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Sandra Cisneros, la escritora chicana más afamada y su obra cumbre, La casa en la calle de Mango, es libro de texto en EU

February 2, 2020 - por

Sandra Cisneros, la escritora chicana más afamada y su obra cumbre, La casa en la calle de Mango, es libro de texto en EU

Sandra Cisneros,

CIUDAD DE MEXICO
¿Recordará Obama que en 2016 le entregó la National Medal of Arts en Washington a una muchacha morena vestida de tehuana y coronada de flores que respondía al nombre de Sandra Cisneros? ¿Recordó alguna vez la primera mujer de color en recibir el Nobel en 1993, Tony Morrison, que alentó en el baño de mujeres antes de enfrentar al público de la conferencia Breaking the silence a una muchachita que tenía miedo de salir al escenario a hablar acerca de lo que significa ser una mexican american writer?

Sandra Cisneros, nacida en Chicago, hija de un tapicero mexicano, conoció muy pronto el triunfo en Estados Unidos porque en 1984 publicó su novela La casa en la calle de Mango (The House on Mango Street) que todas las escuelas estadunidenses escogieron como libro de texto. Lectura obligada en programas escolares, el triunfo de Sandra Cisneros se consolidó en las innumerables high schools del país del norte, y sus lectores latinos y estadunidenses la encumbraron al grado de convertirla casi en una rock star porque gracias a ella y anteriormente a Luis Valdez (El Pachuco) aparecían por primera vez en todos los escenarios tanto universitarios como comerciales. Las conferencias de Sandra causaron sensación y atrajeron las miradas académicas y populares sobre el llamado movimiento chicano.

No sólo triunfó La casa en la calle de Mango, Alfred A. Knopf, la gran editorial de Nueva York, lanzó simultáneamente una edición en inglés y otra en español de la segunda novela Caramelo, que se agotó de inmediato y se tradujo a mil idiomas.

Acompañé a Sandra vestida de Manola, con peineta y abanico, a una conferencia en Washington en el National Museum of Women in the Arts. Bailó, cantó, cautivó a un público devoto y reverente, lo mismo sucedió en Dallas; sus admiradores le llevaban a firmar hasta 10 libros, uno encima de otro, una locura. Este es para mí, este para mí tía, mi prima, mi sobrino, mis ahijados. Toda la familia quería su ejemplar. Incansable, Sandra nunca dejó de sonreír y así, de libro en libro, de conferencia en conferencia, la joven autora fue conquistando a un público lector extraordinario que va desde la quinceañera hasta la abuela que recuerda las recetas de su pueblo y hierve ollas de frijoles a la mexicana que reconfortan al más triste de los braceros en espera de su admisión en Estados Unidos.

Hoy, en 2020, Sandra Cisneros sigue yendo de éxito en éxito. Ninguna escritora chicana ha triunfado como ella y ninguna se ha afincado en San Miguel de Allende, donde todos agradecen su cálida presencia.

De los más de 325 millones de habitantes de Estados Unidos, casi 59 millones es de origen latino, 18 por ciento de la población. México es, de lejos, el país más representado con más de 60 por ciento del total de latinos en Estados Unidos. Le siguen Puerto Rico, Cuba, El Salvador y República Dominicana. Los 10 estados con más población latina son California, Texas, Florida, Nueva York, Illinois, Arizona, Nueva Jersey, Colorado, Nuevo México y Georgia. De todos los habitantes de Chicago, donde Sandra Cisneros escribió su celebrada novela, 78.8 por ciento es latino.

En Los Ángeles, donde la joven autora sitúa La casa en la calle de Mango, la detienen en la esquina para abrazarla, pedirle su firma, darle las gracias. En Los Ángeles, ¡imagínense nada más!, se habla más español que inglés. Sin embargo, Sandra escribe en inglés y tiene un público cautivo que la idolatra por vital y por graciosa. A todos los que alguna vez fueron mexicanos les gusta recordar su pasado y la leen con fruición porque escribe en forma coloquial y seductora de los tés de la abuela, los milagros en las sacristías de la iglesia de los Remedios, los clavadistas que se juegan la vida en La Quebrada, el rostro viril de Pedro Armendáriz, los tambores de Tongolele, la voz de Toña La Negra.

Sandra no se ha detenido en el triunfo arrasador de la multipremiada novela La casa en la calle de Mango y se sentó a escribir su segunda novela Caramelo, que, bajo la estricta vigilancia de su extraordinaria agente Susan Bergholz, también triunfó en grande.

“Mi libro Caramelo –contó frente a una audiencia entusiasta– ganó el premio Napoli, porque los italianos se reconocen a sí mismos en la xenofobia, en la lucha de los inmigrantes, en el maltrato que reciben, en su mala economía. En Italia, todos los migrantes de América Latina y de Europa venden sombreros frente a un hotel, las nanas peruanas gritan en el parque: ‘¡Daniela, Nina!’, los uruguayos buscan trabajo. Por eso pegó mi libro allá. Además, los italianos son tan extrovertidos y escandalosos como los mexicanos.”

Es fácil afirmar que las escritoras mexicanas tenemos mucho que aprender de las chicanas y somos sus deudoras. ¿Por qué? Porque escritoras como Sandra Cisneros, Cherrie Moraga, Helena Maria Viramontes, Ana Castillo, Lucha Corpi, Gloria Anzaldúa, Mary Helen Ponce, Sheila Ortiz Taylor, Norma Alarcón o Lorna Dee Cervantes hacen una aportación extraordinaria a nuestra literatura y a la historia del otro lado de la frontera aunque escriban en inglés. Norma Cantú y su Se me enchina el cuerpo al oír tu cuento… Pat Mora y su extraordinaria La joven Sor Juana, Dorotea Reyna, Elba Sánchez, Bernice Zamora y muchas otras nos regresan a la fuente, exaltan nuestros valores más profundos y nos los hacen esenciales.

El viaje anual de Sandra Cisneros a la Villa de Guadalupe es una peregrinación al origen mismo de nuestra antropología religiosa, a la antigua fe de los mexicanos que aún conservan ídolos bajo los altares. Sandra Cisneros ha canonizado los ex votos en Estados Unidos al escribir Women’s Hollering Creek, cuando para nosotros eran sólo unas laminitas de aluminio en las que mandábamos pintar (a veces por Hermenegildo Bustos) nuestro agradecimiento por el favor concedido.

Sandra, con sus palabras en inglés, los hizo más tiernos y más provocadores que un Aduanero Rousseau. Casi todos los mexicanos hemos estado en contacto con la epilepsia, la tuberculosis, la rabia, el cólera y otras enfermedades de la pobreza que las abuelitas solían paliar después con tecitos y recetas de hueseros y hierberas. Sandra los recogió con tal maestría que ahora son parte de la historia de nuestros mejores lazos con Estados Unidos.