El pasado 6 de enero se cumplieron  tres años de que una turba violenta irrumpió en el Capitolio de los Estados Unidos con la esperanza de anular los resultados de las elecciones presidenciales. Las imágenes que los estadounidenses vieron ese día dejaron visiblemente claro lo que muchos de nosotros hemos comprendido durante mucho tiempo:

Nuestra democracia estaba bajo un severo ataque.

Pero la verdad es que el ataque a nuestra democracia es mucho más profundo que la violencia del 6 de enero de 2021 y los autoritarios de derecha como Donald Trump.

Nuestra democracia está siendo atacada por los republicanos en el Congreso y en las legislaturas estatales de todo el país, que están haciendo todo lo que está a su alcance para suprimir el voto y dificultar el voto de las personas de color y de los jóvenes. Estos cobardes políticos también están participando en una manipulación extrema y están trazando las líneas de sus distritos para elegir a sus votantes en lugar de que los votantes elijan a sus representantes. Su intención es establecer mayorías permanentes.

Nuestra democracia está siendo atacada cuando muchos republicanos, en todos los niveles de gobierno, promueven la gran mentira de que las elecciones presidenciales fueron robadas y cuestionan cada vez más los resultados de cualquier elección que pierdan.

Nuestra democracia está bajo ataque cuando los funcionarios electorales son acosados y amenazados y cuando se hacen esfuerzos para permitir que las legislaturas partidistas determinen a los ganadores y perdedores de las elecciones.

Pero seamos claros. No es sólo la subversión de las normas democráticas y los derechos de voto lo que está socavando nuestra democracia.

Nuestra democracia también está bajo ataque porque en todo el país la gente cree cada vez más que la democracia misma y nuestro gobierno no funcionan para ellos.

Para la gran mayoría de los estadounidenses existe una enorme desconexión entre la realidad de sus vidas y lo que sucede en Washington, D.C. La gente ve a los políticos hablando, hablando y hablando, mira los anuncios de televisión de 30 segundos y escucha las promesas que se hacen. hecho, pero nunca conservado.

Recuerdan lo que dijo Lincoln sobre “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, y saben lo lejos que estamos de eso hoy.

Ven que los muy ricos se vuelven mucho más ricos mientras los políticos y los medios corporativos ignoran el colapso de la clase media y las dolorosas realidades que enfrentan las familias trabajadoras: salarios bajos, empleos sin futuro, deudas, falta de vivienda, falta de atención médica u oportunidades educativas, vida en declive. expectativa de vida, abuso de sustancias, jubilación empobrecida.

Entonces sí, en el año 2024 debemos hacer todo lo posible para asegurarnos de que Donald Trump sea derrotado y derrotado de manera sólida en las próximas elecciones.

Pero, si realmente queremos salvar la democracia y hacerla relevante para la vida de las personas, debemos abordar con valentía las crisis largamente desatendidas que enfrentan los trabajadores de este país.

En otras palabras, me atrevo a decir, necesitamos un gobierno que represente las necesidades de los estadounidenses comunes y corrientes y no sólo los contribuyentes ricos de campaña.

La elección que tenemos ante nosotros es si nos adentramos en la oligarquía, donde nuestra vida económica y política está dominada por un puñado de multimillonarios, o si creamos una democracia vibrante donde se escuchen las voces del pueblo y se atiendan sus necesidades.

Está en juego nada menos que el futuro de nuestra democracia.

*Bernie Sanders es senador y una de las figuras más importantes de la izquierda de EU.