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Karma y Némesis

September 25, 2023 - por

Karma y Némesis

Monterrey, N.L.

En este momento, muchos que me leen saben que tuve un percance con un neumático en un viaje que acabó de realizar. Después de analizar todas las posibles variables, y de leer los comentarios de algunos contactos; me quedé con la hipótesis de que la llanta sufrió una ponchadura debido a que era la única llanta de mi auto que tuvo no una, sino dos reparaciones debido a clavos que se le incrustaron en forma previa. Ningún otro de mis neumáticos ha tenido una ponchadura, y, por ende, no tenían parches previos.
Hace un año tuve un viaje por carretera, y, afortunadamente, no tuve ningún percance. Tal vez la diosa Fortuna intervino conmigo en ese momento. Pero llegó un momento donde la suerte se terminó. Y un neumático ya “tocado”, repito, no una, sino dos veces, no pudo resistir más. Así que, hasta ahí, tengo una explicación científica a lo ocurrido.
Lo que no deja de ser una serendipia muy, pero muy extraña, es que el percance que tuve esta vez, fuera en el mismo kilómetro de una autopista donde tuve una ponchadura de neumático, hoy, 25 de septiembre, hace exactamente 4 años (al momento de estar escribiendo esto, a mi esposa le llegó el recordatorio a su celular. Otra “extraña” serendipia). Eso sobrepasa lo físico, y entra, de plano, en el terreno de lo metafísico.
Aquí, la única explicación que tengo es que intervino otra diosa antigua. Pero ahora no fue Fortuna. Ahora fue Némesis, y me hizo pagar un karma. Verán: hice mi maestría en ciencias médicas por parte de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED). Y también hice mi doctorado en ciencias en la misma institución. Pero a diferencia de la maestría, donde hasta terminé con el premio a la productividad científica del IMSS en 2013; con el doctorado hubo “incidentes” que tuvieron más variables políticas que académicas, por lo cual me rechazaron mi tesis propuesta para alcanzar el grado ya mencionado de doctor en ciencias médicas.
Una tesis que, al ser publicada, resultó en que me invitarán a ser miembro de la Real Sociedad de Medicina de Inglaterra. Así que no tuve el reconocimiento a nivel local, pero sí a nivel internacional. Igual, quedé como en la famosa película: “Campeón sin corona”.
Recuerdo que, en un acto completamente inmaduro de mi parte, escribí sobre el particular. Lo que subestimé es el alcance que tengo en cuanto a lectores. Porque después supe que muchos médicos ya no quisieron entrar al posgrado, y debido al siguiente motivo. Transcribo tal como me lo dijeron: “Si a Sepúlveda (o Cañamar, según el interlocutor), que fue siempre de los primeros lugares, le rechazaron el doctorado ¿qué puedes esperar tú?”. Así que muchos compañeros desanimaron a posibles candidatos a ingresar al posgrado ya mencionado. No todo fue por mi culpa, hubo otras situaciones (las cuales yo indiqué en su momento), que propiciaron lo anterior. Pero mi escrito afectó, y mucho, el ingreso de nuevos alumnos para poder ser investigadores médicos.
Hoy, me doy cuenta de que fue un error de mi parte haber escrito eso. Me dijeron que hiciera otra tesis. Y, para ser sincero, tenía otro proyecto ya completo, el cual era de carácter de estudios genéticos. Lo único que les interesaba en ese momento para dar el grado de doctor en ciencias médicas. Pero no quise seguirles el juego. Sabía que rescatar un síndrome clínico olvidado, que podía ayudar a tratar a los pacientes (diabéticos) de una mejor forma, era más relevante que hablar sobre un gen que resultó que no tenía nada que ver con la diabetes. Sí, ya sé que podía ayudar a estudiar al 90% de los genes humanos que son considerados “basura”. Pero era salirme de mi línea de investigación, solo por un papel. No lo consentí.
El problema es que, ahora que veo que muchos nefrólogos aceptan que, en un momento dado, muchos pacientes diabéticos van a continuar viendo no gracias a oftalmología, sino gracias a los tratamientos nefrológicos; confirmo que contribuí a hacer un cambio de paradigma. Porque hace 10 años lo anterior era impensable. El problema es que, al criticar tan duramente un posgrado ¿a cuántos futuros investigadores ayude a quitarles la oportunidad de cambiar paradigmas? Todo por una cuestión egocéntrica, que solo demostró que soy un egoísta. Lo peor: que solo demostró que no soy muy diferente a los que me rechazaron como doctor en ciencias por cuestiones políticas, y no académicas.
Así que, al ir al estado de donde provenía el programa de posgrado que dejó de impartirse en Monterrey, en parte, gracias a lo que escribí por “despecho”, creo que la diosa Némesis me envió un mensaje un día como hoy, pero de 2019. En ese viaje, acudía a Durango a tramitar mi cédula de maestro en ciencias médicas. Un requisito para otro doctorado (ahora en Bioética), el cual también me rechazaron, pienso yo, también por motivos políticos. Porque, aunque le hice todas las correcciones solicitadas y exigidas a mi propuesta de tesis, las autoridades institucionales correspondientes ya no me volvieron a contestar después de, insisto, completar todas y cada una de las correcciones solicitadas. Y no fue por la pandemia, porque a otros proyectos enviados a dichas autoridades al mismo tiempo, les dieron respuesta en tiempo y forma (ergo: fueron aceptadas).
Así que solo queda la explicación de que, ante la duda de que entendiera el mensaje de que debo de usar a la ciencia para dar conocimiento, y no para burlarme de muchos que no aceptan razones, además de haber ayudado a quitarle la oportunidad a muchos jóvenes de cambiar paradigmas por el bien de los pacientes, la diosa Némesis me recordó que estoy pagando un karma. Porque, la ponchadura pudo ser en cualquiera de los más de 600 kilómetros entre Monterrey y Durango. ¿Por qué ocurrió precisamente a 62 kilómetros de llegar a la ciudad ya mencionada de Durango? Y no en una, en dos ocasiones, con 4 años de diferencia.
Insisto: hay serendipias que salen de nuestra comprensión y entendimiento. Y, aunque a veces pensemos que estamos haciendo lo correcto, el destino nos va a demostrar nuestro error.
Ya si piensan que no es así, solo vean el devenir nacional: los que nos robaron, masacraron y extorsionaron (y, en mi caso, me negaron no uno, sino dos doctorados); ahora tienen que ver como la candidata que no es de ellos tiene, según una última encuesta, una intención de voto del 68%, mientras AMLO tiene una aceptación del 78%, y el 62% de la población piensa que el país está en un curso correcto.
Némesis no perdona, no lo olviden. Se los dice alguien, que ya padeció de su “justicia”.