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Welcome to Tijuana, o una experiencia del “capitalismo gore”

August 25, 2024

Tijuana sigue siendo una ciudad de contrastes, donde priva la violencia y el entretenimiento. Foto Chris Noyola/Archivo
Mireya Cuéllar/corresponsal de La Jornada.
Tijuana, BC.

La maleta naranja quedó sobre el arroyo vehicular, la lanzaron desde una camioneta en movimiento. Bien carrada, no se abrió. A un vecino que presenció la escena le pareció sospechoso. Cuando llegó la policía a las inmediaciones del libramiento Rosas Magallón – por donde circulan decenas de camiones hacia el cruce fronterizo con su carga de frutos rojos y hortalizas que serán degustados en Texas o Nueva York- confirmó que un cuerpo de mujer estaba dentro.

No fue “la noticia” de ese 13 de agosto de 2024. El secretario general de gobierno de Tijuana, Miguel Ángel Bujanda- el segundo al mando en el municipio más poblado del país- , tuvo que presentarse a declarar ante la Fiscalía General del Estado (FGE) porque tres días atrás, en la colonia Niño Artillero, abandonaron un coche con un cádaver dentro y una cartulina. Un cártel le dejó un mensaje de amenaza.

A toda prisa, Bujanda renunció a su puesto para poder irse de la ciudad con su esposa y tres niñas. La presidenta municipal, Montserrat Caballero, vivirá hasta el último día de su mandato -30 de septiembre- en el cuartel militar. Pero eso no impide que inicien los preparativos para el Tianguis Turístico 2025, que antes era del ahora venido a menos Acapulco.

Tampoco el alboroto publicitario por el concierto que dará Luis Miguel los primeros días de septiembre en el estadio de los Xolos; menos llama la atención de los miles que hacen hasta 3 horas en “la línea” para cruzar la frontera (Con San Diego a 24 kilometros) más concurrida del mundo. Tijuana es un buen lugar para probar platillos de los mejores chefs del país y las mejores vinícolas, y un departamento de 90 metros cuadrados cuesta 7 millones de pesos.

A esta mezcla de ciudad cosmopolita, donde no es extraño encontrar bolsas negras con restos humanos o toparse con la escena de un indigente empujando a toda velocidad por la calle un carrito de supermercado con un cadáver dentro, donde conviven lo legal e ilegal en un borde poroso, Sayak Valencia, investigadora del Colegio de la Frontera Norte (Colef), bautizó como “Capitalismo Gore”, una distopía de la globalización económica.

En su libro con ese título, Valencia explica que tomó el termino gore del género cinematográfico que hace referencia a la violencia extrema. “Con capitalismo gore nos referimos al derramamiento de sangre explícito e injustificado (como el precio que paga el tercer mundo que se aferra a seguir las lógicas del capitalismo, cada vez más exigentes), al altísimo porcentaje de desmembramientos… mezclados con el crimen organizado, el género y los usos predatorios de los cuerpos, todo esto por medio de la violencia más explicita como herramienta de necro empoderamiento”.

La violencia en Tijuana es de larga data, tanto que los especialistas la han dividido en periodos, y la sociedad -que ha vivido crisis como la de 2008-2010 y 2016- se vuelve cada día más impermeable a ejecutados, desmembrados y cabezas colgantes. Todo atravesado por una violencia simbólica que se legitima en el lenguaje cotidiano o la música.

Uno de los indicadores más importantes para medir el fenómeno es la tasa de homicidios. Samantha Bennetts González se propuso, desde sus estudios de maestría en el COLEF, investigar cuáles son las características de la violencia homicida en Tijuana en los últimos 30 años.

Por la guerra entre el Cártel de Tijuana (de los Arellano Félix) y el de Sinaloa, y después con la Federación -como se conoció la asociación entre El Mayo, El Chapo, Arturo Beltrán Leyva, entre otros-, la población tuvo que lidiar con balaceras y ser testigo de ejecuciones en las calles en el periodo 2008-2010.

Si le preguntas a un tijuanense, esos son los años del horror -la gente se encerró en sus casas-, no sólo porque se disparó la tasa de homicidios; el promedio nacional era de 20 por cada 100 mil habitantes, en Tijuana alcanzó los 80 muertos por cada 100 mil en 2010; sino porque los enfrentamientos en las calles aumentaron la percepción de inseguridad.

Bennetts encontró que no sólo las cifras de muertos entre las distintas dependencias no coinciden. Por ejemplo para la primera ola de violencia -2008/2010- la Fiscalía del estado registró 2,102 hombres, mientras que en el mismo periodo el INEGI contabilizó 2,870 asesinatos de varones. Con los datos de mujeres pasó lo mismo. En 2009 el INEGI contabilizó 109 homicidios, mientras la Fiscalía indicó que habían ocurrido 78.

Además de que a partir de 2015 la tendencia de homicidios de mujeres es a la alza, en Baja California hay una historia de “ineficiencia” en la investigación de estos caso, en muchos ni siquiera se registra el tipo de arma con que se habría perpetrado el delito.

Welcome to Tijuana: la violencia homicida de 1990 a 2020 (un análisis comparativo entre hombres y mujeres), como se titula la investigación de Samantha Bennetts, revela que en los años 90 del siglo pasado el 23. 8 por ciento de los hombres asesinados en Tijuana tenían entre 20 y 24 años, fue el grupo de edad donde se concentró la mayor parte de homicidios del sexo masculino. Sin embargo un 13.5 por ciento tenían entre 15 y 19 años.

En los primeros 20 años de este siglo, la edad de los hombres muertos violentamente en Tijuana fue aumentando. Durante el año 2000, la concentración de homicidios en hombres estuvo entre los 20 a 24 años con un 61 por ciento; mientras que para el 2010 los homicidios se concentraron en los grupos de entre 25 a 39 años con un 51 por ciento. En el año 2020, el 47 por ciento de los hombres asesinados estaban entre los 25 y 39 años.

El mismo estudio reporta que la mayor parte de hombres asesinados en los últimos años tenían en términos generales una educación básica; el 27.4 por ciento terminaron la secundaria y el 26.9 apenas la primaria. Sólo un 12.3 había ido a la preparatoria y un 4.4 por ciento tenía un nivel profesional.

De un 26.2 por ciento se desconoce su nivel educativo. Hay que recordar que en la fosa común de Tijuana hay alrededor de 10 mil muertos de los que en la mayoría de los casos no se sabe ni el nombre. El 67.9 por ciento fueron asesinados con arma de fuego y en el 35 por ciento de los casos el homicidio ocurrió en la vía pública.

La violencia, específicamente los homicidios están concentrados en ciertas zonas de la ciudad como el Centro y la llamada zona norte (roja), aunque la Sánchez Taboada y la zona de La Mesa tienen una alta densidad, en promedio 62 homicidios con arma de fuego por kilometro cuadrado en el periodo de 2008 a 2020.

La violencia tijuanense es materia de muchos estudios, algún investigador nos dijo estar “cansado” del tema porque “sabemos casi todo; los grupos en conflicto, las zonas de la ciudad donde se ubica parte del problema, de qué se alimenta este monstruo y no vemos una intervención gubernamental eficiente”.

Sayak Valencia considera que “hace falta no sólo voluntad política, sino voluntad social y cultural para cambiar las narrativas que hacen que el ejercicio de la violencia sobre ciertos cuerpos sea cada vez más normalizada… en una sociedad que convierte a algunos en desechables”.

Otros investigadores, señalan la década de los años ochenta del siglo pasado como una etapa donde se radicalizo la pobreza y se afianzo la alianza narco-política, creándose en México “un Frankenstein que se escapo por la puerta” sin que la sociedad quisiera darse cuenta.

-¿Tiene arreglo Tijuana?

-Tendría que cambiar el contexto, vivimos en un lugar donde el derramamiento de sangre se ha vuelto fuente de producción de riqueza; para políticos corruptos, policías, grupos delincuenciales y hay toda una economía que se alimenta alrededor… tampoco hay que olvidar que en una sociedad donde lo que importa es el dinero; matar es también para algunos sólo un trabajo.