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La tentación del Golpe de Estado

October 15, 2023 - por

La tentación del Golpe de Estado


“El exmandatario panista expresa, desde lo más íntimo de sus convicciones, dos ideas temerarias: recurrir al Ejército Mexicano, para que se convierta en garante de las próximas elecciones”.


Guadalajara, Jal.

Hay hechos y dichos que no deben tomarse a la ligera, pues en ellos se incuba el virus de la insidia y la traición. Y en esa dimensión deben analizarse las expresiones del expresidente panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa (2006-2012), en una conferencia virtual denominada “Democracia y populismo en América Latina”, impartida el pasado miércoles 4 de octubre del 2023, promovida por el conservador Instituto Atlántico de Gobierno, que encabeza el expresidente español José María Aznar (1996-2004), que tiene una alianza académica con la Universidad Francisco de Victoria, de la ultracatólica organización Legionarios de Cristo, fundada por el sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado.

El exmandatario panista expresa, desde lo más íntimo de sus convicciones, dos ideas temerarias: recurrir al Ejército Mexicano, para que se convierta en garante de las próximas elecciones, incluso aún a despecho de la autoridad de su comandante supremo, el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, y alertar al gobierno de los Estados Unidos para que esté al pendienrte de lo que sucede en México, donde podrían ocurrir hechos, como la continuación del proyecto de la Cuarta Transformación, que pondría en riesgo los intereses estadounidense.

“Gentes y amigos me han insistido en qué, cómo pueden ayudar para que no gane y no se preserve el sistema antidemocrático al que vamos, cómo puede cambiarse el rumbo, y creo que en las elecciones eso se va a decidir en México. Cómo se puede ayudar, pues no a quien es candidata, sino a que se generen elecciones transparentes y que se evite que prevalezca el autoritarismo”, dice Calderón Hinojosa en un segmento de la conferencia que puede verse en un video a través de YouTube.

“Yo creo que hay que hablar con el Ejército, porque el Ejército va a estar a la altura de lo que se exige, que sea leal no a equis persona, no a unas siglas, sino leal a la Presidencia y a la Constitución Mexicana. La lealtad del Ejército debe ser con la Constitución, no con una persona que tome un sesgo de partido, porque va a ser relevante a la hora de reconocer el resultado electoral, y también el Ejército, están todos los días amenaza y amenaza, y lo están poniendo en un predicamento”, explicó también Calderón, en alusión a los señalamiento reiterados sobre abusos cometidos por las fuerzas armadas en los capítulos más oscuros de la represión contra estudiantes en octubre de 1968, de la guerra sucia de los años 70, del ajusticiamiento de 15 presuntos criminales en Tlatlaya, en junio del 2014 y en la desaparición de 43 estudiantes de Azotzinapa en septiembre del 2014.

Sobre la que considera necesaria intervención de Estados Unidos en los asuntos de nuestro país, Calderón Honjosa advirtió: “Estados Unidos, yo con todo respeto creo que la diplomacia americana está muy ocupada en Ucrania, pero no está viendo la magnitud del trancazo que se viene contra la democracia en América Latina, que ya está operando y que va a acabar carcomiendo los intereses vitales de Estados Unidos. Tienen que ponerse las pilas”.

Con el amargo sabor de la anticipada derrota, describió el expresidente panista la incapacidad y el hundimiento de los partidos del Frente Amplio por México: “Hay que organizarse como ciudadanos y hay que suplir ese apoyo que la candidata (Xóchitl Gálvez) no va a tener desgraciadamente de los partidos que la postulan y quizá no porque no quieran, sino porque ya no tienen con qué. Hay que hacer una gran organización ciudadana, un ejército ciudadano que derrote la maquinaria ilegal que se está armando contra la democracia en México”.

Mucho cuidado habría que tener con las desmesuras de políticos como Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, que legitiman los apetitos del imperio y su potencial intervención en México, como ya sucedió en 1913, cuando el embajador estadounidense en nuestro país, Henry Lane Wilson, respaldó el golpe de estado de los militares Bernardo Reyes y Félix Díaz, quienes derrocaron al presidente legítimo Francisco I. Madero y lo asesinaron junto con su vicepresidente, José María Pino Suárez, para dejar el camino abierto al ascenso al poder del chacal Victoriano Huerta.

Fue en la embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México donde se detallaron todos los ominosos episodios del golpe de estado contra el presidente Madero, como está documentado en la Historia General de México, publicada por el Colegio de México, editada en el año 2000 (Páginas 776-778).

Igual de revelador es el testimonio de Miguel Nazar Haro, quien entre 1978 y 1982 encabezó la siniestra Dirección Federal de Seguridad, la policía política de los gobiernos priistas y actor principalísimo en la guerra sucia contra la oposición, publicado por el periódico La Jornada el domingo 29 de enero del 2012, titulado: “En 68, García Barragán no quiso dar golpe de Estado ordenado por EU: Nazar”.

“¿Qué pasó en 1968?”, se preguntó a Nazar Haro. Respondió: “El general Marcelino García Barragán [entonces Secretario de la defensa Nacional] no quiso dar el golpe (de Estado). Mandó a la chingada al embajador (Fulton Freeman). Con lo del movimiento estudiantil se alarmaron (en Washington): que iban a hacer una revolución, y el embajador de Estados Unidos entró a ver a don Marcelino y le dijo: ‘dé un golpe de Estado y tome la Presidencia para calmar la situación’. El general le contestó: ‘yo no voy a pasar a la historia como traidor a la patria’”.

Pero igual de revelador es el artículo publicado por Marcos Rascón en el periódico La Jornada, el sábado 17 de agosto del 2002, sobre una oligarquía de derecha siempre presente para hacer negocios con el gobierno o al amparo del gobierno, que reacciona con ferocidad cuando sus intereses están en riesgo, grupo al que siempre ha estado ligado el PAN de Felipe Calderón. El artículo se titula “Los encapuchados de Chipinque”.

“El atentado contra Eugenio Garza Sada, en septiembre de 1973, constituyó un parteaguas y crisis de las relaciones oligáquicas entre el poder económico y el poder político en México. La larga luna de miel entre el estatismo corporativo y un segmento de empresarios regionales, que se desarrollaron gracias a los subsidios, exenciones fiscales y el crédito público, entró en crisis en ese momento y el crimen detonó la tensión acumulada entre la cúpula empresarial y la estructura política hegemonizada por el PRI” explica el autor.

“Los funerales del patriarca regiomontano marcaron el inicio de un proceso político, en el que ese segmento emprendió la búsqueda de autorrepresentación política, jugando desde entonces en cada elección con las siglas de PRI y PAN, de acuerdo con la conveniencia. Al mismo tiempo, esa fracción oligárquica se asumió como vanguardia y conductora del proceso de derechización; en torno a ese objetivo reunió a un puñado de familias poderosas, a la jerarquía eclesiástica, medios de comunicación y todo tipo de agrupaciones conservadoras para transformarlas en fuerza política activa”, explica Marcos Rascón.

Relata que en 1973 los encapuchados de Chipinque, así conocidos por sus reuniones clandestinas, sin recato manifestaban a toda plana en en el periódico Tribuna de Monterrey (18/09/73): “¿Hacia dónde nos llevan nuestros políticos demagogos, que cada vez vociferan y alardean de los sistemas comunistas? ¿Por qué aguantamos asaltos, robos, asesinatos, terrorismo? (…) ¿Cómo esperamos que haya tranquilidad en el país si tan pronto se agarran a dos o tres terroristas o asltabancos los dejan libres y con puestos en el gobierno?”. En ese documento, representativo de sus exigencias, se pide al gobierno “que mate, que no encarcele a los terroristas, asaltabancos y secuestradores, porque si no al rato salen libres y es cuento de nunca acabar”.

Advierte Marcos Rascón que en ese momento se inició la guerra sucia. La violencia gubernamental contra opositores, anteriormente expresada en excesos, ahora se convertía en política de Estado y como medio para restablecer la alianza histórica con la derecha regiomontana, que acusaba a Luis Echeverría de procomunista, por haber roto relaciones con el régimen golpista de Augusto Pinochet, pero que cedió en respuesta, practicando desapariciones, torturas y ajusticiamientos.

Según esta versión de Marcos Rascón, publicada en La Jornada el sábado 17 de agosto del 2002, la guerra sucia, la violencia de Estado, constituye una concesión al Grupo Monterrey y a las familias que lo integraron; es el intento del poder político central para recomponer la unión anterior y las viejas complicidades basadas en la ineptitud empresarial, los subsidios y la corrupción.

Hay tentaciones autoritarias que no se pueden consentir, que se deben combatir con toda la fuerza de una sociedad que aspira a vivir en un país más democrático, del cual se destierren para siempre las servidumbres, los abusos, las injusticias, la discriminación y el clasismo, de cofradías representativas de la derecha, que se sienten dueñas de vidas y destinos, y son capaces de proponer y promover cíclicamente, como lo prueban la historia de México y de muchos desventurados pueblos en América Latina, golpes de estado en contra de gobiernos legítimos que les incomodan o afectan sus privilegiados intereses.

*Pedro Mellado Rodríguez
Periodista que durante más de cuatro décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Ha trabajado en prensa, radio, televisión y medios digitales. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace casi cuatro décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Tiene estudios de derecho por la Universidad de Guadalajara y durante una década fue profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad jesuita de Guadalajara.