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EU y el mundo deben actuar en Gaza

November 2, 2023 - por

EU y el mundo deben actuar en Gaza


Urge una pausa humanitaria. Entonces necesitamos una visión de hacia dónde vamos a partir de ahora.Una cosa está clara: no puede haber un retorno al status quo que existía en Gaza antes de la guerra.


Hoy, tres semanas después del bárbaro ataque de Hamás contra civiles en Israel, que inició esta guerra, muchos cientos de miles de hombres, mujeres y niños inocentes en Gaza se enfrentan a una catástrofe.

En las últimas tres semanas, se estima que unas 8.000 personas han muerto en bombardeos –incluidos más de 3.000 niños– y muchas más han resultado heridas. Más de un millón de personas en Gaza han sido desplazadas de sus hogares y unas 670.000 personas se están refugiando en instalaciones de la ONU, donde sólo disponen de un litro de agua por persona al día. Estas personas carecen de alimentos, agua, suministros médicos y combustible suficientes. Los hospitales y las instalaciones médicas se encuentran en condiciones de pesadilla, con cientos de bebés en incubadoras y pacientes con soporte vital en riesgo de muerte, si los generadores que los sustentan se quedan sin combustible. Los pasillos están llenos de heridos y desplazados, y los médicos abrumados deben rechazar a los pacientes o operarlos sin anestesia ni antibióticos.

La crisis humanitaria es terrible y empeora minuto a minuto. El Congreso de Estados Unidos debe unirse a muchos miembros de la comunidad internacional para exigir una pausa humanitaria, ahora, para que puedan llegar a la población de Gaza suministros suficientes (alimentos, agua, medicinas, combustible). Si no, miles más morirán innecesariamente. Es fundamental detener los bombardeos para salvar vidas inocentes y garantizar el regreso seguro de los rehenes.

Nunca lo olvidemos: las vidas de todos los niños son sagradas, ya sean niños palestinos, niños israelíes o niños estadounidenses, y debemos hacer todo lo posible para protegerlos.

Pero si queremos lograr algún progreso real para abordar este conflicto interminable entre Israel y Hamás (ha habido cinco guerras en los últimos 15 años), debemos comprender las realidades políticas actuales en la región. Si alguna vez queremos que la paz llegue a Medio Oriente y si el pueblo palestino va a poder disfrutar de una vida segura y digna, también necesitaremos una visión de hacia dónde nos dirigimos a partir de ahora.

Y una cosa está clara. No puede haber un retorno al status quo que existía en Gaza antes de la guerra. Nunca olvidemos que las condiciones de vida allí eran horribles e inhumanas. Antes de que comenzara esta guerra actual, casi el 80% de la población de Gaza vivía en la pobreza y dos tercios dependían de la asistencia humanitaria. Casi la mitad de la población y el 70% de los jóvenes estaban desempleados. La electricidad era intermitente, con apagones de 11 a 12 horas cada día. Los sistemas de agua y saneamiento eran inadecuados y había una escasez constante de todo tipo de bienes esenciales. Gaza estaba prácticamente aislada del mundo, e Israel y Egipto limitaban severamente el número de personas y los tipos de bienes que podían entrar o salir. De hecho, muchos observadores describieron Gaza como “una prisión al aire libre”. Esa era la situación antes del 7 de octubre, y si realmente queremos traer libertad y dignidad al pueblo palestino, esa es la situación a la que no se puede volver. El pueblo palestino tiene derecho a mucho más que eso.

En Gaza, Hamás, una organización terrorista autoritaria, ha gobernado por la fuerza, acumulando armas y material de guerra, cobrando impuestos a la población desesperadamente pobre y robando recursos para construir túneles y cohetes. Hamás fue elegido con un voto minoritario en 2006, cuando la mayoría de las personas que hoy viven en Gaza ni siquiera habían nacido o eran niños y no podían votar. Desde entonces, Hamás no ha permitido la celebración de elecciones. Varios meses antes de la guerra, miles de palestinos en Gaza salieron valientemente a las calles para protestar contra el gobierno de Hamas antes de ser dispersados por la fuerza. Además, no debería haber ninguna duda sobre la realidad de que Hamás está exclusivamente dedicado a destruir el Estado de Israel y matar judíos. También promueven una ideología fundamentalista que trata a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y amenaza con matar a las personas homosexuales. Hamás es una pesadilla autoritaria, que reprime la disidencia y roba a los habitantes de Gaza no sólo los materiales básicos para la vida que necesitan, sino también el sueño de un futuro mejor.

Esa era la situación en Gaza antes del 7 de octubre.

¿Y cuál era la situación política en Israel antes del ataque terrorista de Hamás? Ese país tenía el gobierno más derechista de su historia, un gabinete que incluía ministros abiertamente racistas que deshumanizaban sistemáticamente a la población palestina. Benjamín Netanyahu, el primer ministro, ha sido acusado de una letanía de cargos de corrupción, y muchos creen que las fallas de inteligencia de Israel el 7 de octubre tuvieron mucho que ver con la preocupación de su gobierno por sus problemas políticos.

Antes de la guerra, esta coalición gobernante de derechas había socavado sistemáticamente las perspectivas de paz. Netanyahu y sus socios extremistas habían trabajado para marginar las voces palestinas comprometidas con la paz, aplicaron políticas de asentamiento diseñadas para excluir la posibilidad de una solución de dos Estados, obstaculizaron el desarrollo económico en áreas palestinas y aprobaron leyes que afianzan la desigualdad sistémica entre los ciudadanos judíos y palestinos. de Israel.

Este año se produjo un crecimiento récord de los asentamientos israelíes en Cisjordania, donde más de 700.000 israelíes viven ahora en áreas que la ONU y Estados Unidos consideran territorios ocupados. A pesar de eso, el gobierno israelí autorizó miles de nuevas viviendas para colonos y abrió nuevas áreas a la construcción, mientras derribaba con topadoras miles de casas y escuelas palestinas y restringía aún más el movimiento palestino. Los expertos legales coinciden en que estas políticas constituyeron una anexión ilegal.

Estas políticas también aumentaron considerablemente la tensión y la violencia en Cisjordania. Antes del 7 de octubre, 179 palestinos habían sido asesinados en 2023, lo que lo convirtió en el año más mortífero en dos décadas. Desde el 7 de octubre, 121 palestinos más han sido asesinados en Cisjordania, algunos de ellos a manos de colonos. Estas tensiones fueron parte de la razón por la que gran parte de las FDI se desplegaron en Cisjordania, en lugar de en la frontera con Gaza.

Luego vinieron las atrocidades de Hamás el 7 de octubre que iniciaron esta última guerra.

El ataque de Hamás fue indescriptible. Más de 1.300 hombres, mujeres y niños inocentes asesinados. Unos 240 israelíes y estadounidenses fueron tomados como rehenes, entre ellos niños pequeños y abuelos. Cientos de jóvenes israelíes fueron asesinados a tiros a sangre fría en un festival de música, bebés y personas mayores fueron brutalmente asesinados en sus hogares. Y recordemos que Hamás no apuntó principalmente a los militares. Apuntaron intencionalmente a civiles inocentes. Su ataque fue diseñado para provocar una respuesta. En eso lo consiguieron.

El pueblo de Israel quedó horrorizado e indignado por este ataque. Es comprensible que muchos quisieran contraatacar con fuerza. Sin embargo, la rabia y la venganza no suelen constituir políticas eficaces. La respuesta de Estados Unidos al 11 de septiembre y las invasiones de Afganistán e Irak ofrecen una advertencia que todos los países deberían aprender bien. Con demasiada frecuencia, una reacción exagerada empeora aún más una mala situación. Matar a mujeres y niños palestinos inocentes en Gaza no devolverá la vida a las mujeres y niños israelíes inocentes que fueron asesinados por Hamás.

Como cualquier otro país, Israel tiene derecho a defenderse y destruir a los terroristas de Hamás que lo atacaron. Pero no tiene derecho a matar a miles de hombres, mujeres y niños inocentes en Gaza. No tiene derecho a poner en peligro las vidas de millones de palestinos –la mitad de los cuales son niños– cortándoles el agua, los alimentos, el combustible y la electricidad. Ese tipo de acción contra una población indefensa y empobrecida es moralmente inaceptable y viola el derecho internacional. Recientemente, Israel atacó el densamente poblado campo de refugiados de Jabalia y mató a un comandante de Hamas. Pero también mataron a unas 50 personas más e hirieron a cientos más. Además de hombres, mujeres y niños palestinos inocentes, están muriendo muchos trabajadores humanitarios. Hasta el momento, unos 67 trabajadores de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (UNRWA) han muerto y 44 instalaciones han sufrido daños.

Una respuesta humanitaria inmediata es de vital importancia, pero es igualmente importante que Israel tenga una estrategia política. No puede bombardear su camino hacia una solución a largo plazo. Tal estrategia debe incluir, como primeros pasos mínimos: una promesa clara de que los palestinos desplazados en los combates tendrán el derecho absoluto de regresar de manera segura a sus hogares; un compromiso con conversaciones de paz más amplias para promover una solución de dos Estados tras esta guerra; un abandono de los esfuerzos israelíes por dividir y anexar Cisjordania; y un compromiso de trabajar con la comunidad internacional para construir una genuina capacidad de gobierno palestino.

Estados Unidos, que proporciona 3.800 millones de dólares al año en ayuda militar a Israel, debería dejar claro que éstas son las condiciones de nuestra solidaridad. Así como queremos que Israel sea una democracia vibrante, a salvo de ataques terroristas, también queremos justicia y dignidad para el pueblo palestino. Eso no va a suceder si Hamás gobierna la Franja de Gaza. Tampoco va a suceder si Israel continúa dominando la vida palestina.

Los palestinos necesitan un Estado propio, contiguo, con libertad de movimiento y acceso que pueda sostener una economía vibrante. Los palestinos necesitan una sociedad democrática en la que puedan elegir a sus dirigentes y expresar sus opiniones.

Éste será un camino largo y difícil. Hará falta un apoyo concertado de Estados Unidos e internacional y una duplicación de nuestro compromiso político con una solución de dos Estados. Debemos comenzar este trabajo con un nuevo sentido de urgencia, el horrible desastre que ha tenido lugar en Israel y Gaza durante las últimas tres semanas ha demostrado que el status quo no puede continuar. Por el bien de los palestinos

*Bernie Sanders, senador, es una de las figuras más relevantes de la izquierda estadounidenses.