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Salinas mató a Colosio, reitera la familia Aburto

March 23, 2022 - por

Salinas mató a Colosio, reitera la familia Aburto

Rubén y María Luisa, con la foto de su hijo Mario. Foto: La Educación.



Aquella tarde del 23 de marzo de 1994, el periodista Francisco Mendoza, actual presidente de la editorial La Educación, se trasladó de la Ciudad de Los Angeles, donde reside, a la clínica Scripps en San Diego, California, ya que en los medios mexicanos de los que era corresponsal, le dijeron que ese sitio habían trasladado al candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, porque había recibido un severo golpe en la cabeza. Al llegar, no advirtió ningún movimiento inusual y llamo al periódico donde colaboraba y le hicieron saber que el priista ya había fallecido y que fuera a Tijuana a participar en la cobertura del caso. En esa ciudad estuvo tres semanas y al retorno a Los Angeles entabló relación con miembros de la familia Aburto, que le permitieron acceso a su hogar y comunicación con los padres y hermanos de Mario, quien era señalado como el autor del magnicidio. A continuación se publica un texto ya publicado y ahora actualizado.  En los próximos días se harán otras entregas.  



Primera parte

LOS ANGELES

La familia Aburto ha pedido al presidente Andrés Manuel López Obrador que reabra el caso de Luis Donaldo Colosio. Lo hace con el convencimiento de que  Mario -acusado de haber matado al aspirante presidencial priista- es inocente.

Siempre escépticos de los gobiernos mexicanos, Rubén y María Luisa, los padres, expresaron su satisfacción por la respuesta del mandatario a su misiva de hace un año, que le hicieron llegar mediante un periodista, quien se la entregó durante la conferencia de prensa mañanera en marzo del 2019.

Desde que el mandatario afirmó la necesidad de indagar para determinar si fue un asesinato de estado, los Aburto tratado de tener contacto con funcionarios que pueden estar relacionados con el caso Colosio.

El caso, sin embargo, no ha avanzado como los Aburto quisieran.

En diversas ocasiones han pedido  a los presidentes mexicanos que vayan al fondo de las investigaciones, que reabran el caso ya que consideran que Mario es un chivo expiatorio.

Asimismo, afirman que Colosio fue víctima de un complot.

Y hoy, como en años anteriores, desmienten las informaciones, programas especiales y series de televisión que abordan el homicidio de Colosio, ocurrido la tarde del 23 de marzo en el vecindario de Lomas Taurinas, en Tijuana.

Los miembros de la familia han negado lo que se dice sobre ellos en series de televisión, como una de Netflix, en la radio y la televisión.

“Son puras mentiras”, afirma José Luis, hermano de Mario. Han contemplado,  incluso, la posibilidad de presentar demandas por las difamaciones.

Pocos días después del magnicidio, el padre, Rubén, ha acusado del crimen a Carlos Salinas de Gortari.

Incluso, hubo un tiempo en que Rubén se levantaba en las madrugadas e iba al baño a expresar su rabia contra Salinas a grito abierto.

Desde el 23 de marzo de 1994, los Aburto fueron colocados en el centro de una situación extraordinaria. Han sufrido una fuerte congoja, males nerviosos, pobreza y dolor por la separación de Mario, quien les  llegado a hablar telefónicamente al menos una vez a la semana.

Los Aburto tienen grabaciones de algunas de esas llamadas y siempre se muestra cariñoso con sus padres y hermanos. Karina, la menor, tenía nueva años cuando Mario fue detenido y ahora está casa y con dos hijos.

Aquél 23 de marzo, los Aburto -originarios de La Rinconada, Michoacán- estaban divididos. Rubén y sus hijos Rafael y José Luis vinieron a Los Angeles a trabajar. La madre y sus dos hijas vivían en la colonia Buenos Aires Norte, en Tijuana. Por decisión de la familia, Mario permaneció con ellas ya que era considerado como muy trabajador y responsable para ser la figura masculina fuerte del grupo.

Mario trabajaba en la empresa Gameros Magnéticos y tenia novia. Su vida, dice la madre, era totalmente normal, con apego al trabajo y a la familia.

El gerente de esa negociación tenía la mejor impresión de Mario, por cumplido, servicial y respetuoso.

La tarde del 23 de marzo, Mario salió de su empleo y acudió al mitin de Lomas Taurinas.

La tarde del homicidio, María Luisa se enteró por televisión de lo ocurrido. Vio a su hijo sangrando, detenido, acusado de haber disparado a Colosio.

En ese momento empezaron sus cuitas.

Pocas horas después estuvo en las oficinas de la Procuraduría General de la República en Tijuana. Vio a un joven, con la cabeza gacha y le dijo: “Hijo, ¿qué hiciste?”. Pero de pronto, aquella persona alzó la cara y no era Mario. Era el agente de Gobernación Jorge Sánchez Ortega, con enorme parecido físico a Mario, a grado tal que su madre lo confundió.

Sánchez Ortega llevaba la ropa ensangrentada. Las pruebas mostraron que era sangre de Colosio. Además, se acreditó que había disparado un arma.

Más tarde, fue exonerado de cualquier cargo.

Esa oche, en un taller mecánico fue asesinado otro joven con gran parecido físico a Mario.

De ahí surgieron las tesis de estas tres personas parecidas ubicadas en el escenario del asesinato.

Los Aburto se quejaron de amagos, fuerte acoso de agentes policiacos que, incluso, llegaron a quitarles pertenencias personales.

Por ello, decidieron huir a California. Lo hicieron saltándose la cerca fronteriza y pidieron asilo político. Su abogado era Peter Schey, presidente del Centro de Ley Constitucional, y su representante fue Jorge Mancillas, uno de los dirigentes más importantes de la comunidad mexicana y latina en California.

En 1994, Mancillas encabezó una huelga de hambre de más de una docena de estudiantes de la Universidad de California-Los Angeles, de casi dos semanas, para demandar la creación del Centro de Estudios Chicanos en esa Alma Mater.

Finalmente, las autoridades aceptaron la exigencia y al menos 10 mil personas marcharon del centro de Los Angeles a ese centro de estudios, en Westwood, distante al menos unos 20 kilómetros, para celebrar ese acontecimiento.

Mancillas ha sido el único que más tiempo ha estado con Aburto en la prisión: en seis ocasiones.

Los Aburto llegaron a platicar telefónicamente con Luis Colosio Fernández, padre de Luis Donaldo, le presentaron sus condolencias y le indicaron que Mario no había sido el disparador.

Colosio Fernández dijo que todo estaba en manos de la justicia.

Desde el asesinato cambió la vida de los Aburto.

El padre, quien trabajaba en una fábrica de muebles en Carson, enfermó y ha dejado de laborar. Ahora, ya setentón se encuentra retirado. Hubo momentos muy difíciles en materia económica. Incluso, llegaron a recoger latas de aluminio y botellas de plástico en  basureros y recibieron comida en una iglesia cercana a su departamento en Long Beach.

La familia logró su legalización migratoria y ahora tenían interés en solicitar la ciudadanía estadounidense.

María Luisa, por ello, fue a clases. Y está segura de aprobar el examen.

Colosio en Los Angeles

Este reportero estuvo dos días con Colosio, cuando como titular de la Secretaría de Desarrollo Social  vino a Los Angeles. Una noche conversó con él  como 25 minutos en el hotel donde que se hospedó en Westwood y al día siguiente lo entrevistó al término de su discurso ante miembros de la comunidad universitaria.

En esa ocasión el tema de la entrevista fue la deuda social de los llamados gobiernos emanados de la Revolución Mexicana con los campesinos.

Posteriormente, como presidente del PRI vino a un evento de ese partido en Venice, cuando estaba fresco el caleado ambiente creado por lo que los cardenistas llamaban “fraude electoral de Salinas”.

Al salir de esa conferencia, cuando iba a abordar su auto en el estacionamiento, fue rodeado por más de 30 cardenistas, quienes le gritaron: “¡ Hijo del fraude!” y le aventaron billetes de dólar diciéndole: “Para que sigas enriqueciéndote”.

Colosio se bajó del auto para dialogar con ellos pero los cardenistas sólo gritaban y, en esas circunstancia era imposible dialogar, por lo que volvió al automóvil que ya estaba en marcha.

A partir del “fraude electoral”, los cardenistas se apostaban a diario, desde las 6:00 de la mañana, frente al consulado mexicano para protestar.

En ese entonces, el consulado se encontraba ubicado en la Plaza Olvera. Pocos meses después vino Salinas de Gortari y los cardenistas le aventaron jitomates y lo condenaron ruidosamente.

En la ceremonia del “Grito” de 1989 que anualmente se realizaba en el Palacio Municipal con la asistencia de un representante del presidente mexicano, los cardenistas hicieron una amplia protesta y a partir de entonces dejaron de venir los emisarios presidenciales.