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Cleopatra metió la pata

April 26, 2023 - por

Cleopatra metió la pata

Monterrey, N.L.

Interesante. Netflix va a sacar al aire una producción que ha causado mucho malestar en Egipto, debido a que ponen a una Cleopatra de piel oscura.
En un país que relaciona la piel oscura con esclavos o nómadas del desierto desde la época faraónica, el que pongan ahora a una interpreté de dicho tono de piel ha provocado ácidas quejas y amargos comentarios.
Pero lo interesante es que, según algunos egiptólogos, Cleopatra era de piel oscura, bajita de estatura y hasta con algo de sobrepeso. Nada que ver con la figura estilizada que nos han vendido hasta el momento, por no hablar con la imagen que el púbico siempre asoció después de la famosa película de 1964 interpretada por Elizabeth Taylor.
Así que, ahora que Netflix argumente que “se esta guiando por la interpretación histórica correcta y rigurosa”, no dejaría de tener sentido. Pero, también veo un problema grave en lo anterior.
Y no, no voy a repasar el más que conocido chiste que comenta que quieren ver a Netflix haciendo una serie de Tarzán, pero con piel oscura, de origen africano, y criado por simios.
No, lo que quiero es ver que, así como aducen “rigor histórico” con Cleopatra, se atrevan a hacer lo mismo con una producción relacionada con la vida de Jesucristo, y que permitan que un actor que no sea de origen europeo, interpreté a un Jesús como los estudios científicos demuestran que realmente debió de haber sido: de tez oscura, de nariz ancha y con el cabello encrespado.
Simplemente, porque no tengo nada en contra del rigor histórico. Si a esas vamos, los historiadores están de acuerdo en que Jesús no fue soltero, porque era imposible que un judío de 30 años estuviera soltero en esa época. Así que la supuesta soltería, por no decir hasta el celibato de Jesús, se aleja del rigor histórico. Pero no deja de ser aceptada por la principal organización que “defiende” el legado de Jesús, la religión cristiana, en todas sus variedades: católica, ortodoxa y protestante.
Eso es algo que muchos no quieren aceptar: una cosa es el rigor histórico. Otra, muy diferente, que la mayoría quiera aceptar dicho rigor histórico.
Porque para el imaginario popular (o colectivo), habrá hechos, que, aunque carezcan de rigor histórico, simplemente es lo que nos permite aceptar dichos hechos. Como en el caso del niño héroe que, supuestamente se lanzó abrazando la bandera desde el Castillo de Chapultepec, cuando la invasión estadounidense a nuestro país. Para muchos historiadores, un simple mito. Para la población de México en general, un evento que, aunque no sea cierto, nos permite presumir nuestra nacionalidad mexicana.
Ahora, si Netflix lo hizo por llevar una agenda “inclusiva”, y no por rigor histórico, creo que las quejas serán todavía peores. Y es que los promotores de dicha agenda no quieren aceptar los siguientes puntos:
1. Si los heterosexuales (las personas que normalmente suelen tener hijos sin requerir inseminación artificial y/o alquilando vientres); no comulgan con ver situaciones sexuales heterosexuales en producciones INFANTILES ¿Dónde carajos esperan que acepten situaciones sexuales NO heterosexuales en dichas producciones?
2. Las personas esperan que las producciones, sobre todo con personajes ficticios, se ajusten a la presentación (o formato) original. Se llama nostalgia, y también tradición. Si quieren los detractores acusarlos de “conservadores” por lo anterior, olvidan un largo legado de cuentos y leyendas que fueron CONSERVADOS al no permitir que nada les fuera cambiado, antes de que se tuviera la escritura para poder plasmarlo de una manera en la cual no se olvidará. Un ejemplo de lo anterior sería la “Ilíada” y la “Odisea”, del poeta Homero. Por eso, el cambiar así sea el origen étnico de los personajes, no se diga la trama, no es bien visto por la mayoría. Mucho menos, si es un relato infantil. Los padres quieren que sus hijos vean la misma versión que ellos vieron de un cuento siendo niños, no una versión diferente. Repito: un sentido de la preservación de la tradición de escuchar cuentos y leyendas que heredamos desde los albores de la civilización, y mucho antes.
3. La gente consumirá productos en los cuales se vean reflejados como consumidores. Si el producto no refleja a la mayoría de sus consumidores, dichos consumidores se sentirán traicionados, y, por ende, dejarán de consumir dicho producto.
La mayoría de las personas no verán algún problema el ver producciones con personas de diferente color de piel, diferente origen étnico, diferentes creencias y, mucho menos, con igualdad de aparición de géneros. Siempre y cuando, las historias se limiten a interpretar hechos en la verdadera forma en la cual fueron narrados, o como realmente sucedieron. Porque poner, por ejemplo, que había una población aceptada y pudiente de afrodescendientes ingleses en la era victoriana, no solo carece de rigor histórico, sino que es una franca mentira.
Y la gente aceptará dicho rigor histórico en la mayoría de las producciones, siempre y cuando no trasgreda su imaginario popular (o colectivo). Porque si aceptamos a una Cleopatra de tez oscura, también tienen que aceptar a una Cleopatra científica, médica, escritora, poliglota, que manejaba en forma excelente los hilos del poder, y que atraía más por su educación, que por su belleza.
Claro, lo anterior nos puede llevar a que tengamos que aceptar, a la larga, a un Jesucristo casado y hasta padre de familia, porque de lo contrario hubiera sido un trasgresor de la ley mosaica en su época, y no hubiera sido seguido al presentarse como un “rabí”, sino que hubiera sido apedreado y enviado a la peor ignominia.
La pregunta es: ¿aceptará la gente ese rigor histórico? Porque ser selectivo en el rigor histórico, no es bueno. No tener rigor histórico, tampoco es bueno.
Y a la conclusión que llego es muy simple: la gente en la antigüedad ya tuvo los mismos dilemas, pero aprendieron mercadotecnia antes de que ésta se estableciera como una disciplina hasta científica.
Porque vieron que había que poner a algunos personajes con las características de los vencedores, como en el caso de Cleopatra, donde la “romanizaron”.
Porque vieron que había que hacer un Jesús que el pueblo aceptará. Y si el cristianismo se extendió por Europa, había que hacer a un Jesús europeo, para que el pueblo lo aceptará.
Por último, si querían publicar cuentos infantiles, había que quitarles la crudeza de los relatos en los cuales se basaban, y hacerlos productos que los padres consintieran en consumir, como cuentos para leer en la noche antes de dormir. Y, aún así, algunos cuentos, como el cuento original de “La Sirenita”, no tenían el esperado “final feliz”.
Así que, entre mayorías y minorías, entre vencidos y vencedores, entre adultos y niños, lo que hemos heredado pasó muchas pruebas de “ensayo y error”, antes de ser aceptado por la mayoría de la población.
Si ahora, algunos ponen el grito en el cielo y argumentan que “todo lo anterior está mal”, y ofrecen otra versión, pues ¡bienvenida dicha versión!
Pero, si no tienen el éxito esperado, lo voy a repetir hasta el cansancio: no recriminas a la población. Revisas tu metodología.
Lo que cualquiera ya no digo científico, simplemente con sentido común, haría.