CIUDAD DE MEXICO
“En este ciclo largo de Gobierno se desmanteló gradualmente el Estado social y las respuestas a la crisis hubieran sido las convencionales de política económica”. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro

¿Qué explica que en medio de la peor crisis económica y sanitaria el Presidente López Obrador siga teniendo un alto nivel de apoyo en todas las encuestas sobre su desempeño, y mejor todavía, al llegar al Segundo Informe de Gobierno?

En efecto, las principales casas encuestadoras y periódicos esta semana presentaron los resultados de los estudios demoscópicos y en todos ellos tiene una aceptación superior al 50 por ciento, lo que podría significar que si le votó el 53 por ciento de los que asistieron a las urnas es que cómo mínimo mantiene ese porcentaje de apoyo, pero, en sentido estricto, es mayor porque la muestra de cada una de estas encuestas esta basada en la dispersión territorial y grupal.

Se ha dicho que la explicación tiene que ver con los programas sociales que están llegando a los sectores más vulnerables y ese tipo de “clientelismo” es el que se manifiesta favorablemente a la hora de aplicar las encuestas.

Sin embargo, este argumento no cuadra cuando estamos hablando de distintas empresas, con distintas metodologías y muestras de población, incluso, con escasa simpatía por este Gobierno, pero sobre todo imposible considerando el universo y el azar de la aplicación de la entrevista.

Entonces, si el argumento clientelar difícilmente explica el comportamiento de los ciudadanos entrevistados, debe haber otro tipo de argumentos que están en el fondo de las respuestas que han dado al ser interrogados sobre el desempeño del Presidente.

Pero, antes de continuar, una crisis del tamaño del sistema mundo no se ha vivido quizá desde principios de los años treinta del siglo pasado.

Recordemos, en ese entonces, el mundo se estremeció durante varios años por la gran depresión iniciada el jueves negro de Wall Street de Nueva York y ante esta sorpresa el mundo político se quedó prácticamente paralizado por no saber qué hacer por el efecto que esta crisis tenía en cada uno de los países, fueran industrializados o exportadores de materias primas.

Quiero imaginarme, cómo estarían las opiniones si está crisis les hubiera ocurrido a los presidentes de los últimos treinta y seis años, de Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto, los presidentes del llamado periodo neoliberal y la respuesta probablemente con todo y matices muy probablemente no sería la que estaría recibiendo López Obrador.

En este ciclo largo de Gobierno se desmanteló gradualmente el Estado social y las respuestas a la crisis hubieran sido las convencionales de política económica. Las que en el imaginario fueron a salvar a los empresarios y no a la gente. Su mejor ejemplo es el Fobaproa que convirtió deuda privada en deuda pública y que hasta hoy pesa sobre todos los contribuyentes.

Entonces, lo que explica ese apoyo amplio que tiene hoy el Presidente López Obrador, en parte tiene que ver con la política social pero también en otros factores que van desde el sentimiento de cercanía que este Gobierno hasta la afinidad con un discurso sostenido mediáticamente de que por encima de todos: “Primero los pobres”.

Y eso cala, incluso muy a pesar del bajo desempeño que podrían tener gobiernos salidos de Morena, y el videoescándalo que involucra a Pío López Obrador en presuntos actos de corrupción, lo que significa que la figura justiciera del Presidente sigue siendo altamente valorada en contraste con otros liderazgos políticos.

Ahora visto en clave partidaria, es sorprendente el nivel de apoyo que tiene la marca Morena en perspectiva de las elecciones concurrentes de 2021. Ese partido que literalmente es un desmadre como organización por su baja institucionalidad y la preocupante configuración de cotos de poder, este llamado a ganar la mayoría de las elecciones que estarán en juego el próximo verano por el descrédito de los otros partidos.

O sea, el espectro providencial de la figura presidencial muy probablemente alcanzara el 21, con toda y la crisis económica que se nos viene encima, con la pandemia que a finales del año podría alcanzar el millón de contagios y más de 100 mil fallecimientos, sin dejar de considerar el incremento de la violencia criminal que en este momento acumulan más de 60 mil homicidios dolosos en los dos años de Gobierno obradorista.

Muchos se podrán preguntar racionalmente ¿con ese escenario crítico que es de esperar para los próximos años? Sin duda, una agudización de los problemas que tenemos como país, pero no será exclusivo de México por un mal desempeño del Gobierno, si no por la ola globalizadora de la crisis.

Los resultados de las encuestas dejan entrever que, para muchos mexicanos contrarios a la opinión de Gustavo de Hoyos, el presidente nacional de la Coparmex, coinciden con AMLO que “en el peor momento, se cuenta con el mejor Gobierno”.

Y ahí están como ejemplo, las muestras sobre la valoración que los mexicanos hacen de su Presidente en su Segundo Informe y muy probablemente se confirme en las urnas el próximo verano.

Ese sentimiento colectivo, providencial si se quiere, está en el imaginario de la gente y poca mella le hacen las campañas anti-AMLO y el videoescándalo donde se encuentra su hermano, incluso, la idea no del todo incorrecta de que este gobierno reparte justicia desde la tribuna de las conferencias mañaneras.

Que, claro, no debería ser así en un Estado democrático porque en el debería prevalecer la separación de poderes y el federalismo, sin embargo, esto no parece estar en el imaginario de la gente pues muy probablemente los apoyos obradoristas ve estas instituciones como una herencia de los gobiernos neoliberales.

Y quizá, no les falta razón, cuando el Poder Judicial no fue muy eficaz en los grandes escándalos que estremecieron el sexenio pasado y el legislativo, basta ver la aprobación de la reforma energética para darnos cuenta de como se generaban los “consensos” políticos para sacar adelante este y otro tipo de modificaciones constitucionales.

Entonces, la percepción de que ahora se están haciendo las cosas de manera diferente es lo que se encuentra detrás de estas encuestas de percepción del Gobierno obradorista y que deja pasmados a quienes esperaban que el balance fuera negativo para de esa manera avanzar hacia una reconfiguración del mapa de la representación política federal y local.

Creo, qué van a tener que esperar aun cuando nada es perfecto y menos cuando pendemos del hilo de una hiperpersonalización del poder.

¡Y eso, no es bueno!

*Ernesto Hernández Norzagaray es doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.