La Educación

Al Servicio del Pueblo Latino de California

Traductor:

English Español Português Français Deutsch

PRI: ¿felices 90 años?

March 3, 2019 - por

PRI: ¿felices 90 años?

Si una fuerza resultó damnificada tras el “tsunami” de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2018, esa fue la del partido tricolor.

___________________________________________________________________________________________

CIUDAD DE MEXICO

Anquilosado, fracturado, inanimado y sin el impulso del poder que lo movió durante nueve décadas, el PRI cumple 90 años este 4 de marzo. El partido tricolor apagará las velitas reducido a su mínima expresión histórica. Nunca, como hoy, había significado tan poco en el escenario político.

Por tercera vez, en 2018 el PRI perdió la Presidencia de la República, y retrocedió prácticamente en todo. Hoy, gobierna sólo 12 estados; es primera fuerza en dos Congresos estatales (Coahuila y Yucatán); ganó solamente 15 de 300 distritos electorales; es la tercera fuerza en la Cámara de Diputados, con 47 legisladores; y sus 14 senadores caben en una selfie.  

La crisis del partido tricolor es un reflejo nítido de la crisis del sistema de partidos forjado bajo su hegemonía. Si una fuerza resultó damnificada tras el “tsunami” de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2018, esa fue la del partido tricolor.

Si un partido fue incapaz de comprender los anhelos del electorado mexicano, ése fue el PRI de Enrique Peña, José Antonio Meade, Luis Videgaray, Enrique Ochoa, Aurelio Nuño, Miguel Osorio Chong, René Juárez Cisneros, Claudia Ruiz Massieu y Mikel Arreola. La generación de priistas que casi sepultó al partido fundado por Plutarco Elías Calles en 1929.

Meade, su candidato presidencial, obtuvo 9.2 millones de votos el 1 de julio; de los cuales, 7 millones 677 mil fueron del PRI y el resto de sus aliados, PVEM y Panal. El candidato que encarnaba a la tecnocracia fue vapuleado, y hundió al PRI a niveles incluso más bajos de los que rozó en 2006 con Roberto Madrazo, o en 2000 con Francisco Labastida.

En sus dos anteriores derrotas, el PRI mantuvo su fuerza legislativa y un número importante de bastiones locales desde los cuales cogobernó con los presidentes panistas y se reconstruyó.

Esta vez, el eclipse no fue parcial.

Dañado por los escándalos de corrupción de sus gobernadores y el desprestigio del presidente Peña, el PRI fue castigado en las urnas por un electorado que sólo le dio el 16.4 por ciento de los votos.

Lo dijeron los priistas, en un diagnóstico hecho el año pasado por una comisión especial del Consejo Político Nacional: el PRI actual es un partido sin estructura, sin identidad ideológica, sin discurso, sin candidatos atractivos, sin dirigentes eficientes y sin aquella militancia orgullosa de su priismo.

Su propio candidato presidencial tardó meses en ponerse una chamarra roja para hacer campaña; mientras el voto duro priista se ablandaba y sus liderazgos locales se ponían la camiseta de Morena.

Al PRI le fallaron sus alianzas, sus estrategas, sus dirigentes, su candidato presidencial, sus gobernadores y su Presidente de la República. En el diagnóstico de la comisión encabezada por Samuel Palma, se lee: “el partido nacional fue sustituido por una agencia electoral que olvidó a una gran clase política, desplazada por el dominio de grupos reducidos a la manera de camarillas”. Como diría Colosio: los priistas fueron los primeros sorprendidos al conocer la lista de candidatos.

En esa especie de autopsia, leída el 19 de octubre de 2018 en el Consejo Político Nacional, también se concluye: “El PRI no se sintió representado por el PRI, y muchos de sus potenciales electores sufragaron por otra opción”.

Esa opción fue Morena y López Obrador, que ahora se preparan para desfondar al PRI, mientras la cúpula del partido anuncia una nueva batalla interna, la que ya se apuntaron el ex rector José Narro; los ex gobernadores Ulises Ruiz e Ivonne Ortega, y el gobernador en funciones Alejandro Moreno.

Noventa años después, el PRI pide un crédito para organizar su proceso interno y apela al INE para ser el árbitro de una contienda de pronóstico reservado.

El PRI agoniza, pero aún no está claro que vayan a morir también las estrategias y métodos que le dieron larga vida: el corporativismo, el clientelismo, la política sectorizada, la simbiosis partido-gobierno; la industria del voto aceitada con programas sociales, becas, dádivas y apoyos de todo tipo.

Prácticas del PRI de toda la vida, desde Calles y Lázaro Cárdenas, hasta Salinas y Peña Nieto. Modos de hacer política que algunos ven renacer, ya no en el PRI, sino en el nuevo gobierno del ex priista Andrés Manuel López Obrador.