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Decepcionado

May 3, 2023 - por

Decepcionado

Monterrey, N.L. 

Estoy muy decepcionado. Veo la siguiente nota:
“EN HUELGA, 11 MIL 500 GUIONISTAS DE CINE Y TV DE HOLLYWOOD
Once mil 500 guionistas de cine y televisión de Hollywood iniciaron ayer una huelga en demanda de mejores remuneraciones. Por primera vez en 15 años, los escritores, molestos por los bajos salarios en la era del streaming, cesaron su trabajo afectando en primer lugar a los exitosos programas nocturnos y de variedad.
“No hemos llegado a un acuerdo con los estudios y las plataformas”, sostuvo el sindicato de guionistas de Estados Unidos (WGA, por sus siglas en inglés) en un correo electrónico enviado a sus miembros.” (sic) [Enlace: La Jornada, publicado el 3 de mayo de 2023. URL: https://www.jornada.com.mx/notas/2023/05/03/espectaculos/en-huelga-11-mil-500-guionistas-de-cine-y-tv-de-hollywood/?from=homeonline&block=espectaculos&opt=articlelink]
Voy a hacer una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que vieron una producción de Hollywood, ya fuera de cine o televisión, que hablará bien del sindicalismo? Porque hasta donde yo recuerdo, fue en 1980, con la película de 1979, “Norma Rae”, la cual le valió el Oscar a mejor actriz a Sally Field. Pero hasta ahí. Comparto textual:
“Norma Rae es una película de 1979 que cuenta la historia de una mujer feminista de una pequeña ciudad de Estados Unidos que se ve envuelta en las actividades del sindicato en la empresa que trabaja. La película fue escrita por Harriet Frank Jr. y Irving Ravetch, y dirigida por Martin Ritt basada en la auténtica historia de Crystal Lee Sutton.
La película ganó los Oscars a la mejor actriz (Sally Field) y a la mejor canción (David Shire y Norman Gimbel por “It Goes Like It Goes”). También fue nominado en los apartados de mejor película y mejor guion adaptado.” (sic) [Enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Norma_Rae]
No me quiero poner paranoico, pero al intentar buscar la referencia a la película ya mencionada, el buscador me ponía: “¿Seguro qué no buscas “Norma Jean Marilyn Monroe?” Sinceramente, si no soporto que los que dicen tener “inteligencia natural” se quieran “pasar de listos”, muchos menos voy a aceptar algo así en una “inteligencia” artificial.
Pero quiero que vean lo que dice la nota de La Jornada. “El sindicato no había llegado a algún acuerdo”. Así que los mismos que no escriben para promover los derechos laborales, pero crean controversia por promover otros derechos, ahora padecen la “penitencia de sus pecados”: que los estén “proletarizando”.
Y, en un momento donde veo que la política en México solo trata de difundir mentiras por el lado de la oposición, y de desmentir dichos “argumentos” por parte del oficialismo; al mismo tiempo que veo que algunos de los precandidatos ya están vociferando “trampa” en el método de elección del candidato (o candidata) del ya mencionado oficialismo, me quedo pensando en lo que gané y perdí defendiendo a un proyecto de nación alternativo.
Porque estoy en un punto donde ayer, no me atreví a publicar la nota precisamente de la queja de un precandidato en particular, por temor a provocar más rechazo precisamente en quienes menos deberían de tener un pensamiento visceral, y deberían sentarse a analizar: mis compañeros de partido.
Pero lo mismo pensé de mis compañeros científicos, y, ya ven: cuando gané el premio a la productividad científica del IMSS en 2013, por mi tesis de la maestría, hicieron hasta lo imposible por bloquearme no uno, dos doctorados.
Y lo mismo pensé de mis compañeros médicos, que, los más allegados, no entendieron que, fungiendo de jefe, estaba impidiendo que cerrarán un centro quirúrgico muy necesario (la unidad en la cual estaba asignado). Por el otro lado, no entendieron que solo defendí la hoja de ruta de vacunación de la OMS durante la pandemia. Porque vi mucha ignorancia y, sobre todo, mucha cobardía en muchos compañeros médicos. Muchos de los cuales, debido a lo anterior, tuve que hacerles ver que el ser médico no te hace miembro de una clase “privilegiada”, pero si te obliga a ver por el bien de los demás. Y siguen sin perdonarme lo anterior, además de que ayudé a un proyecto de nación que evitó (por el momento), la privatización de la salud en nuestro país. Porque en lugar de sentarse a analizar y hacer ciencia, como se presume un médico debe de hacer, actuaron peor que una turba al ver como se hunde un buque, y aplicaron el muy poco civilizado “sálvese el que pueda”, en lugar de “ciertos grupos, más vulnerables o prioritarios, primero”.
Quedé aún más desilusionado de muchos compañeros de la izquierda, que presumen de ser “tolerantes” por apoyar las políticas “inclusivas”, precisamente, por mostrarse muy intolerantes al mostrarles que la aplicación de dichas políticas no tenían una respuesta favorable en el grueso de la población, sobre todo al momento de revisar productos de consumo. En lugar de sentarse a analizar, y confirmar que era lo que podía estar fallando, su única respuesta es que los demás, los que no “piensan” como ellos, eran los que tenían la “falla”.
Y ahora le toca el turno a mis compañeros de partido, los cuales van a dejarse llevar por la pasión, y se van a dar hasta con la cubeta. Por un lado, si queda su candidato(a). Por el otro lado, si no queda, y dicho candidato(a) decide ir por otra opción. Traicionando los postulados más básicos de lealtad, de compromiso, y hasta de disciplina partidaria.
Todas las demás situaciones me darían risa en algún otro momento. Hoy, ya no. Porque lo voy a sintetizar en algo muy simple: el sistema buscó proletarizarnos a todos. Si no lo hizo con todos al mismo tiempo, era sólo cuestión de tiempo para que ocurriera. Lo vi y lo viví con el sistema médico en mi país. Muchos pensaron que la solución era “privatizar la salud”. Yo solo les respondía: “Y si los pacientes no tienen dinero tampoco ¿cómo quieres que te paguen un servicio médico privado?” Nunca me respondieron.
Lo mismo ocurre ahora con los sindicalistas de Hollywood. Si hubieran escrito más series o películas que fomentará el sindicalismo, tal vez ahora muchos saldrían a apoyarlos. Pero dudo que vayan a recibir apoyo. Se dedicaron a dividir, yendo contra las preferencias de la mayoría, olvidando que todos, pero todos en la inmensa mayoría; antes que tener un pigmento de piel, una preferencia sexual, religiosa o hasta académica de cualquier tipo, antes de ser lo que ustedes quieran, primero somos trabajadores. Repito: la inmensa mayoría. Y si no tuviste conciencia de clase al escribir, mereces la suerte que padeces ahora.
Con mis compañeros de la izquierda, olvidaron que hay diferentes tipos de izquierda, que hay diferentes visiones, y que era muy ingenuo esperar que no pocos políticos tomarán por asalto al partido al ver el éxito que tuvo. Éxito que empezó siendo un movimiento político, el cual prosperó gracias a no pocos activistas que, ahora, abominan del partido precisamente por haber sido relegados. Algo que a mí no me sorprende, y por lo cual, en su momento, rechacé la oferta de irme a contender a la “tómbola” donde se eligieron funcionarios para un instituto de salud. Porque sabía que ahí terminaba el romanticismo de un movimiento político, y tenía que estar de acuerdo en un maquiavélico juego al hacer, ahora, política.
Lo que muchos no entendieron nunca, al punto que hasta tuve que perder el contacto con ellos (“amigos”, familiares, conocidos), es que, a mí, en lo personal, NUNCA ME HA GUSTADO LA POLÍTICA. Lo mío es la ciencia. Pero haciendo ciencia vi cómo nos estaban proletarizando, y el peligro que implicaba la privatización de muchas ramas de la actividad humana, como la salud y la educación. Vi el peligro de que se siguiera olvidando a los pobres, por el riesgo de un estallido social peor que lo que vivimos a partir del 2007.
Vi que era necesario seguirse preparando en lo académico, precisamente, por si había una emergencia médica, y que había que luchar contra la proletarización y la privatización de actividades que son hasta derechos humanos. No solo por el bien mío, sino por el bien de todos. Pero muy pocos, comprendieron mi pensar. Y es fecha, que muchos no aceptan que estaban equivocados, y que yo tenía razón.
El reconocimiento no es algo que me importe. He leído que muchos científicos no fueron reconocidos en sus trabajos, hasta en forma póstuma. Por ejemplo, el padre de la genética, Mendel. Si tengo o no algún reconocimiento, no es algo que me quite el sueño o el hambre.
Lo que sí me molesta, es la condición humana, que implica miras muy cortas para situaciones que son, a mi punto de vista, muy evidentes, y cuya solución es alcanzable.
Sigo esperando propuestas no solo de los precandidatos oficialistas, sino también de la oposición. Mientras, ninguno me convence, así que no pienso discutir con nadie por dichos precandidatos. Ya cuando vea quien quedó de candidato, veré si también me convence, o empiezo a vislumbrar que, para variar y no ir a contracorriente de la Historia, deshará todo lo que el movimiento hizo con AMLO.
Simplemente, los humanos no aprenden, y siguen decepcionando a muchos que vemos las cosas desde otra perspectiva. Si es la correcta o no, ya el tiempo lo dirá.
Porque como decía Napoleón: “La diferencia entre genialidad y locura, depende del grado de éxito que se obtenga”.