Encienda la televisión o coja un periódico y seguramente encontrará a varios de mis colegas en el Congreso expresando su profunda preocupación por el déficit y la deuda nacional.

Oh, Dios mío, no podemos aprobar un Proyecto de Ley de Reconciliación que expanda Medicare y garantice que las personas mayores puedan masticar sus alimentos, ver a sus seres queridos y escuchar el mundo que los rodea … es el déficit.

¿Transformar nuestros sistemas energéticos lejos de los combustibles fósiles y salvar nuestro planeta para las generaciones futuras? No puedo hacer eso … es el déficit.

¿Colegio comunitario gratuito y preescolar universal? ¿Licencia familiar y médica pagada? ¿Vivienda asequible? ¿Atención domiciliaria ampliada, más médicos y enfermeras en áreas médicamente desatendidas?

No, no, no, no, no… es nuestro viejo amigo el déficit.

Pero en poco tiempo, el Congreso va a votar sobre un proyecto de ley de defensa de $ 778 mil millones, ¿y sabe de qué no escucharemos mucho en este debate?

Así es. El déficit… ¡Qué hipocresía!

Seamos claros de lo que estamos hablando aquí:

La guerra en Afganistán ha terminado. Sin embargo, este proyecto de ley incluye $ 37 mil millones más que el último presupuesto militar de Trump y $ 25 mil millones más de lo que solicitó el presidente Biden.

Este es un proyecto de ley que nos hace gastar más dinero en el ejército que las siguientes 12 naciones combinadas y más dinero en dólares reales ajustados a la inflación que durante el apogeo de la Guerra Fría o durante las guerras en Vietnam y Corea.

Este es un proyecto de ley que da una cantidad obscena de dinero a una agencia, el Departamento de Defensa, con cientos de miles de millones de dólares en sobrecostos y que sigue siendo la única agencia federal que no ha podido aprobar una auditoría independiente en décadas.

Pero eso no es todo.

Además de eso, es probable que el liderazgo del Senado adjunte un llamado “proyecto de ley de competitividad” que incluya $ 52 mil millones en bienestar corporativo, sin condiciones de dinero adjunto para un puñado de compañías de microchips extremadamente rentables.

Y oh sí, no nos olvidemos de los 10.000 millones de dólares que irán a nuestro amigo Jeff Bezos, una de las personas más ricas del mundo, para que pueda dar un paseo a la luna en su nave espacial.

El costo combinado del presupuesto de defensa y el proyecto de ley de competitividad tendrá un precio total de $ 1 billón.

Y no más de 10 años como el Proyecto de Ley de Reconciliación que estamos debatiendo.

Esto es más de 1 año.

Pero, de alguna manera, todavía no he escuchado los lamentos y gemidos de los llamados “halcones del déficit” sobre el costo del Proyecto de Ley de Defensa.

Como nación, nuestras prioridades se han distorsionado terriblemente.

Lo que el Congreso está diciendo en estos momentos es que cuando se trata de las necesidades de las familias trabajadoras, los ancianos, los enfermos, los pobres e incluso la propia habitabilidad de nuestro planeta para las generaciones futuras, no podemos darnos el lujo de actuar.

Pero cuando se trata de encontrar más dinero para la guerra, apenas hay un debate.

Así que votaré en contra de la Ley de Autorización de Defensa Nacional, e insto a mis colegas a hacer lo mismo.

Pero eso nunca sucederá a menos que escuchen de ti, al pueblo. Pide al Congreso que se oponga a la Ley de Autorización de Defensa Nacional cuando se vote. Debemos acertar con nuestras prioridades como nación.

Una gran nación no es juzgada por la cantidad de millonarios y multimillonarios que tiene, o por el tamaño de su presupuesto militar. No es juzgado por la codicia de sus corporaciones más grandes. Se juzga por lo bien que trata a sus ciudadanos más débiles y vulnerables.

Una nación verdaderamente grande es aquella que está llena de compasión y solidaridad.

Por eso estamos luchando.

En solidaridad,

*Bernie Sanders, senador y una de las principales figuras de la izquierda de EU