El helicóptero ya venía ardiendo en pleno vuelo, afirma el propietario del terreno donde se desplomó, Reynaldo Coyotec.

Allí terminó la vida de la gobernadora poblana, Martha Erika Alonso, su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, dos pilotos y un asistente del legislador.

“Vi como venia ardiendo desde arriba”, dijo a un grupo de periodistas.

Sesentón, con playera azul y recargado en su bicicleta, siguió contando:

“Cuando yo lo vi , varios del pueblo lo empezaron a seguir con camionetas. Yo por mi necesidad tuve que ir a trabajar”.

Luego “oí que tronó”.

Ahora, su predio – de 25 metros de ancho por 400 metros de largo, donde siembra maíz y frijol- está acordonado por militares y policías.

Le da “muina” que no pueda entrar .

“Me da muina. Como seres humanos ya pasó. Me da muina, para ellos harta vigilancia”.

“Ya se murió”, indica en referencia a Rafael Moreno Valle, del que no tiene buena opinión:

“Todos los daños que nos vino a hacer en (Santa María) Coronango. No fue poco. Por eso la gente de aquí no lo quiere”.

Afirma: “ Cuántas personas están en la cárcel sin deber nada”.

Reynaldo está enfadado porque “ya acordonaron mi propiedad. Nadie me puede prohibir que yo entre”, afirma.

Sin embargo, no lo dejan pasar.

Ese terreno lo tiene desde 1970 y se lo donó a su hija.

En la milpa de Reynaldo, elementos del ejército instalaron casas de  campaña, lo que supone que quedarán el tiempo necesario para mantener el terreno sin alteraciones a fin de que los expertos recaben las evidencias que contribuyan a la investigación del accidente.

Además, el predio está iluminado con reflectores. Los uniformados no permiten a nadie que se acerque a los restos del helicóptero Augusta, matricula XA-BON.

Debido a ello han surgido incidente entre militares y policías con perioistas que tratan de acercarse lo más cerca posible al sitio, pero les bloquean el paso.