Con todo y sus más de diez millones de habitantes, la CDMX cuenta con menos de cincuenta ambulancias públicas. A fin de atender a la demanda, existe una red de ambulancias privadas que para sobrevivir tiene que lidiar con la policía, las funerarias y los hospitales. Entre 2015 y 2018, el director Luke Lorentzen recorrió las calles a bordo de la unidad de la familia Ochoa. Resultado de sus expediciones es el documental Familia de noche.

¿Qué te lleva a interesarte en una familia que tiene por negocio una ambulancia?

En 2015, vi la ambulancia de la familia Ochoa estacionada fuera de mi casa. Josué, el niño menor estaba jugando afuera. Comencé a hablar con ellos y me invitaron a ver cómo trabajan. En una noche me asomé al mundo de las ambulancias que funcionan de manera privada para atender a quienes no tienen servicios del gobierno.

Te limitas a mostrar episodio tras episodio. ¿Cómo te cuidaste de no tomar posición?

Para mi era muy importante no señalar lo que es bueno o lo que es malo. Sólo quería mostrar a los Ochoa y el sistema en el que se desenvuelven. Ante su realidad no tienen mucha cabida las preguntas éticas. Al final es una buena familia que intenta apoyar a la gente, pero que tampoco puede regalar su servicio. Cuando ves eso quizá cambie tu escala de valores. En realidad es una cadena muy amplia que abarca desde los pacientes hasta a la policía y nadie sale bien parado.

De hecho funciona en un esquema de corrupción a nivel de suelo: la policía avisa a los paramédicos donde hay un accidente y ellos a su vez le pasan una “comisión”.

La corrupción no sólo está en las altas esferas del gobierno, también está en la calle y opera en momentos de vida o muerte. Los Ochoa enfrentan una disyuntiva: quieren ayudar pero también necesitan comer. No pueden regalar sus servicios todas las noches. Sin embargo, es incuestionable que los pacientes necesitan ambulancias. Es un cúmulo de circunstancias.

Al principio de la película informas que en la CDMX solamente hay 45 ambulancias del gobierno.

Sí, pero no necesariamente funcionan las 45, depende de la noche y de cuántas están condiciones. Ambulancias como las de los Ochoa son un mal necesario, son las únicas que atienden la demanda.

De hecho, entre ellas se pelean por los pacientes.

Todos intentan sobrevivir. Nosotros pensamos que la salud debería ser prioritaria, pero ante la ausencia de servicios hay una red donde hasta las funerarias están inmersas. Con la película quería mostrar lo complicado que es ese mundo aún a pesar del conflicto ético que supone. No hay salida fácil porque en principio el gobierno es quien está fallándole a la gente al no brindar los servicios de salud adecuados, a pesar de que es un derecho fundamental.

Casi no muestras sangre y ni tampoco los rostros de los pacientes o accidentados. ¿Cómo les planteaste la película?

Desde el principio me cuestioné sobre cómo respetar la privacidad de la gente dentro de la ambulancia, en unos momentos tan intensos. Fue un proceso largo porque cada noche me dedicaba a hablar con la gente. Algunos aceptaron participar, otros me pedían que apagara la cámara. Lo que sí te puedo decir es que no quería mostrar sangre, ya hay demasiada en todos lados.

Entre los distintos episodios de la familia Ochoa hay un momento donde una chica muere. ¿Cómo vivieron ese caso?

Ocurrió en las primeras semanas, creo que fue en la quinta noche. Entonces sólo colocaba una cámara en el frente de la ambulancia porque no quería estar detrás. La mamá se subió en la parte de adelante y filmé la corrida al hospital. Al principio no me sentía bien con lo ocurrido y pensé en borrar la grabación, pero la guardé. Tres o cuatro meses después un profesor me sugirió ir a ver a la mamá de la joven. Hablé con ella y me contó que su hija estudiaba periodismo, por eso me permitió usar el material.

¿Ambulancias como la de la familia Ochoa cumplen los requerimientos necesarios para atender las emergencias?

El papá empezó a trabajar en las ambulancias de la Cruz Roja. Ahí aprendió lo necesario como para emprender su negocio. El equipamiento es caro, pero todos los días se surten con lo indispensable.

¿Las ambulancias tienen acuerdos con hospitales privados?

Muchas ambulancias sí trabajan con hospitales privados, esto complica el negocio porque no siempre son los más cercanos. Sin embargo, no es un vicio sólo de las ambulancias particulares, también sucede con las de gobierno. Al final es una cadena de corrupción muy amplia.