La Educación

Al Servicio del Pueblo Latino de California

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Deberes

September 11, 2022 - por

Deberes

Monterrey, NL.

Leo que la controversia sobre la prisión preventiva oficiosa resultó por un amparo solicitado por miembros de una organización criminal de la CDMX.
Lo peor, es que con tal de ir en contra de lo que pide el presidente, la oposición apoya a dicho grupo criminal. Por ignorancia, o peor: a sabiendas.
Por el otro lado, leo que la Iglesia católica comenta que la actual inseguridad y clima de violencia es por la perdida de “valores”. No pude dejar de reír.
Siempre he visto como un completo contrasentido que las virtudes de la conducta humana se clasifiquen como “valores”, igual que los artículos que transportan las empresas de seguridad, a los cuales clasifican también como “valores”. Creo que el no saber usar el lenguaje en forma apropiada, clasificando a ciertas cosas materiales como objetos con un “valor” económico, y a ciertos comportamientos humanos como una “virtud”; es el principal motivo por el cual vivimos esta época tan álgida.
Eso, y claro: la perdida de poder adquisitivo de los salarios de casi un 80% en las últimas décadas. Poder adquisitivo que apenas se está recuperando, pero que provocó que no pocos le hallarán sabor al dinero “fácil”. Y es que es fácil hablar de “virtudes” (que no “valores”), cuando tienes el estómago lleno. Ya vacío, pues buscas hacerte de valores, de la forma que sea. Ahora, que si con el estómago vacío sigues de “virtuoso”; pues estás a un paso de la beatificación. Pero muy pocos logran alcanzar ese nivel de “evolución” espiritual.
Y todo lo anterior lo puedo sintetizar en algo muy simple: los “derechos” que todos los humanos quieren defender.
En el caso de un grupo criminal, aduciendo que “se violenta el debido proceso para ser juzgados en forma penal”.
En el caso de la Iglesia, para indicar que “ellos saben como educar a la gente para poder regresar a la paz”.
Yo solo me río. Cuando un grupo que aporta mucho a la polarización, al no solo no ser parte de la cadena productiva, sino apoyar a quienes se quedan con gran parte (si no es que con todo) de la plusvalía generada en dicha cadena, definitivamente es de risa loca que se atrevan a opinar sobre los motivos de la “violencia”. Son pocos los miembros del clero que exponen que un mejor reparto de la plusvalía generada por la cadena productiva puede ayudar, y mucho, a disminuir dicha violencia. Porque alguien con hambre no va a temer terminar en el infierno. Porque el padecer varios días sin poder comer, y el no poder proveer a tu familia de lo más básico, ya es estar en el Infierno para muchos. ¿Alguien los puede culpar?
Muchos crean el problema, al no permitir un mejor reparto de la riqueza. Culpan “a la falta de educación en valores”, y no al hambre generada. Lo peor, es que lo más surrealista es que los mismos que apoyan que los estudios sean confesionales, apoyan también (así sea en forma indirecta) al resultado de las políticas de acaparamiento de la riqueza: los grupos criminales que delinquen, en primera instancia, porque fueron “huérfanos” de un justo reparto de la riqueza. Y vieron que la violencia era la única forma de poder acceder a dicha riqueza, que, igual que los demás grupos que polarizan al acaparar toda la riqueza: ellos tampoco generaron (en su gran mayoría).
Así que podemos decir que hay quienes “acaparan” en forma legal las utilidades de la riqueza generada en una cadena productiva, y hay quienes, al estar excluidos de ese “acaparamiento”, se hacen justicia por su propia mano. Porque ellos solo ven por sus derechos, no por sus deberes.
Y he aquí que llega un gobierno que ve como un DEBER mejorar el reparto de las utilidades de las cadenas productivas, impidiendo el lavado de dinero y la evasión fiscal, y promoviendo programas sociales de apoyos económicos que ayuden a paliar la desesperación de millones de personas, que puede terminar desatando violencia al ver que su desesperación no es atendida. Y recuerden que un desesperado es alguien que ya perdió toda esperanza.
Pero todos aquellos que se veían beneficiados por el pasado estado de cosas, desde los que evadían impuestos o negaban repartir utilidades buscando una ganancia mayor de la riqueza generada en los centros productivos, hasta los que no aportan nada porque ellos “solo se dedican al bienestar espiritual de las personas”; se quejan de este nuevo sistema. Y, repito: lo más surrealista es que los que tampoco aportaban nada a la cadena productiva, porque decidieron que eran mejor arrebatarles las ganancias a otros, también se quejan de los cambios. Y, en el inter, son apoyados por aquellos a los que les arrebatan dichas ganancias.
Lo anterior, porque aplican ese silogismo de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Peor todavía: porque prefieren que dichos grupos criminales les quiten algo de dichas utilidades, porque pueden recuperarlas en algún momento, o porque serían retribuidos con un seguro por lo que se perdió al ser hurtado. Pero de lo que “pierden” con los impuestos ¿Quién los salva?
Así que aquí continuamos, en este país donde todos defienden sus derechos. Derecho a quedarse con toda la ganancia de lo que se produjo debido a que “son los dueños de los medios de producción”, pero olvidan que hubo gente que manejó dichos medios, llamados empleados. Sin cuyo trabajo, no se hubiera podido generar esa riqueza.
Derecho a ser los “educadores del pueblo”, debido a que se perciben como los detentores de “la verdad absoluta”. Pero al verse la gente viviendo en un Infierno, y comprobar que sus “guías” espirituales no se solidarizan con ellos, los abandonan por lo mismo.
Derecho a hacerse de lo producido por otro, porque “nadie les ha dado una oportunidad”. Y una vez que son perseguidos por la justicia, exigir que las leyes sean “benévolas” con ellos, porque solo fueron “víctimas de las circunstancias”.
Así que entre “víctimas” que victimizan, y opresores que dicen “defender y velar por el bien de los demás”, aquí seguimos en este montaje cabaretero con algo de drama, algo de comedia, y hasta algo de música, que se puede sintetizar en lo que es vivir en este país tan surrealista como México.
Donde todos defienden sus derechos, pero nadie recuerda sus deberes.