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Los trabajadores estadounidenses merecen un descanso ya que son más productivos que nunca, pero no sienten el beneficio. Aprendamos de Europa y reduzcamos nuestro horario.

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En 1938, como resultado de un esfuerzo masivo de base del movimiento sindical, el Congreso promulgó la Ley de normas laborales justas para reducir la semana laboral a 40 horas. En ese entonces, el pueblo estadounidense estaba harto y cansado de trabajar 80, 90, 100 horas a la semana con muy poco tiempo para descansar, relajarse o pasar tiempo de calidad con sus familias. Exigieron un cambio y obtuvieron una gran victoria. Esa es la buena noticia.

La mala noticia es que, a pesar de la explosión de la tecnología, los importantes aumentos en la productividad de los trabajadores y los cambios transformadores en el lugar de trabajo y en la sociedad estadounidense, la Ley de normas laborales justas no se ha reformado en 80 años. El resultado: millones de estadounidenses están trabajando más horas por salarios más bajos, y el trabajador promedio gana casi $50 por semana menos que hace 50 años, después de ajustar la inflación. Además, la vida familiar está sufriendo, ya que los padres no tienen suficiente tiempo para sus hijos, la esperanza de vida de las personas que trabajan está disminuyendo y el aumento del estrés es un factor importante en la crisis de salud mental que estamos experimentando ahora.

En comparación con otros países, nuestro historial laboral no es bueno. En 2021, los empleados estadounidenses trabajaron 184 horas más que los trabajadores japoneses, 294 horas más que los trabajadores británicos y 442 horas más que los trabajadores alemanes. Increíblemente, en 2023 hay millones de estadounidenses que tienen trabajos sin vacaciones.

Es hora de reducir la semana laboral a 32 horas sin pérdida de salario. Es hora de reducir el nivel de estrés en nuestro país y permitir que los estadounidenses disfruten de una mejor calidad de vida. Es hora de asegurarse de que los trabajadores se beneficien del rápido aumento de la tecnología, no solo las grandes corporaciones que ya lo están haciendo fenomenalmente bien.

Piense en todos los cambios extraordinarios que han tenido lugar en el lugar de trabajo durante las últimas décadas. Cuando fui elegido alcalde de Burlington, Vermont, en 1981, no había computadoras en el ayuntamiento. No había cajas de chat, impresoras, correos electrónicos, calculadoras, teléfonos celulares, conferencias telefónicas o Zoom.

En las fábricas y almacenes no existían robots y maquinaria sofisticada o solo se usaban en formas primitivas.

En las tiendas de abarrotes y tiendas de todo tipo, no había cajas registradoras que utilizaran códigos de barras.

Como resultado de la extraordinaria transformación tecnológica que hemos visto en los últimos años, los trabajadores estadounidenses ahora son un 480 % más productivos que en la década de 1940.

Además, hoy en día hay muchos más trabajadores. En la década de 1940, menos del 65% de los estadounidenses entre 25 y 54 años formaban parte de la fuerza laboral. Hoy en día, con la mayoría de las familias que requieren dos sostén de familia para pagar las facturas, ese número supera el 83%.

Sin embargo, a pesar de todas estas increíbles ganancias en productividad, más del 40 % de los empleados estadounidenses ahora trabajan más de 45 horas a la semana; el 12% trabaja más de 60 horas a la semana; y el trabajador promedio ahora trabaja 43 horas por semana. Muchos están en sus computadoras o respondiendo correos electrónicos los siete días de la semana.

Pasar a una semana laboral de 32 horas sin pérdida de salario no es una idea radical. De hecho, ya se está produciendo un movimiento en esa dirección en otros países desarrollados. Francia, la séptima economía más grande del mundo, tiene una semana laboral de 35 horas y está considerando reducirla a 32. La semana laboral en Noruega y Dinamarca es de unas 37 horas.

Recientemente, el Reino Unido llevó a cabo un programa piloto de cuatro días con 3000 trabajadores en más de 60 empresas. Como era de esperar, mostró que los trabajadores felices eran más productivos. El piloto tuvo tanto éxito que el 92% de las empresas que participaron decidió mantener una semana de cuatro días, por los beneficios tanto para los empleadores como para los empleados.

Otro piloto de casi 1000 trabajadores en 33 empresas en siete países encontró que los ingresos aumentaron en más del 37 % en las empresas que participaron y el 97 % de los trabajadores estaban contentos con la semana laboral de cuatro días.

Los estudios han demostrado que a pesar de trabajar menos horas, los trabajadores son más o igual de productivos durante una semana laboral de cuatro días. Un estudio encontró que la productividad de los trabajadores aumentó un 55 % después de que las empresas implementaron una semana de cuatro días. Una prueba de semanas laborales de cuatro días para trabajadores del sector público en Islandia encontró que la productividad se mantuvo igual o mejoró en la mayoría de los lugares de trabajo. En 2019, Microsoft probó una semana laboral de cuatro días en Japón e informó un aumento del 40 % en la productividad.

Además, el 57% de los trabajadores en empresas que han pasado a una semana laboral de cuatro días han indicado que es menos probable que renuncien a sus trabajos.

Además, en un momento en que mucha de nuestra gente está luchando con su salud mental, el 71 % de los trabajadores de empresas que han pasado a una semana laboral de cuatro días informan sentirse menos agotados, el 39 % informan sentir menos estrés y el 46 % informan sentirse menos fatigado.

Por mucho que la tecnología y la productividad de los trabajadores se hayan disparado en los últimos años.

*Bernie Sanders, senador y una de las figuras de mayor relevancia de la izquierda de EU.