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Trabajo

May 1, 2023 - por

Trabajo

Monterrey, N.L.

Voy a empezar con una anécdota que la comparto solo para molestar a algunos “activistas”.
Mis compras del supermercado las suelo hacer en un solo establecimiento comercial. Y, en dicho establecimiento, me ha tocado que me atienda una joven cajera. Es una joven que está llena de tatuajes, tiene el cabello pintado de rosa, y sus uñas son lo más largo que se puedan imaginar.
Lo que voy a poner va a ser chocante para muchos, pero, para ahorrarme la descripción de dicha cajera, voy a escribir que parece la versión femenina del ser sobrenatural contra el cual Kurt Russel tiene que luchar en la famosa película de los 80 “Rescate en el Barrio Chino”: el “amo de las tormentas, Lo Pan”. Sí, muchos van a pensar que me estoy volviendo un “viejo, conservador, muy crítico y exagerado”. Y lo voy a aceptar todo, menos lo de exagerado. Porque tendrían que haber visto a la joven para que me comprendieran.
Pero para ser sincero, el problema que yo veía no era su apariencia. Era, simplemente, que sus uñas provocaban que cometiera errores al momento de utilizar el teclado de la caja. Por eso, con el tiempo, muchos consumidores evitábamos la caja donde estuviera dicha joven.
Pero, de repente, un día veo que su caja se mueve en forma rápida, así que vuelvo a hacer fila con ella. Y cual va siendo mi sorpresa, cuando compruebo que ¡tenía las uñas cortas! Sé que lo anterior le va a desagradar a muchos “progresistas” que perciben que cualquier cambio que alguien que actúe diferente a los demás, tenga que hacer y lo “obligue” a ser “igual” que los demás, pues sólo es un “retroceso” que atenta contra el “progresismo”. Pero yo lo voy a poner en forma más sencilla: la empresa le tuvo paciencia, pero al llegar a cierto número de errores, la joven tuvo que aceptar la realidad. Una realidad impuesta por el ambiente laboral. Y el problema, insisto, no era su apariencia. Era que parte de su apariencia no le permitía tener eficiencia.
Porque por mí, la juventud moderna puede ir vestida como chamanes de las tribus de la Tierra del Fuego, y sé que van a estar en todo su derecho. Pero si no son eficientes, el mercado se encargará de hacértelo saber, poniendo incluso en peligro tu empleo. Y eso aplica así vayas vestido de traje y con corbata de moño, o como ya había mencionado, como médico brujo o chamán de las tribus más recónditas del planeta.
Pero quiero que vean algo que escribí entre líneas. La frase “es su derecho”. Porque vivimos en una época donde la gente defiende muchos derechos. Pero no veo que se defiendan los derechos laborales.
Lo anterior, es algo muy triste y preocupante. Porque en una época donde se lucha por los derechos de las minorías, de los animales, de los niños, de las mujeres, y hasta de la Tierra; no veo a nadie saliendo a exigir sus derechos laborales. A excepción de algunos pocos países, parece que a nadie le interesa lo ya comentado. Y no quisiera pensar que es por temor a que los vean como “subversivos” y “revoltosos”.
Y digo que es hasta preocupante, porque la inmensa mayoría de las personas, somos trabajadores. Así de simple. Podrán “separarnos” algunas “diferencias” (y así, bien entrecomillado), que van desde el género, el origen étnico, la edad, y las preferencias de todo tipo: Empezando con la “a” de “académico” y terminando con la “z” de “zootecnia” (algunos prefieren a los gatos sobre los perros, y hay quienes prefieren los reptiles a los mamíferos). Claro, lo anterior implica, también, la “s” de “sexualidad”, y la “r” de “religión”.
Decía, podremos tener “diferencias”, pero hay algo que todos, pero todos, vamos a tener en común: ser trabajadores. Porque, aunque “te emplees a ti mismo”, y aparentemente “no tengas patrón”, si obtienes tu sustento ya sea por tu trabajo manual y/o intelectual, sin tener medios de producción a tu nombre; pues sigues siendo un miembro de la clase trabajadora. Y aunque defiendas tu “independencia”, realmente espero que no intentes ser parte de la oligarquía tomando “atajos”, algunos muy “simples”: haciendo lo que no se debe. Como cirugías que no se requerían, internamientos que no se requerían, reparaciones que no se requerían, trámites legales o contables que no se requerían, o no cumplir con las fechas y los precios acordados para una construcción. Solo por poner algunos ejemplos. Otros, también tan “simples” como evadir impuestos, y, si llegas a tener a algunos trabajadores contigo (no más de 10, lo cual se acepta aún como “pequeña empresa”), pues, no darles prestaciones laborales.
Ayer Sabina Berman publicaba algo muy interesante. Ella comenta que “el gran problema de México es la concentración de la riqueza”, pero sólo en algunos cuántos. Comparto su enlace de Twitter para que lean dicho artículo: https://twitter.com/sabinaberman/status/1652716501261230080?s=20
Muchos, no están de acuerdo, y siguen argumentando que “el problema es que no se crean condiciones para generar empleos”. Pero olvidan un articulo que tiene casi 10 años, y que compartí hace poco:
“EL SECTOR INFORMAL NO ES CAUSA SINO EFECTO
La pregunta no es si el sector informal es una limitante de la economía, sino más bien por qué la economía empuja a más trabajadores y empresas a la informalidad.” (sic) [Enlace: https://www.forbes.com.mx/el-sector-informal-es-causa-sino-efecto/]
Esto es sencillo: la informalidad llevó en muchas ocasiones, precisamente, a la concentración de la riqueza en manos de unos pocos.
Y es que dicha informalidad podía ser con algo tan común para muchos como aceptar ser contratados por medio de “outsourcing” (subcontratación laboral), en un esquema tan perverso que pocos conocen que la “calificadoras crediticias” te bajan la calificación si tu empresa otorga buenas prestaciones laborales; desde contratos de planta, muchos días de vacaciones, reparto de utilidades y hasta servicio médico. Traducido: muchas empresas, debían de evitar dar prestaciones laborales para no tener una “baja calificación crediticia”, y, por ende, que pudieran recibir el “repudio” de los inversores.
Insisto, para muchos, lo anterior se volvió la norma. Y la gente se volcó a defender todos los derechos habidos y por haber, de todo tipo de situaciones, animales y personas. Pero olvidaron que la inmensa mayoría, como ya lo había comentado, son (somos) trabajadores.
Hoy, tenemos mucho que celebrar. La subcontratación laboral ya no está permitida en nuestro país. De ser el país con menos días de vacaciones, ya tenemos más días de vacaciones. El salario se está recuperando, y está teniendo un poder adquisitivo como hacía décadas no se veía. Pero aún hay pendientes.
En la última sesión del Congreso, no se pudo votar por disminuir las horas semanales de trabajo. Y se tiene que asegurar que las futuras generaciones tengan un sistema de retiro digno, y que no ocurra lo que está ocurriendo en Sudamérica (donde se inventaron las AFORES), solo para hallar que los sistemas estaban “quebrados” antes siquiera de poder empezar a pagar pensiones.
Igual, se tiene que cuidar que no quieran aumentar la edad de retiro hasta los 75 años, como algunos empresarios que conforman esa minoría que gana lo mismo que 65 millones de mexicanos juntos, están proponiendo.
Porque ya para terminar, a mí no me interesa ni tus preferencias, ni tu género, ni tu origen étnico, ni menos tu religión o tu forma de pensar. Mucho menos si quieres ir vestido como gato, como árbol o como lo que quieras a tu trabajo. Porque la misma realidad hará que tengas que adaptarte a ella, y no a la inversa. Aunque a muchos no les guste.
Lo que sí me va a interesar, es saber que la empresa donde consumo tenga una política que no explote a sus trabajadores. Porque la gente se habituó al “si hacen como que me pagan, yo hago como que trabajo”. Porque pasamos de la “buena presentación”, a “con que se presente, bueno”. Y todo fue porque a la gente los convencieron de que exigir derechos laborales era “socialismo”, y el socialismo es “un método que fracasó”.
Volviendo a lo anecdótico, es curioso como el sistema hace que muchos critiquen el que se le entreguen “sobres” con dinero a políticos, que, si se justifica el origen del dinero, y en qué fue utilizado, es algo que nuestra legislación electoral permite. Pero acabó de conocer por medio de un allegado que aún hay empresas que pagan por medio de “sobres”, lo cual no deja de ser una evasión fiscal. Y a muchos, sigue sin parecerles algo “inapropiado”. Porque fue lo que el neoliberalismo propició.
Pero lo que realmente fracasó, fue conservar logros laborales por los cuales nuestros abuelos y nuestros padres lucharon en su momento, como la “semana inglesa” y jornadas diarias de no más de 8 horas, además de vacaciones pagadas y salarios con poder adquisitivo.
Ver que se tenga que legislar para recuperar eso, y ver que la oligarquía llora por las “pérdidas” que argumentan van a tener al implementarse lo anterior, solo te confirma que a muchos los convencieron de que lo que importa era defender tu derecho a ser lo que quieras, pero que no debías quejarte por volver a condiciones de semi esclavitud.
Porque quién gana mucho dinero sin dar lo justo a sus trabajadores al repartir la riqueza generada, no es un empresario. Solo es un explotador que no se diferencia mucho de un esclavista.
Y que permita que vayas con una vestimenta y/o apariencia como de personaje de película de “clase B” de los 80, no lo hace “progresista e inclusivo”. Solo desvía la atención de los derechos que presume “respetar”, para que no se exijan otros derechos. Derechos que la mayoría trabajadora, deben gozar.
No lo olviden el día de hoy.