realmente estuviéramos al borde del despeñadero, o ya en caída libre en el precipicio; dudo que el oficialismo hubiera quedado con un margen tan estrecho en su mayoría (¡UN VOTO!), para poder implementar las reformas que ofertó y ofreció durante las campañas electorales pasadas.
En síntesis, algo no “cuadra”. Porque, si realmente estamos tan “mal” ¿por qué se logró una mayoría calificada que solo requiere de ¡Un Voto!, para poder lograr los cambios ofrecidos?
En fin. Ayer el Banco Mundial confirmó que AMLO sacó de la pobreza a 9.5 millones de mexicanos. Lean bien: escribí “AMLO”. NO escribí “la economía mundial”, o “los factores que fomentan el comercio postpandemia”, o cualquier otra mamarrachada que muchos escriben para negarle el mérito al presidente. Fue AMLO. Punto. Y solo un medio (La Jornada), lo puso en primera plana. Y luego todavía la oposición se pregunta el motivo por el cual solo le falta al oficialismo ¡UN VOTO!, para poder pasar las reformas.
Este domingo, las comisiones del Senado van a presentar, y a votar, sus dictámenes relacionados con la Reforma Judicial. Se espera que, para el miércoles 11 de septiembre, a más tardar el jueves 12 de este mes, se presente en el pleno de la Cámara de Senadores para ser votada y aprobada. Y aquí viene lo bueno. Porque solo hay dos escenarios:
1. El oficialismo consigue ese voto que falta, y la Reforma Judicial se aprueba.
2. La oposición logra rechazar la aprobación de dicha reforma, por ¡UN VOTO!
¿Qué consecuencias traería lo anterior? Sencillo:
En caso de ser aprobada la Reforma Judicial, la oposición tendrá que pensarlo muy bien antes de rechazar el resto de las reformas, sobre todo, las que implican apoyos sociales. Porque la población aún recuerda el festejo de la oposición cuando rechazaron la reforma energética de AMLO. Y, si la oposición aún no llega a la conclusión de que dicha votación en contra, y el festejo consiguiente, fue lo que les costó estar solo con un “dique” de un voto para frenar al oficialismo, pues: como dijo Noroña, “la oposición cavó su propia tumba, y ni cuenta se dieron”.
Lo cual hace que ya haya tocado lo que ocurriría en caso de que la oposición logré rechazar la Reforma Judicial por ¡UN VOTO! La población va a buscar, ahora sí, “atomizar” por completo a la oposición, en las elecciones intermedias del 2027. Al punto de que, si ahora en el 2024 “todos los miembros de la oposición en el poder legislativo caben en una furgoneta combi Volkswagen” (sic); quede un número de opositores en el poder legislativo en el 2027 donde “todos los miembros de la oposición quepan en un escarabajo Volkswagen” (sic). Y no de los nuevos. De los que se dejaron de producir en el 2003.
Aquí no puedo dejar de recordar cuando la oposición vociferaba, durante la elección del 2006, que “las elecciones se ganan con un voto de diferencia. ¡CON UN VOTO!”. Y miren lo que son las cosas, o el “karma”, o como lo quieren llamar: ahora resulta que puede que el oficialismo gané por un ¡UN VOTO!, y termine con el último reducto de poder de la oligarquía, otorgándole, ahora sí, todo el poder al pueblo.
Pero, si logran revertir dicha votación, el pueblo les va a pasar factura en las elecciones intermedias. Así que, más tarde que temprano, lo que el pueblo está exigiendo, quedará implementado. Y, al decir “pueblo”, me refiero a la mayoría electoral. Porque la minoría electoral, con la pena; pero, o son parte de la oligarquía, o son sus testaferros, o son simplemente “aspiracionistas” que sueñan, algún día, con formar parte de esa oligarquía. Y abominan que se les recuerde que son parte del pueblo. Parodiando a AMLO, cuando a los aspiracionistas se les recuerda que son parte del pueblo, actúan como niños y dicen: “Fúchila, guácala, caca”. La oposición, sobre todo los aspiracionistas, solo pudieron responder (como niños), dándole el epíteto de “el KKs” a AMLO. Al final, AMLO, y la 4T, hizo mier… trizas a la oposición y a los aspiracionistas.
Ya sólo falta, que ahora, les gané por ¡UN VOTO! Lo cual obligaría a ganar las otras propuestas, también. Con lo cual la oposición pierde. Pero, si la oposición gana por ese voto que falta, y rechaza todas las reformas, al final, la población le va a pasar la factura a la oposición en las elecciones. Con lo cual, la oposición también pierde.
Y todo, por ¡UN VOTO!