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De caballeros y estudiantes que se duermen

October 10, 2022 - por

De caballeros y estudiantes que se duermen

Monterrey, NL.

Escribe un contacto, buen amigo, que “él tuvo que renunciar a dar clases cuando le obligaron a poner un examen a un alumno de nivel de estudios superiores que no llegó a tiempo a dicho examen, por quedarse dormido. El estudiante se quejó, y las autoridades le dieron la razón a él”. Al no estar de acuerdo con las autoridades universitarias, optó por esa decisión.
Lo preocupante fue leer otros testimonios que indicaban lo mismo, y cómo la enseñanza se volvió una mercancía donde se busca tener al “cliente” satisfecho, y no un método para inculcar no solo educación, sino también disciplina, entre otras cualidades, a los jóvenes.
Acabó de terminar de ver la película EXCALIBUR, de 1981. Es una de esas películas que puedo ver un sinfín de veces, y nunca me va a aburrir. Me volvieron a la mente dos enseñanzas que deja:
Le pregunta Arturo a Merlín:
“Merlín: ¿hemos vencido al mal?”?
Merlín responde: “Mal, bien, siempre están presentes”.
“Entonces ¿dónde está el mal ahora?, pregunta Arturo.
Merlín responde: “El mal está donde menos lo esperas”.
Y otra enseñanza aún mejor:
Pregunta Arturo a Merlín: “¿Cuál es la mejor cualidad de la caballería? ¿El valor? ¿El honor? ¿La lealtad?”
Responde Merlín: “La mejor cualidad de la caballería es la verdad, sin duda”.
Así que todos los que nos dedicamos a buscar la verdad, tenemos un poco de caballeros andantes. Como Sir Percival, buscando el Santo Grial.
¿A dónde quiero llegar? Muchos pueden dejar de buscar la verdad, el conocimiento y hasta olvidar la disciplina. Pero habrá algo que se impondrá sobre sus preferencias personales, de cualquier tipo: políticas, religiosas o hasta sexuales.
Y eso que se impondrá se llama “mercado”. Porque cuando te vas hacia una preferencia, también escogerás, en cierta manera, un “mercado”.
Así como muchos escogieron un “mercado” universitario, el hecho de transgredir ciertas reglas llevará consecuencias. Voy a poner un ejemplo de otra transgresión, el de mi caso. Porque en mi caso, “transgredí” un mercado político al volcarme hacia la izquierda en una zona tan conservadora como Monterrey.
Lo anterior, por supuesto, tuvo consecuencias. Me aislaron en lo académico, en lo social, y hasta en lo laboral. Pero mi objetivo era llegar a un sistema de gobierno que me garantizará mi pensión, que garantizará que no se iba a privatizar la salud, y que le proveyera un apoyó económico a mi hija con discapacidad. Tuve que sopesar dentro de ese “mercado”, los “pros” y los “contras” de ser un “transgresor” de lo que dictaba sino la mayoría, sí quienes llevan las riendas del poder en mi entidad. Y me di cuenta de que ellos no iban a ver por mí en mi vejez, ni menos preocuparse por la manera en que recibo mi atención médica en mi etapa de anciano. Mucho menos, como iba a sostenerse mi hija si yo no estoy.
Así que me decidí por el “mercado” político de la izquierda, porque la derecha no satisfacía mis necesidades, presentes y futuras. Y pagué el precio de lo anterior.
Hace no mucho, hice enojar a la comunidad no heterosexual cuando les comenté que la aparición de la “inclusión” en series y películas iba a ser controlada por el mercado también. En este caso, el mercado del ocio. Cuando la gente dejo de acudir a ver películas, o dejo de ver series que tocaban dicho tema, los productores tuvieron que cambiar su dinámica. Solo era cuestión de revisar los vaivenes del mercado. Algo que muchos tomaron como personal, pero olvidando la opinión de la mayoría. Y les recordé que tenían que valorar como abordar a dicho mercado para enviar su mensaje, y no estar solo recriminando a los que no aceptaban los “productos” que les ofrecían.
Pues bien, a esos profesores que fueron “caballeros andantes” (y caballeras andantes también, y me da gusto que el corrector de Word acepte ese término: “caballeras”), solo les tengo que recordar lo siguiente: las universidades y escuelas que los menospreciaron, y no aceptaron la disciplina que ustedes querían inculcar, no le hicieron un “favor” a esos jóvenes. Al contrario.
Porque ustedes no solo les daban conocimiento en alguna profesión. También, les daban conocimiento para la vida. Una vida que no acepta que “te quedes dormido”, cuando tu puesto laboral lo pelean otras 20 personas.
Ninguna empresa aceptará en sus filas a alguien que no tiene disciplina, ni siquiera la más básica como la de llegar a tiempo a sus compromisos. Los muchachos podrán sentirse muy “inteligentes”, por salirse con la suya, siendo estudiantes. Pero la vida, o, mejor dicho, el mercado laboral, les va a mostrar sus errores. Y se los hará pagar muy caro.
Y, en el mercado laboral, así como en el de ocio, o en el político, no se vale responder con insultos, calumnias y descalificaciones si las cosas no resultan como uno quiere. Tienes que analizar, sopesar, llegar a conclusiones que te permitan cambiar paradigmas para que tú venzas en ese mercado, y no que seas vencido por éste, por no tener la resistencia, y, sobre todo, la resiliencia para poderte adaptar.
Ya en su momento podrás cambiar las reglas, y los paradigmas. Pero siempre, tendrá que ser bajo un consenso mayoritario, y al comprobarse que dichos paradigmas son mejores.
Al final, sé que a muchos no les va a gustar mi analogía de ver todo, o casi a todo, como a un “mercado”. Pero, yo los retó a comprobar que la vida no es así, y a que traten de vivir bajo sus reglas (las reglas de ustedes), sin importar las reglas de la mayoría.
Y también sé, que a menos que estén muy seguros de sus objetivos, verán que transgredir “leyes” del mercado puede ser muy doloroso. Pero, si no tienen dudas para alcanzar esos objetivos, en la mayor parte de los casos, lo vale.
Siempre y cuando, cumplas con tus compromisos, y llegues a tiempo…