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Saudade

August 11, 2019 - por

Saudade

Octavio Raziel.

CIUDAD DE MEXICO 

San Lunes (Sin TV, cel, guas, imeil, feis. La mente en descanso)

            Ha entrado en mí la saudade de mi vida interna.

            Leo un amplio artículo del rabino Benjamín Blech, sobre el Séptimo día, el Shabat, inventado por Dios hace 4,000 años. Durante seis días, Él creó, y después de eso, descansó; no porque estuviera cansado, sencillamente necesitaba hacer un recuento de lo logrado.

            Me ha llegado la saudade, esto es, la melancolía, el sentimiento por la distancia que ha quedado entre este momento y lo que dejé, especialmente lo que amé, en la distancia de la vida.

            Sin ser Dios –todavía soy algo imperfecto para serlo- me he creado a San Lunes, (diferente a Agustín, Cirilo, y Justiniano, destructores del mundo clásico y elevados al altar de la idolatría católica) que me permite descansar un día de los Emails, Whatsapps, facebook’s, instagrams y los memes correspondientes. Es decir, las redes sociales que invaden la mente humana con sandeces que han pensado y escrito millones de usuarios antes.

         Uno de mis columnistas favoritos, Manuel Vicent describe a “un joven rebelde que en un momento de lucidez arrojó el móvil a un pozo y se echó al monte para enfrentarse a la gelatinosa realidad virtual que lo atenazaba”. Luego, comenta que “desde la cumbre alcanzada se veía la ciudad allá abajo envuelta en la carga de basura que transportan las redes”. Libre podía admirar la belleza del campo, de sus bosques, sus aves, sus ríos y flores. Todo lo bello que el ser humano ha abandonado y está a punto de destruir.

            El hombre moderno se ha desalmado, descivilizado. Su único destino es el consumo: vestir, comer, beber, bailar y pegar la vista a su móvil. Sin likes son hombres muertos en la sociedad. Son esos likes la medida exacta de lo que vales socialmente. De lo que crees valer. Se lo que los demás creen que vales.

            Son generaciones “preparadas” para ser mano de obra barata; obreros y empleados sin mayor futuro que llegar a temprana edad a ser inempleables. No habrá alumnos reprobados porque a dónde van sólo será necesario conocer las tablas aritméticas, entender las órdenes que les den y acudir a votar cuando se les mande. Los que logren una carrera, serán los empleados “calificados”, pero desechables.

            El Shabat, creado por Yahvé, Aquel que pienso que si podría ser Dios pues me escucha con atención y no me recrimina por mis quejumbres de salud, mis añoranzas por amores perdidos o la frustración por no haber leído todos los libros que hubiera querido, fue una sabia decisión. Que yo haya corrido ese descanso dos días (al lunes) sólo responde a cuestiones de estrategia cibernética pues, se dice, es el día en que nadie pela los correos personales pues el suyo está saturado.

            Regreso a los likes. Veo que mis artículos, mis opiniones y uno que otro chistecillo que publico, no alcanza más de 13 manitas con el dedo hacia arriba y los comentarios, no más de 7; es el número de la Cábala del que hoy me dio una gran lección el rabino Benjamín Blech.

            ¿Será necesario cambiar el Shabat y el San Lunes por un Año Sabático? El Dr. i. c. Octavio Raziel, de “La vida como es…”, así lo recomienda.

 

Saudade

Poema de Octavio Raziel

 2019

Saudade del olor de la tierra con las primeras lluvias.

Saudade del aroma a café, caña y selva en la Huasteca.

Saudade de Vicky cuando me dijo: sufres ataraxia y me abandonó.

Saudade de Mónica que fue un verano lejos de mi invierno.

Saudade de la costumbre que se me ha hecho vivir.

Saudade de las aventuras que viví.

Saudade de mi adrenafilia que no experimentaré más.

Saudade de los años 50, 60 y 70.

Saudade del recuerdo de su voz.

Saudade de la luna que rielaba el mar.

Saudade de los amores a los que no amé.

Saudade de los poemas que escribí.

La saudade de la vida que tanto disfruté.

Saudade (del portugués saudade) es un vocablo incorporado al español y al gallego que expresa un sentimiento afectivo primario, próximo a la melancolía, estimulado por la distancia temporal o espacial a algo amado y que implica el deseo de resolver esa distancia.